Robinson Canó, año cuatro en los Seattle Mariners
Robinson Canó y ‘King’ Félix Hernández lideran, un año más, un proyecto destinado al éxito, pero que no ha acabado de despegar. Emmy 2017 en vivo
En el invierno del 2013 asistimos a uno de los grandes culebrones del béisbol contemporáneo. Robinson Canó se hacía el remolón ante las ofertas de renovación de los Yankees y dejaba entrever la posibilidad de salir a la agencia libre. En el Bronx no están muy acostumbrados a esto. Y todavía menos si él que lo hace es un chico criado en la organización y que ha sido All-Star en cinco ocasiones.
En los despachos de los Yankees hicieron números y le ofrecieron a un Canó que ya estaba en la treintena un contrato de siete años y 170 millones de dólares. No hubo acuerdo. Canó quería un contrato más largo. “Me preocupaba ser un agente libre a los 36 años”, afirmaría más tarde. Finalmente los Mariners tiraron la casa por la ventana y le ofrecieron al segunda base dominicano lo que buscaba: un contrato de diez años y 240 ‘kilos’ (que seguro que también ayudaron). De esta manera Canó se convertía en el segundo jugador mejor pagado de las Mayores solo por detrás A-Rod .
Los Mariners eran por aquel entonces un equipo a la deriva. Vivían del recuerdo de Ken Griffey Jr. y de ese mágico 2001 en que lograron el mejor balance en la historia de la MLB. Pero poco más. La última vez que habían pisado octubre fue precisamente en ese 2001, y desde entonces lo único que habían hecho era acumular hasta ocho últimos puestos. Solo Félix Hernández les daba alguna alegría.
El gran desembolso realizado por Canó rechinaba un poco. ¿De verdad merecía la pena dar tanto dinero por una estrella cuando se estaba tan lejos de competir? Recordemos que en el año 2000 los Rangers hicieron una apuesta parecida que acabó en fracaso. Le dieron a Alex Rodríguez un contrato monstruoso y no entraron en playoffs ni una sola vez. Además Safeco Field, la casa de los Mariners, no parecía que se adaptara tanto a Canó como el Yankee Stadium.
En 2014 Canó cayó de bruces. Es cierto que su poder se vio algo mermado en su nuevo hogar, donde solo consiguió pegar nueve cuadrangulares, pero acabó el año con una buena línea de bateo (.314/.382/.454) y jugó el sexto All-Star de su carrera. Además el equipo volvió a competir y se quedó a una sola victoria de entrar en playoffs.
La mayor fortaleza de Seattle fue su pitcheo. Una buena rotación liderada por ‘King’ Félix e Iwakuma había logrado el tercer mejor ERA de la Liga Americana. Los problemas habían estado en el ataque. Canó solo no había podido hacer milagros y de cara al 2015 se necesitaban bates.
Desde los despachos volvieron apuntar alto y consiguieron hacerse con Nelson Cruz. Un veterano que venía de pegar 40 homers con los Orioles y cuya presencia daba mucho empaque al lineup. Los Mariners parecían un equipo muy completo de cara al 2015 y hay quien hasta los veía en la Series Mundiales.
El trompazo fue mayúsculo.
Después de ese catastrófico 2015, el 2016 ha dejado buenas sensaciones. Canó ha firmado su mejor temporada desde que dejará el Bronx en 2013, Cruz ha vuelto ha demostrar que es un pegador de garantías (127 homers en los últimos tres años) y Félix ha cumplido. Además Dipoto ha sido capaz de reunir a un grupo de relevistas solventes en el que destaca el joven Edwin Díaz.
En los que llevamos de ‘offseason’ los Mariners se han hecho con dos jugadores muy interesantes. Un veterano como Danny Valencia y una joven promesa como Jean Segura. Dos piezas que sirven para apuntalar el infield. Además se espera la llegada de algún brazo que supla el hueco que Taijuan Walker ha dejado en la rotación.
En una división que parece reservada para los Astros y en la que Angels y A’s están lejos de competir, los Mariners lucharan, a priori, por una de las Wild Cards. Si bien es cierto que una buena temporada de Canó y/o Félix Hernández podría dar un susto importante al equipo texano (cuya regularidad deja ciertas dudas) y meter a los Mariners en la lucha por la división.
A ver si en su cuarto año el proyecto termina por despegar.