La NFL permite apoyar todas las causas... para no apoyar ninguna
La liga dio vía libre a sus jugadores para mostrar al mundo que preocupación social era más urgente y, de camino, evitó mojarse con ninguna de ellas.
Hay que reconocerle a la NFL que en tácticas de marketing y relaciones públicas son unos ases. Mira que han tenido tropezones en tiempos recientes, sobre todo con la gestión de la violencia doméstica, en la que tan pronto se quedan cortos como se convierten en dioses que gobiernan la vida de sus súbditos por encima de la propia justicia estatal, y que han metido la pata hasta el corvejón en el trato a los jugadores en beneficio de los propietarios, pero en el fondo siguen dominando el arte de la pantomima como pocos.
Veamos el último, y glorioso, ejemplo de trampantojo en conciencia social.
Este fin de semana la NFL permitió a sus jugadores lucir en sus botas la causa que estimasen conveniente. Desde hace años la liga en sí tiene dos meses dedicados a dos asuntos concretos: la lucha contra el cáncer de mama y el apoyo al ejercito estadounidense, amén de dedicar un mes a la 'herencia hispana'. Bien.
En al menos uno de estos temas ya les han pillado con las manos en la masa, cobrando del ejercito para su promoción por lo que lo que estábamos viendo eran anuncios y no una implicación altruista de la liga. Esto llevo a una enorme polémica, dirigida entre otros por el senador John McCain, notable republicano que optó en su día a la Casa Blanca, que acabó con la NFL reculando y devolviendo dinero.
Sin embargo, y fuera de esas causas, la liga mostraba una inflexible política de tolerancia cero. Argumentaban que no podían dejar que los jugadores lucieran chapas, o calcetines, o lo que fuera, en favor de lo que ellos considerasen oportuno porque pronto la estética de la competición se convertiría en un sindiós. Eso y, aunque esto no lo reconocían, el pánico que tenían a que sus empleados empezasen a reclamar cosas que no les gustarían ni un pelo. Pongamos de ejemplo a Kaepernick y su protesta ante el himno.
Esta política de tolerancia cero pronto encontró un escollo bochornoso: DeAngelo Williams pintó sus zapatillas para luchar contra la violencia doméstica, pues su madre había sido asesinada por su pareja, y se encontró con una multa llena de rigor y falta de corazón. Como todas las decisiones que adolecen de corazón, ésta se encontró con el rechazo y el "¿cómo os atrevéis?" de la opinión pública.
Y es ahí donde entra la genialidad del departamento de marketing de la NFL, que se ha cargado todos los problemas, lo que ellos consideraban problemas, de un plumazo: instauraron una jornada para que cada jugador usase sus zapatillas para promocionar algún asunto social que les preocupase.
Qué maravilla.
Admirar, por favor la jugada.
Ayer, 500 tipos pintaron de colorines sus playeras y escribieron en ellas defensas de los afroamericanos, de los gays, de agua para África, de respeto a las mujeres, de recaudación de fondos para tal clínica en tal pueblo, para hablar de tal enfermedad rara, de alimentos para desnutridos, de la lucha contra el SIDA, de... de todo. Y ese es el problema: todo es nada.
Todo es nada. Así de sencillo. La absoluta burrada de causas dispersas e individuales sirve para que la NFL quede estupenda con su libertad y su respeto a todo el mundo, para que los jugadores crean que están sirviendo para algo, y para que la avalancha de mensajes se tapen los unos a los otros para que ninguno sea relevante. Sin ninguna fuerza, cada causa sigue siendo igual de anónima que ayer.
Apoyando todas las reivindicaciones, lo que hace la NFL es no apoyar ninguna. Y dejar su imagen impoluta, amén de tener al rebaño controlado y contento un domingo al año. Bravo.