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AFC Sur desde dentro

Es la hora de despedir a Gus Bradley

Que Gus Bradley no será el entrenador jefe de los Jaguars en 2017 es a estas alturas casi un hecho consumado y lo más sensato sería despedirlo hoy mismo

El paso de Gus Bradley por los Jacksonville Jaguars no es que haya sido muy exitoso.
Getty Images

Lo más difícil para un trader, para un inversor en bolsa, es muchas veces saber cuándo cortar las pérdidas. Cuando decidir que ya está bien, que la apuesta por esa empresa que parecía segura no sólo no va a dar beneficios, sino que ni siquiera se va a recuperar lo invertido. Vender las acciones, asumir los números rojos y enterrarlo en el recuerdo para seguir adelante. Shahid Khan, el dueño de los Jaguars, se hizo millonario en la industria del automóvil, no especulando en bolsa, pero con Gus Bradley parece más bien uno de esos brokers orgullosos que se niegan a reconocer los errores.

Hay que reconocerle a Khan una virtud importante y cada vez menos habitual en la NFL: la paciencia. La tuvo con Gene Smith (general manager) y Jack del Rio (head coach), que habían llevado a los Jaguars a los playoffs en 2005 y 2007, a pesar de la evidente decadencia de aquel equipo. A Del Rio le despidió en 2011, pero a Smith todavía le dio la oportunidad de redimirse en 2012, con Mike Mularkey como entrenador. No funcionó, y de aquel equipo quedó claro que había que rehacer prácticamente hasta los cimientos.

Así que con sus nuevos general manager, Dave Caldwell, y entrenador, Gus Bradley, aplicó el mismo principio: la paciencia. Sus tres primeras temporadas fueron nefastas, pero era de esperar. Al equipo le faltaba talento y hasta un estilo. Dio igual que en sus tres primeras temporadas apenas sumaran doce victorias (es decir, apenas un 25% de éxitos) y acumulasen algún que otro sonado fracaso en el draft: no costó mucho tiempo identificar a Luke Joeckel como uno de los peores líneas ofensivos jamás elegidos en primera ronda.

Y dio igual porque había cosas que sí se habían hecho bien. También a través del draft se eligió a un quarterback con potencial, Blake Bortles, y se le rodeó de un grupo de receptores que para sí los quisieran al menos otros 25 equipos de la liga: Allen Robinson, Allen Hurns y hasta Marquis Daniels… en sus días buenos. También se acumularon buenos jugadores defensivos: Senderrick Marks, Roy Miller (estos dos con el mérito añadido de ser elegidos en rondas bajas), Telvin Smith…

Además 2015 fue un año prometedor. El equipo pudo haber peleado la división hasta el final si no fuera por apagones mentales que les costaron un puñado de partidos y que se achacaron a la juventud del equipo. Ya aprenderán, era el mantra. El año es 2016. Y Dave Caldwell, convencido de que así sería, se aplicó en el draft y la agencia libre y puso en manos de Gus Bradley el equipo con más talento que se recuerda en Jacksonville en más de una década. Playoffs or bust, que diría un yanqui.

A estas alturas ya está claro que no habrá playoffs. Los Jaguars no sólo no han resuelto sus problemas de inmadurez: en muchos casos los han empeorado. Y sí, todos sabemos que Gus Bradley no seguirá en 2017 (salvo que a Khan le dé en un arranque por imitar a su rival de Indianapolis y lo renueve en contra de toda lógica y evidencia). Pero a estas alturas eso podría no ser suficiente. Si los Jaguars quieren tener opciones de dar la vuelta a la tortilla el año que viene, la única decisión sensata es despedir a Gus Bradley y buena parte de su equipo técnico ahora mismo. Ayer mejor que hoy.

Vaya por delante que el que firma arriba nunca ha sido muy partidario de cambiar de entrenador a mitad de temporada. En ningún deporte. Y menos en uno que requiere de una preparación tan minuciosa de esquemas, jugadas y partidos. No suelen salir bien. La cuestión es que con Bradley y los Jaguars no estamos hablando de esquemas y jugadas: estamos hablando de los mismos fundamentos del football.

Hay docenas de ejemplos en su equipo, pero ninguno más palmario que el de Blake Bortles. Siempre fue un quarterback algo alocado y con tendencia al pistolerismo, pero en 2015 dejó buenas sensaciones y la impresión de que estaba en la buena senda. Ahora mismo verlo jugar es un suplicio, en buena medida porque parece evidente que para él mismo es un suplicio.

Dos botones de muestra:

https://twitter.com/PFF_Gordon/status/797865288813412357

https://twitter.com/BigCatCountry/status/797902349436092417

Ya no es sólo que sea incapaz de leer bien las jugadas, o la presión que le llega en el pocket. Es que lanza el balón cuando no debe, a quién no debe y en una postura en la que se hace imposible que el balón llegue con éxito al receptor. Por no hablar de que hace semanas que no se le ve un balón que salga recto, con fuerza, sin hacer extraños que dificulten todavía más su recepción. Bortles está en plena regresión, y ni Bradley ni nadie de su equipo de entrenadores parece ser capaz de hacer nada para evitarlo.

El mismo ejercicio podría hacerse con la defensa: placajes fallados, ángulos erróneos, mala posición a la hora del snap… Y esto con Bradley, que venía con fama de gurú defensivo. Falla lo básico, los fundamentos.

Por eso Khan tiene que asumirlo ya: nunca va a recuperar lo invertido con Bradley. Y es mejor dejarlo ahora que perder todavía más. Poner a otro entrenador al frente del equipo para lo que queda de temporada, y además con una única y clara misión: trabajar en lo básico, en los fundamentos. Para hablar de sistemas ya llegará otro en 2017. Además, así Caldwell, que sí ha hecho un buen trabajo reuniendo talento en los Jaguars (es difícil creer lo mal que juega esa defensa con los destellos individuales que se ven en un buen puñado de sus jugadores), todavía tendrá tiempo de redimirse y elegir a un entrenador que le lleve al éxito antes de que su contrato acabe en 2018.