Noche gloriosa de Zeke Elliott, que atropelló a los Steelers
Tres touchdowns del corredor novato, que superó las 200 yardas totales, desfondan el ataque de unos Steelers que llevan cuatro derrotas consecutivas.
Los Steelers no estaban con el agua al cuello, pero casi. Tres derrotas seguidas eran una losa demasiado pesada, y un mes completo sumidos en el fracaso podía dar al traste con muchas de sus aspiraciones. Quizá no por clasificación, pero sí por depresión, que las críticas empiezan a aflorar en Pittsburgh y ahí no se andan con chorradas.
Por eso, pusieron toda la carne en el asador desde el primer momento. El objetivo fue colapsar a los Cowboys desde el punto de partida del balón. Asfixiar a Prescott, no dejarle pensar, e intentar que Zeke Elliott no les hiciera demasiado daño.
En un primer momento el plan no salió nada mal. Sack al quarterback de Dallas con fumble y balón recuperado. Touchdown de LeVeon Bell casi de inmediato. Aunque con su manía de intentar la conversión de dos a poco que la ocasión lo merezca, empezaron abrir un agujero que al final terminó por costarles muy caro (6-0).
Pese a los problemas, Prescott era capaz de nadar en aguas turbulentas. En un primer momento no supo conectar con sus objetivos favoritos. Witten no consiguió ninguna recepción en toda la primera mitad y Beasley estaba casi desaparecido, pero Elliott era capaz de mover las cadenas, aunque con más problemas que habitualmente… al menos en los primeros compases.
Con esa filosofía, los Cowboys consiguieron abrir su casillero con un field goal (6-3), mientras los Steelers, que parecían haber recuperado la pegada perdida las últimas semanas, sumaban otro touchdown en su segunda posesión, con un pase de tres yardas a Eli Rogers, en el que volvieron a fallar la conversión de dos (12-3).
Tras ese inicio fulgurante de los Steelers, Zeke Elliott despertó a los suyos con una recepción de 83 yardas para touchdown (12-10). El corredor novato dio el primer aviso de lo que se iba a convertir en una noche gloriosa para él. Dos field goals antes del descanso, uno en cada lado, dejaron las espadas en alto para la segunda mitad (15-13).
Tras la reanudación, los Cowboys volvieron a parecerse a los de toda la temporada. Ese equipo durísimo en ataque, capaz de anotar en casi todas las posesiones (en cuatro de cinco en la segunda mitad), y que reparte juego entre sus receptores volviéndose imprevisible. Y con la seguridad de que, si llegan los problemas, siempre está Elliott para conseguir el primer down. Si a eso le sumamos que Dez Bryant vuelve a ser el peligro profundo de los mejores momentos (116 yardas y un touchdown en seis recepciones), es casi imposible pararlos. Y más para una defensa como la de Pittsburgh, que en cuanto perdió la iniciativa terminó por desmoronarse.
Big Ben intentaba sostener el edificio apoyándose en Antonio Brown, que una vez más estuvo inmenso (154 yardas y un touchdown en 14 recepciones), pero a pesar del field goal inicial de Pittsburgh (18-13), los Cowboys ya habían cogido velocidad de crucero y terminaron el tercer cuarto delante en el marcador por primera vez, gracias a un field goal y a un touchdown de50 yardasde Dez Bryant (18-23) tras un latigazo de Prescott.
El último cuarto se convirtió en una ruleta rusa en la que terminaron imponiéndose los Cowboys pese a su horrenda gestión del reloj y de los tiempos muertos. Tras un touchdown de Bell (24-23), otra vez con conversión de dos fallada, los Cowboys movieron las cadenas con calma, consumiendo reloj, hasta llegar a la yarda 14 rival, en primer down, con dos minutos por jugar. Un field goal les daba la victoria y los Steelers tenían dos tiempos muertos. Sin embargo, Elliott recibió el balón y entró sin despeinarse en la zona de anotación. Los Cowboys se adelantaban (24-29 porque también fallaron la conversión de dos), pero le daban el balón a Big Ben con 1:55 para conseguir la remontada. Posiblemente, si Elliott se hubiera conformado con quedarse a las puertas del primer down, su equipo habría consumido todo el tiempo antes de ganar, sin necesidad de poner en marcha la ruleta rusa en que se convirtieron los últimos instantes.
Pero incluso el quarterback de los Steelers se precipitó, porque solo necesitó 1 minuto y doce segundos para que Antonio Brown le anotara un touchdown a los Cowboys, que en la jugada de la anotación no pidieron tiempo muerto pese a que el snap llegó antes de que estuvieran colocados. De hecho, el receptor de Pittsburgh entró sin oposición (30-29).
Los Cowboys estaban un punto abajo, tenían los tres tiempos muertos y necesitaban llegar a distancia de field goal en 42 segundos. Prescott movió el balón como un veterano y además recibió la ayuda de Sean Davis, el safety novato de los Steelers, que paró el reloj a falta de 15 segundos, y regaló 15 yardas a sus rivales, tras hacerle un face mask a Jason Witten. Los Cowboys estaban en la yarda 32 rival, tenían un tiempo muerto, y su kicker, Dan Bailey, es un seguro de vida en los momentos decisivos.
Sin embargo, no hizo falta que Bailey saltara al campo. Prescott le dio el balón a Elliott para que corriera, y encontrara una posición más cómoda para la patada de su kicker, pero el corredor, inmenso, absolutamente genial, corrió imparable hasta la end zone para anotar su tercer touchdown de la noche y darle la puntilla a unos Steelers que ahora, tras un nuevo fracaso, acumulan cuatro derrotas consecutivas y necesitan replantearse con urgencia la temporada para que no termine siendo un fiasco.
Los Cowboys acumulan ocho victorias consecutivas y parecen imparables, con Elliott despedazando defensas. Sus 114 yardas de carrera, y 95 de recepción, fueron demasiado incluso para Big Ben. El ataque más explosivo de la NFL hasta hace no mucho tiempo no pudo seguir el ritmo infernal de un solo jugador.