Frye se asocia con LeBron James y los Cavaliers ya están 8-1
El pívot suplente y el MVP de las últimas Finales anotan 22 de los 29 puntos de su equipo en el último cuarto. Los Hornets se quedaron cortos.
El partido (100-93 final) no fue bueno pero sí divertido a ratos. Y, en realidad, fue una metáfora de lo que es el Este de estos tiempos, los tiempos de LeBron James: un grupo de equipos que acaban confundiéndose unos con otros en la persecución inacabable del equipo de LeBron. Antes los Heat y ahora los Cavs, que repiten el 8-1 de la temporada pasada para abrir curso y siguen tan tranquilos. También jugando mal. O regular. También sin JR Smith, que les dejó (un tobillo tocado) un agujero notable en la primera unidad (entró Dunleavy y metió 2 puntos) y en la rotación, donde jugó mucho (y en los minutos calientes) Jordan McRae.
Uno no sabe si Tyronn Lue apostó por los jugadores que estaban más calientes o simplemente le puso un toque de tortura psicológica a la victoria sobre los Hornets, uno de los que aspiran a ese eterno puesto de aspirante a ser aspirante: LeBron y los demás, ya se sabe. Y LeBron ganó sin necesitar en el último cuarto a Kyrie Irving y Kevin Love, ejerciendo de base y con cuatro compañeros abiertos: Shumpert, McRae, Jefferson y Frye, héroe de una noche que no tuvo precisamente temperatura heroica: 20 puntos (11 en el último cuarto9, 3 tapones y 6 triples). Los Cavs, por cierto, son (ellos y no los Warriors) el primer equipo que comienza una temporada con al menos diez triples en sus primeros nueve partidos. Shumpert sumó 3 y 15 puntos y McRae se jugó un tiro esencial para poner el 96-90 justo antes del último minuto.
El big-three tuvo un día raro. Pero un día raro de Kyrie son 19 puntos en 27 minutos, algunos importantes cuando su equipo estaba atascadísimo en el tercer cuarto. Y uno del actual Kevin Love, con el físico a tope y la confianza por las nubes, es 17+11 (eso sí: 15 de los 17 en el primer cuarto, cuando parecía el único jugador metido de verdad en harina). No les hizo falta mucho más a los Cavs, que dieron la sensación de ganar más o menos cuándo y cómo quisieron y que dominaron el rebote de ataque cuando estaban tirando horriblemente mal, con el corpachón de Tristan Thompson ocupando (eso parecía, como tantas veces) tres cuartas partes de la zona.
¿Y los Hornets? Pues a ratos bien y a ratos mal. Incapaces de aprovechar sus mejores minutos para escaparse (convirtieron el 32-22 del primer cuarto en un 57-62 en el tercero) porque fallaron demasiados tiros. Apenas sumaron pérdidas, marca de la casa, defendieron bien y trabajaron duro. Pero no era el día, como no lo había sido ante los Raptors. Y en dos partidos seguidos para reivindicarse ante los dos finalistas de Conferencia han sumado dos derrotas. Por los pelos, pero derrotas: 6-3 ahora.
Steve Clifford tardó en meter a Kemba Walker (21 puntos, 8/21 en tiros) en el último cuarto (volvió a pista con su equipo nueve puntos por detrás) y, sobre todo, tardó en ajustar su quinteto contra la retahíla de tiradores de los Cavs. Sus pívots llegaban siempre tarde y parecían siempre demasiado lentos, también en ataque. Y eso bastó a LeBron James, que se remangó en el último cuarto: 8 puntos y 4/15 en tiros en los 36 primeros minutos y 19 con 8/21 al final. Y 8 rebotes y 8 asistencias. En el último parcial, 11 puntos, 2 rebotes y 5 asistencias. Y finalmente dominante pese al trabajo en defensa de Kidd-Gilchrist y Batum. Y a otra cosa. Sin malgastar ni una gota de sudor…