En un choque horroroso, ganó el equipo con menos problemas
Los Texans superan sin demasiados problemas a unos Jaguars que volvieron a dar una imagen lamentable pese al despido de su coordinador ofensivo.
Los Texans tienen un serio problema. Su quarterback, Brock Osweilier, es completamente incapaz de mover la pelota con solvencia. La consecuencia es un ataque anémico, sin alma, que se vuelve aún más inoperante si Nick Novak falla sus dos primeros field goals.
La consecuencia es que las defensas rivales se pueden centrar en parar la carrera, porque es la única arma peligrosa de los tejanos. Sin embargo, hay tardes en las que nada de lo anterior importa. Porque si enfrente están los Jacksonville Jaguars, el objetivo ni siquiera es no cometer errores. Es suficiente con fallar menos que el rival para ganar, y eso suele ser sencillo, porque los de Jacksonville no dejan de pifiarla.
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Por ejemplo, los Jaguars empezaron el partido regalando el balón a sus rivales, algo que comienza a ser un clásico. Bortles lanzaba un pase corto horriblemente dirigido que tras golpear en el pie de Hurns rebotó de forma peregrina para terminar en las manos de Kareem Jackson que consiguió un pick six de 42 yardas.
Sin embargo, en la siguiente serie de los Jaguars vimos lo imposible. Algo que no se presenciaba en el Everbank desde tiempos de Jack del Rio, o incluso de Coughlin: ¡una serie de 6:43 para touchdown! ¡¡¡Casi siete minutos de juego balanceado!!! Sin locuras, sin ridiculeces. Incluso parecía que sabían lo que hacían. 7-7 en el marcador y durante unos instantes pensamos que el partido podría tener algún aliciente.
Y más cuando en el siguiente ataque los Texans respondían con otra buena serie de algo más de 5 minutos que terminaba con un pase de touchdown de Osweiler a Julius Thomas (7-14). El arranque meteórico nos tenía boquiabiertos.
Nada que ver con la realidad. De inmediato comenzaron los fumbles de Bortles y los field goals fallados, mientras la defensa de Jacksonville se veía superada pese a que el ataque de los Texans no podía ser más plano. Mediado el segundo cuarto Myers anotaba un field goal de 54 yardas que dejaba el marcador 10-14 y auguraba batalla en la segunda mitad. Sin embargo esa igualdad no fue sinónimo de buen juego, sino más bien de desesperación por conseguir la victoria como fuera.
Mientras los Texans seguían inoperantes por aire, esclavos de su juego terrestre, y los Jaguars confirmaban que su serie inicial solo había sido un espejismo, llego un retorno de punt de Ervin que dejó el balón para Houston en la yarda 7 de Jacksonville para que Osweiler conectara con Anderson para touchdown (10-21). En las siguientes series ambos equipos anotaron field goals (13-24), y llegamos a los minutos favoritos de los actuales Jacksonville Jaguars.
En el tiempo de la basura, cuando Bortles infla sus estadísticas y Jacksonville maquilla los resultados, el quarterback local conectó con Robinson un pase de 14 yardas que cerró el marcador en el 21-24 definitivo. Quedaban poco más de dos minutos y pare´fcia que los locales tenían una última oportunidad, sin embargo, Osweiler consiguió un primer down que mató un partido que confirma algo que sabemos hace mucho tiempo: el problema de los Jaguars no era su coordinador ofensivo, sino un Gus Bradley que hace mucho que debió abandonar su puesto de entrenador principal. Los Texans, mucho más serios, se limitaron a no cometer errores camino cabía la postemporada.