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SERIE MUNDIAL

Los bates llevan en volandas a los Cubs hasta el séptimo partido

Los home runs de Kris Bryant y Anthony Rizzo más el grand slam son suficientes para forzar un último encuentro en las Series Mundiales contra Cleveland Indians.

Addison Russell, de los Chicago Cubs celebra con Anthony Rizzo, Ben Zobrist y Kyle Schwarber tras lograr un grand slam.
Jason MillerAFP

Los Chicago Cubs se han comportado como una maquinaría bien engrasada durante gran parte de la temporada en las Grandes Ligas, con un poderoso ataque, un grupo de lanzadores y una defensa portentosa que les han llevado a acumular 103 triunfos durante la campaña regular, antes de iniciar el asalto a una maldición repleta de cabras, gatos negros y demás parafernalia que se han confabulado para evitar que ganen por siempre jamás, o 108 años hasta la fecha.

La promoción de 2016, que ha tenido múltiples dudas durante el transcurso del Clásico del otoño, entró con fuerza en el Progressive Field de Cleveland y su triunfo por 9-2 es el segundo consecutivo, sin margen de error posible, que les lleva a disputar el sueño de cualquier aficionado al pasatiempo nacional.

Nada es comparable con un séptimo encuentro de las Series Mundiales.

La tremenda pegada mostrada por los pupilos de Joe Maddon, que le dieron una ventaja de 3-0 antes de que Jake Arrieta se subiese al montículo, y la sólida actuación del cuerpo de lanzadores, que mantuvo a raya a los locales durante la mayor parte del choque, se convirtió en la fórmula ideal para que los Cubs logren lo que hace poco parecía una utopía: igualar una eliminatoria que pendía de un hilo para los Cachorros de Chicago antes de jugarse el todo por el todo en apenas unas horas.

No obstante, nada de lo anterior podría haber ocurrido o habría podido tener un desarrollo bien diferente si en la parte alta de la primera entrada, y tras ceder el tremendo home run de Kris Bryant, a Josh Tomlin no le hubiese abandonado la defensa en la persona de su exterior central, un Tyler Naquin que se mostró tremendamente nervioso y que posibilitó que una bola razonablemente sencilla de Addison Russell, se transformase de forma sorprendente en un par de carreras por una incomprensible falta de comunicación con su exterior derecho Lonnie Chisenhall.

De limitar los daños y dejarlo en un 1-0, pasamos al 3-0 y el partido tomaba un cariz bien distinto para el festivo público que se acercó al campo antes de que los suyos pudiesen ejercitarse contra Arrieta.

Los problemas de Tomlin, incapaz de evitar el contacto de los bates de los Cubs, al contrario de lo que ocurrió en el tercer encuentro de la serie, tuvieron su mejor ejemplo en la cuarta entrada, cuando deja las bases llenas a Dan Otero tras lograr sólo dos swings y fallos en sus 48 envíos, que tiene que vérselas con Russell, que se convierte en el segundo jugador más joven en lograr un grand slam en el Clásico del otoño sólo por detrás de Mickey Mantle, que lo lograse en 1953, y colocar así el 7-0 en el marcador.

Bola, set y partido.

Para cuando el ataque de los Indians despertó, siempre a través de un impetuoso Jason Kipnis que logró acabar con la racha triunfal de Arrieta con un doble en la cuarta, para anotar poco después, y un home run en la quinta entrada, el encuentro había acabado ya que sólo restaba por saber cuánto tiempo iban a emplear los Cubs en lograr los outs que necesitaban para forzar el séptimo encuentro y qué naves iban a quemar en el camino al igual que los Indians, que no utilizaron a sus mejores relevistas con el partido tan decidido en contra.

El único interrogante que nos quedó del mero trámite que restaba por delante era la desconcertante utilización de Aroldis Chapman, el closer cubano que realizó 42 exigentes lanzamientos en el quinto partido, y al que se le pidió que lanzase con el 7-2 y dos corredores en base ante Francisco Lindor en la séptima entrada.

Lo cierto es que era el turno de bateo de la parte central del ataque, aunque menos se entendió que con un 9-2 en el casillero gracias al home run de Anthony Rizzo en la parte superior de la novena, Chapman volviese a salir al campo y quemar balas que bien podrán hacer falta en menos de 24 horas, pese a su impresionante capacidad de lanzar en días consecutivos y con exigentes esfuerzos.

La última papeleta recayó en Travis Wood y éste se encargó de conseguir el último eliminado que nos depara un choque apasionante, una vez más en el Progressive Field. Absolutamente todo el mundo estará disponible salvo los titulares del día, y los equipos no podrán guardarse ningún as en la manga porque no hay un mañana más allá que el que va a ser el último encuentro del curso 2016.

Al igual que ocurriera con el primer encuentro de las Series Mundiales, los Indians lo fiarán todo a su as, Corey Kluber (4-1, 0.89 en playoffs), que ha concedido sólo una carrera en 12 entradas en el Clásico del otoño, siendo el primer pitcher en lanzar tres veces en una misma final desde que lo hiciera Curt Schilling en 2001. Por su parte, Kyle Hendricks (1-1, 1.31 en postemporada) intentará que los Cubs culminen la remontada y se conviertan el primer equipo en remontar un 3-1 desde los Royals en 1985.

Lo único que sabemos es que alguien va a terminar feliz, incluso tras un séptimo partido que no ha sido nada agradable para ambos equipos, habiendo perdido los Indians en 1997 mientras que los Cubs hicieron lo mismo en 1945.