Marcó primero Messi, pero al cuarto de hora empató Gundogan. En la segunda parte, el City fue un ciclón en ataque. De Bruyne dio la vuelta al partido con un gol de falta y Gundogan consumó la victoria en el Etihad.
Que el encuentro fuera una final para el City puede que tuviera que ver algo en el desarrollo de un partido divertidísimo en el que dos de los mejores equipos que tocan y conservan el balón pasaron por fases en las que apenas podían dar seis pases seguidos. La presión era tan alta por parte de ambos equipos, que los jugadores tenían que tomar las decisiones a toda velocidad.
El City no supo meterle mano al Barça de inicio, que lograba sacar la pelota jugada y sin fallos, pero faltaba el factor determinante que desequilibrar la balanza. Y entonces apareció Messi para aterrorizar al estadio con una cabalgada en un contraataque ‘box to box’ en la que, tras asociarse con Neymar, batió a Caballerotras cortar la defensa blue como cuchillo en mantequilla.
La presión de los ingleses convirtió el partido en un tormento para Busquets, que únicamente podía parar a los centrocampista ingleses a base de faltas. Una de tantas, la cometió en la frontal del área y De Bruyne fusiló a Ter Stegen.
Tuvo el Barça una oportunidad para rehacerse y resucitar tal y como lo había hecho el City en el primer tiempo, pero esta vez, el grosero fallo de Stones no fue aprovechado por André Gomes, que chutó al larguero. El partido ya era definitivamente del equipo de Pep que, con un Gundogan estelar, dio la puntilla a un Barça ya resignado. El golpe, estaba devuelto.