Los Cubs recurren a la épica y resisten en las Series Mundiales
El closer cubano Aroldis Chapman tuvo que proteger una mínima ventaja desde la séptima entrada para devolver la eliminatoria a Cleveland.
Con toda la presión de las expectativas que se han ido generando a lo largo de los últimos meses y la ilusión de una ciudad que lleva esperando más de un siglo para ver a sus Cachorros proclamarse campeones del mundo, los muchachos de Joe Maddon salvan su primera bola de partido en el Clásico del otoño y devuelven la eliminatoria a Cleveland tras sobrevivir en un trepidante encuentro en Wrigley Field.
Si decimos que había ansiedad en la parte norte de la ciudad de Chicago nos quedaríamos cortos de cara al quinto encuentro de las Series Mundiales, uno que podría haber puesto el punto y final a una maravillosa campaña para los locales, pero que se encontraban entre la espada y la pared, obligados a ganar hoy para seguir vivos y viajar hasta Ohio.
Si se ha podido esperar 108 años, tampoco pasa nada por aguardar unos días más para ver quién se impone en la edición número 112 de las Series Mundiales.
Armados con uno de los mejores pitchers en época de playoffs de la era reciente y ganador de dos anillos con Boston Red Sox, los Cubs se echaron en brazos del zurdo Jon Lester para que su campaña siguiera viva por el momento y la verdad es que el de Tacoma estuvo a la altura de las circunstancias, resarciéndose de su derrota anterior en la puesta de largo de la edición de este año.
El pesimismo volvió a hacer acto de presencia en el campo cuando Lester concedió un tremendo home run a José Ramírez, uno que colocaba a los Indians por delante en el marcador y al que se aferraban los visitantes, que también buscan acabar con su prolongada sequía, haciendo gala de su admirable capacidad para defender las ventajas.
Los Indians gozaban de una marca impecable cuando se adelantaban y los nubarrones se cernían sobre Wrigley Field.
Sin embargo, inspirados por la sólida actuación de Lester y varias acciones defensivas dignas de figurar en el gran mundo del circo a cargo de Rizzo, Heyward y Báez, el público del venerable campo de los Cubs estaba a punto de presenciar algo desconocido en este Clásico del otoño.
El ataque demoledor que había despertado tantas expectativas a lo largo del año iba a hacer su entrada en la serie.
La maravillosa cuarta entrada de los Cubs, que la iniciaban perdiendo por 1-0 y contra un Trevor Bauer muy seguro de sus posibilidades, nos ofrece una visión de aquel equipo que sumó 103 triunfos en campaña regular, pero que no había podido lucir como antaño por su ansiedad, la presión y el extraordinario buen hacer de los pitchers de Cleveland.
Al home run de Kris Bryant le siguió un festival de hits a cargo de Rizzo, Zobrist y Russell, que tuvo como colofón una soberbia dejada de un Javier Báez que está sufriendo mucho en este Clásico por su desmedida agresividad en el plato, pero que contribuyó a llenar unas bases que pudo aprovechar David Ross para establecer un 3-1 gracias a un globo de sacrificio, una última carrera que demostraría ser fundamental.
Lester alcanzó la sexta entrada no sin antes conceder una anotación a un dinámico Rajai Davis y que dejaba a los Cubs con un margen mínimo en el marcador.
La fórmula pretendida por Joe Maddon de Jon Lester y Aroldis Chapman sin intermediarios de por medio tuvo la aportación de Carl Edwards Jr. al inicio de la séptima entrada, logrando un eliminado antes de dar paso a Chapman.
Se escribirá mucho y con razón de la maniobra de Maddon, que incluye genialidad, arrojo y una sensación de urgencia porque la temporada de sus chicos pendía de un hilo, pidiendo el mayor de los imposibles a un Chapman que no lanzaba en la séptima entrada desde 2012 y que no es el lugar de la entrada de un cerrador habitual.
A Chapman se les pedían los últimos ocho eliminados de un partido y el cubano se ha convertido en leyenda en la parte de norte de Chicago, no sin drama tras su incomprensible error mental a la hora de cubrir una base que permitió a un danzarín y molesto Rajai Davis sacar de sus casillas a Chapman en una octava en la que todos los fantasmas del pasado del equipo amenazaban con regresar.
Obligado a estirarse más de lo acostumbrado, Chapman estuvo inmenso a la hora de evitar la carrera de Davis desde tercera con el strikeout sobre Lindor en la octava, jugada que repitió en una brillante última entrada sobre José Ramírez y en la que superaba ya los 40 envíos, la cifra más alta de todo el año.
Tiempos desesperados exigen medidas desesperadas y los Cubs saben bien lo que se traen entre manos.
De esta manera, los Cubs sobreviven y siguen aspirando a ser el sexto equipo que remonta un 3-1 en las Series Mundiales, siendo el último los Royals en 1985 aunque los Cachorros tendrán que repetir lo logrado por los Pittsburgh Pirates en 1979, ganando los dos últimos encuentros como visitante.
Jake Arrieta (1-1, 3.78 en playoffs) volverá al lugar donde inició un no-hitter en estas Series Mundiales con la intención de forzar el séptimo encuentro, mientras que Josh Tomlin (2-0, 1.76) buscará celebrar ante su público el primer triunfo en 68 años.