Pese a la lesión de Big Ben, hay esperanza para los Steelers
La franquicia acerera está habituada a perder a Roethlisberger y aun así ser competitiva, pero Landry Jones no puede ser más la respuesta, y la defensa tiene que mejorar.
Para quienes hemos crecido en zona rural, el uso de apodos para nombrar paisanos es algo habitual. Una forma clara e inequívoca de identificarles. “Quemasangres”, “lenguaviva”, “cabeza-perro”… con mayor o menor atino, todos sabíamos a quién nos referíamos. En el mundo del football, no encuentro alias más acertado que el de “Big Ben” para el quarterback de Steelers. Como el reconocible monumento londinense, Ben Roethlisberger supone un pilar inconfundible del colectivo a quien representa. Y aunque numerosas películas catastrofistas se empeñen en derribarlo o las variadas lesiones laceren su cuerpo, el “Big Ben” siempre está ahí.
Sin embargo, casi desde su debut en la NFL, los Steelers han tenido que prepararse para una más que probable ausencia de su líder. A lo largo de su carrera, rara es la temporada que no debe perderse algún partido por lesión. No se puede achacar a una deficiente protección de la línea ofensiva, o debilidad del rocoso QB (probablemente ambos factores sean de los mejores de la liga). Está en su valiente (y arriesgado) estilo de juego, siempre prolongando las jugadas más de lo recomendable en búsqueda del big-play. Big Ben es así, y ya no va a cambiar. Lo único que puede hacer el equipo es prevenir lo inevitable con un suplente adecuado.
Pero Landry Jones no lo es. Lo sabemos nosotros y, lo que es peor, lo saben sus propios compañeros. La confianza que le profesan es nula, como pudo verse en los momentos decisivos del partido contra Nueva Inglaterra. Pudo parecer que Pittsburgh estuvo cerca de la remontada, pero es la falsa impresión que transmiten los Patriots, a quienes les gusta cocinar sus víctimas a fuego lento. Por supuesto, de un quarterback que lleva 4 años en el sistema de Haley, y varios partidos de titular, se esperan algunos pases buenos; pero en ningún momento dio la sensación de poder manejar todos los caballos de potencia del motor a su disposición. Tiene en Bell a un RB al que sólo hay que darle el balón para que lo transforme en una gran jugada, y en Brown a un WR capaz de convertir cada recepción en una estocada mortal. La línea ofensiva, pese a las lesiones de Foster y Gilbert, sigue siendo de las más sólidas de la competición; y por cada WR que se lesiona, aparece otro desconocido aún mejor. Sería injusto culpabilizarle de la derrota en un aciago día de la defensa ante uno de los favoritos al anillo, pero los Steelers están diseñados para que sea el ataque quien soporte el peso de los partidos.
Con Jones a los mandos, la nación steeler lo único que puede anhelar es un rápido regreso de Big Ben a la acción. Aunque sospechamos que esto sea lo que finalmente termine ocurriendo, no tengo claro que sea la mejor estrategia. Este equipo depende tanto de su QB franquicia que arriesgarle a una reincorporación precipitada puede resultar contraproducente, como vimos otras veces. Sobre todo, cuando hay otra opción en el banquillo llamada Zach Mettenberger.
Las similitudes entre Mettenberger y Big Ben no se limitan a la terminación de sus apellidos. Ambos infunden una gran presencia en el pocket y poseen un brazo impresionante. También en lo malo se asemejan (pases temerarios, lesiones, comportamiento pasado recriminable). Aunque no ganó ninguno de la docena de partidos en que intervino en Titans, Mettenberger tiene, pese a ser más joven, más experiencia en juego real que el propio Jones. Sin embargo, su misión sería bien diferente a la de Tennessee, en mucha mejor compañía, y sin tener que cargar con toda la responsabilidad. Un papel semejante al desempeñado en LSU, un equipo basado en la defensa, carreras de Jeremy Hill y bombazos a Odell Beckham y Jarvis Landry.
Está claro que, sea quien sea el QB que sustituya a Big Ben, va a necesitar mucho apoyo de sus compañeros. En especial de una defensa que ha encajado 362 yardas de carrera entre los dos últimos encuentros. Es de esperar que el regreso de Heyward, y la recuperación de Shazier mejoren este apartado. Donde es necesario un cambio radical es en la defensa contra el pase, especialmente en cobertura de tight-ends y corredores fuera del backfield. Los cornerbacks, pese a no haber atrapado aún ninguna intercepción, no lo están haciendo tan mal, teniendo en cuenta la nula aportación de sus compañeros en el pass-rush (sólo 8 sacks, últimos de la liga en este apartado). Independientemente de Big Ben, esto debe ser corregido para aspirar al título.
En ataque, lo sensato es volcar mucho el juego sobre Bell, pero este corredor está más que capacitado para sobrellevar esta carga. Y por el aire, confiar más que nunca en la habilidad de Brown, y aquí es donde creo que encaja mejor Mettenberger que Jones. La amenaza que supone poder lanzar profundo debería ser aprovechada por el dinámico receptor, así como abrir las defensas para la carrera, en una filosofía más parecida a la empleada con Big Ben.