Los big plays de Cincinnati deciden una ensalada de naranja
Los Browns vieron como se lesionaba su enésimo quarterback, mientras las grandes jugadas ofensivas de los Bengals destruían al equipo de Hue Jackson.
El regreso de Hue Jackson a Cincinnati se convirtió en una especie de experimento deportivo difícil de asimilar. Unos llevaban pantalones naranjas y camisetas blancas, otros, camisetas naranjas y pantalones blancos, y todos casco naranja. Era completamente imposible saber quién era quién en cuanto el balón se ponía en juego. Como un anuncio de Mirinda de tres horas sin interrupción.
Entre esa indigesta nebulosa se intuía que los locales intentaban demostrar que, para bien o para mal, habían desterrado definitivamente los sistemas de su antiguo coordinador ofensivo. Y lo que hace doce meses era un rompecabezas difícil de descifrar, con pases y carreras de todos los tipos y pelajes, ahora es un festival de big plays en un equipo que solo sabe mirar a lo lejos, que busca el touchdowns en cada jugada, y en el que Andy Dalton ya ha confirmado el papel estelar que adoptó en 2015.
Enfrente estaban los Browns, una vez más empeñados en batir un récord de quarterbacks en una temporada. Kessler salió lesionado. Otro más que es abandonado por una línea ofensiva que debería pagar indemnización por daños y perjuicios a todos sus pasadores. El valiente que ocupó su lugar fue Kevin Hogan, rookie de Stanford, elegido en quinta ronda del draft. Visto lo que está sucediendo, los Browns debieron haber elegido a quarterbacks en todas sus elecciones del último draft, para poder sostener el ritmo al que se los va puliendo en la máquina de picar carne que es su línea ofensiva.
Pese a todo, los de Cleveland plantaron cara a los Bengals. Quizá porque los locales, sintiéndose muy superiores, se despreocuparon desde el primer minuto del control del reloj, o tal vez porque su defensa contra la carrera sigue haciendo buenos a todos los backfields a los que se enfrenta. El caso es que tras el touchdown de Giovanni Berrnard que abrió el marcador en la primera serie, y que auguraba un paseo para los locales vista la facilidad con que se atravesaron el campo, los Browns se recompusieron y llegaron a ponerse por delante 7-10 tras un field goal y un touchdown de Crowell.
Solo fue un espejismo, y la actuación de Dalton se convirtió en festín: pase a LaFell de 44 yardas y hail Mary a AJ Green de 48 yardas antes del descanso. Dos touchdowns como dos soles, desde el otro lado del mundo, y 21-10 al medio tiempo. El quarterback se iba a descansar con 232 yardas en la buchaca tras haberse dado un atracón de lanzamientos lejanos (terminó el partido con 308).
Los Browns salieron encorajinados en la segunda mitad, y Hogan, su nuevo quarterback de circunstancias, anotó un touchdown de carrera de 28 yardas (21-17) y tuvo un digno papel. Sin embargo, su eficacia terrestre no era refrendada por el aire. De hecho, el jugador terminó el partido con más yardas de carrera (104 en 7 intentos y un touchdown) que aéreas (100 yardas y dos intercepciones con 12 completos de 24 intentos).
Los Bengals encendidos no se dejaron amedrentar por esa anotación y devolvieron el golpe con otro ‘big play’ descomunal marca de la casa: touchdown de carrera de 74 yardas de Jeremy Hill (28-17), que sin embargo tuvo que abandonar lesionado el partido pocos minutos después con una mano lesionada que no tenía buena pinta.
El resto del partido simplemente sobró. Todavía vimos un field goal de Nugent que amplió la diferencia de los Bengals (31-17), y un honroso esfuerzo de Cleveland por mantener el partido vivo todo el tiempo posible, pero la diferencia entre ambos equipos ahora mismo es demasiado grande, pese a que en Cincinnati no les importaría que Hue Jackson volviera a habitar en su banda.
Eso sí, por favor, no más empachos de naranjada. Es mucho mejor ver los partidos de football sabiendo a que equipo pertenece cada jugador sobre el campo.