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Green Bay Packers

Aaron Rodgers, Olivia Munn y la crisis ofensiva de los Packers

Quizá haya llegado el momento de preguntarse si el bajón de rendimiento del quarterback en el último año y medio tiene que ver con cuestiones no deportivas.

Aaron Rodgers, Olivia Munn y la crisis ofensiva de los Packers
ROBERT GALBRAITHREUTERS

Llevamos varias semanas sorprendidos por el bajo rendimiento del ataque de los Green Bay Packers. Durante todo este tiempo hemos buscado los motivos del problema en el staff técnico, en la incapacidad de los receptores para conseguir espacio sobre los defensas, en el sobrepeso de Eddie Lacy y en cualquier razón que se nos ha ocurrido, pero casi nadie se ha atrevido a señalar que Aaron Rodgers pudiera ser parte del problema.

Porque por alguna razón, Rodgers parece intocable.

Nadie puede negar que todos los problemas señalados existen, pero durante siete años hemos visto a Rodgers sobreponerse a sus conflictos con McCarthy, que como las meigas nadie ha visto, pero haberlos haylos; le hemos visto jugar sobrado sin la ayuda del backfield (que de hecho este año no está rindiendo nada mal); hemos presenciado asombrados cómo conectaba sin despeinarse con receptores de cualquier pelaje cuando sus objetivos preferidos estaban lesionados; incluso le hemos visto sobrevivir a una línea ofensiva inexistente sin inmutarse, y el hecho es que, precisamente este año, su línea es un auténtico muro.

Así que, todos esos problemas deportivos, por muy graves que parezcan, no son muy diferente a los que ha tenido que sobrellevar en otras ocasiones, con un éxito casi sobrenatural.

La diferencia es que ahora Rodgers parece disgustado con sus compañeros, a los que mira con resquemor y frustración cuando dejan caer un pase; Rodgers parece haber perdido mecánica de pase, y eso denota desgana o falta de entrenamiento; Rodgers intercala sus habituales pases geniales con intercepciones inexplicables o lanzamientos a ninguna parte como no había hecho hasta ahora…

El problema empezó en 2015

En el caso de Rodgers, hay otros síntomas que también pueden dar luz sobre el problema. La realidad es que ese bajón de rendimiento personal, independiente del global del ataque, no ha comenzado en los últimos partidos. Se inició en 2015, cuando el quarterback jugó la peor temporada de su carrera, que llamó aún más la atención porque justo un año antes, en 2014, había sido elegido MVP de la temporada.

Algunos de los problemas de los Packers en 2015 eran los mismos que están asomando este año, pero otros eran muy diferentes, y Rodgers ya estaba mostrando los mismos síntomas de este año. Cierta desgana, falta de precisión y descuido en la mecánica. Todo eso quedó enterrado por su fabuloso festival de Hail Marys y pases imposibles de los últimos partidos, pero el algodón no engaña y, repasando sus números, prácticamente todas las estadísticas fueron en 2015 sensiblemente inferiores a la media de sus otras siete temporadas como quarterback titular de Green Bay.

Por tanto, más allá de los problemas tácticos o estratégicos actuales del ataque de Green Bay, en Rodgers hay otro problema que no es nuevo, porque ya existía en 2015.

No parece que sea un problema físico. A veces hay jugadores cuyo rendimiento disminuye por una lesión que no trasciende. Pero en este caso no parece ser la cuestión, entre otras cosas porque ocultar un problema físico grave durante toda una offseason resultaría bastante complicado.

Por tanto, la lógica me lleva a buscar en su vida personal.

Separar vida personal y deporte

Lo que pasa sobre el emparrillado no se queda en el emparrillado, y viceversa. Los jugadores no dejan el cerebro dentro del casco cuando se marchan a sus casas, y se lo vuelven a poner al día siguiente cuando vuelven a los entrenamientos. Son como tú y yo, personas con una vida personal y otra profesional que interactúan, porque en el fondo son la misma cosa. Y como nos pasa a ti y a mí, tienen que aprender a llegar a casa y evitar pagar con los más próximos los disgustos de una mala jornada de trabajo, e intentar que sus problemas afectivos no afecten a su rendimiento laboral. No estoy diciendo nada absurdo. Todos hemos tenido que pasar tragos complicados muchas veces para que esa doble vida no termine por estrangularnos.

“¡Herejía! ¡Nunca hay que mezclar deporte con familia! Los problemas que se producen en el emparrillado siempre tienen solución dentro del emparrillado”. No estoy de acuerdo. No es verdad. Llevo suficiente tiempo en el mundo de la información deportiva para saber que un porcentaje de los bajones de rendimiento de los atletas tiene más que ver con cuestiones personales que con problemas deportivos o físicos. Un deportista de élite necesita mantener un nivel concentración, un plan exhaustivo de entrenamientos y una vida sacrificada en todos los aspectos, que pueden caerse como un castillo de naipes con un detalle que incluso puede parecer nimio. Muchísimas veces los problemas de un deportista nacen de cuestiones personales que no han trascendido porque, aunque la mayoría piense lo contrario, los medios respetan la vida personal de los deportistas en la mayoría de los casos. Entre otras razones porque una falta de discreción puede acabar con la carrera de un periodista y poner en su contra a todas sus fuentes.

Su relación con Olivia Munn

La realidad es que la vida personal de Aaron Rodgers aparentemente cambió de forma radical cuando conoció a Olivia Munn, cuya relación se hizo ‘oficial’ en mayo de 2014, aunque llevaba semanas siendo un secreto a voces.

Olivia Munn no solo era actriz, y una de las mujeres más bellas del mundo según infinidad de rankings, también había sido periodista deportiva en Fox Sports, donde informó sobre NFL y College football. De hecho, seguro que todos vosotros la conocíais antes de que se hiciera popular por su aparición de algunas películas de la Marvel, o en series como ‘Newsroom’ donde interpretaba a una periodista económica dentro de un canal televisivo de noticias. Todos la habíamos visto haciendo análisis de football en la Fox.

La historia es que las apariciones públicas de Aaron Rodgers hasta ese momento se habían reducido a aparecer junto a Brett Favre en algunas entregas de premios que buscaban polémica, y a los famosos anuncios de Double Check, por culpa de los cuales tuvo que dejar de hacer su famosa celebración del cinturón tras los touchdowns. Pero desde que apareció con Olivia Munn presentando la 49ª entrega de premios de la Academia de Música Country en abril de 2015, poco antes de anunciar su relación (imagen que ilustra este artículo), la vida pública de Rodgers se multiplicó exponencialmente.

Eso no tiene por qué afectar en nada al rendimiento de un jugador. De hecho, en un principio pareció sentarle muy bien, porque pocos meses después fue elegido MVP. Además son muchos los deportistas de élite que tienen que lidiar con ese tipo de fama, no tan ‘deportiva’. Pero al mismo tiempo que han ido creciendo las apariciones públicas de ambos, también ha crecido el interés de la prensa rosa, que además parece especialmente interesada en buscar conflictos en su relación. El último tiene que ver con la supuesta enemistad entre Olivia y Jordan Rodgers, hermano del jugador, que ha sido uno de los temas estrella de la prensa rosa de EEUU este último verano. Quizá este tipo de fama sí esté afectando al jugador, o simplemente esté cambiando su orden de valores. Un atleta sin ‘hambre de victoria’ puede perder parte de su magia.

No tengo ni idea sobre cuál es la relación entre Aaron y Olivia. No sé si comen perdices o se lanzan platos cada noche. Y en realidad no me importa. Lo único que sé es que el quarterback de los Packers lleva año y medio jugando muy lejos de su auténtico nivel. También sé que él ha conseguido sobreponerse a problemas tácticos, de vestuario, o con su entrenador en el pasado. Y sospecho que no tiene ninguna lesión que le impida jugar como sabe. Pero cuando le veo sobre el campo, distante e indiferente, sin conseguir reírse como en el pasado, con carencias debidas normalmente a la falta de entrenamiento y cometiendo errores de concentración, pienso que quizá no sea descabellado pensar que tenga algo en la cabeza que no consigue dejar fuera del emparrillado.

No sé si Olivia Munn es parte o no del problema, pero estoy seguro de que ella sí sabría darme la respuesta sobre qué le está pasando a Aaron Rodgers.