Los Bears resucitan a costa de unos inoperantes Lions
Chicago jugó un estupendo partido en defensa y, con un Hoyer que nunca se metió en líos, consiguió que su ataque moviera el balón sin extravagancias, y con eficacia.
Chicago no es un equipo explosivo, más bien al contrario, y lleva algún tiempo sumido en una especie de depresión colectiva que no hace justicia a su potencial. De hecho, su defensa lleva siendo potente toda la temporada, pero termina sepultada por un ataque anémico y depresivo que ni siquiera consigue mover el balón con cierta solvencia.
Sin embargo, parece que la lesión de Jay Cutler empieza a dar sus frutos. Con Brian Hoyer a los mandos, el ataque pareció otra cosa. Sin meterse en grandes líos, sin hacer cosas extraordinarias, el quarterback lanzó para 302 yardas y dos touchdowns, Eddie Royal rindió a un nivel estratosférico, Kevin White dio otro paso para convertirse en uno de los receptores sorpresa de la temporada, después de lesionarse en su pretemporada de rookie y perderse todo 2015, Zack Miller confirmó que su fichaje puede ser un acierto, y esta vez ni siquiera hizo falta que Jeffery sumara números muy superiores a los habituales. Además, la línea ofensiva pareció renovada y Jordan Howard jugó su primer gran partido en la NFL. El corredor rookie sumó111 yardasen 23 intentos.
Fue un ataque sin demasiado brillo, pero sólido, y si John Fox consigue asentar ese juego, que es el que a él le gusta, quizá sí pueda ser el punto de partida del renacimiento de una franquicia que lleva mucho tiempo tocando fondo.
Sin embargo, los Lions lo pusieron sencillo y el partido se encarriló desde muy pronto. En su segunda serie ofensiva, Hoyer conectaba con Eddie Royal para un touchdown que culminaba una serie larga y sostenida, muy equilibrada entre pase y carrera, que anunciaba lo que luego fue todo el partido. Los Lions, anémicos casi siempre, chocaban una y otra vez contra la defensa de Chicago, a la que este año no se le puede poner ningún ‘pero’. Ellos hacen su trabajo casi siempre. Y lo hacen bien, como en la serie previa al descanso en que interceptaron a Matthew Stafford para llegar al medio tiempo 7-3 después de que Detroit solo hubiera conseguido 90 yardas de pase y 16 de carrera a esas alturas.
Tras la reanudación, los Lions apretaron el marcador (7-6) con un field goal después de que Chicago consiguiera parar su ataque dos veces en la yarda uno. Tras el subidón defensivo, comenzó el demarraje de los Bears, que ya no levantaron el pie hasta el final del encuentro: touchdown de Miller a pase de Hoyer (14-6), field goal de 25 yardas de Barth (17-6) y nueva intercepción a Stafford cuando mejor estaba jugando Detroit.
En el último instante, Andre Roberts retornó un punt de 85 yardas y Stafford conectó con Tate la conversión de dos para apretar el resultado 17-14, pero no fue más que un mejor maquillaje. Los Bears jugaron un partido serio y esperanzador. Siguen siendo un equipo convaleciente, pero quizá hayan encontrado la manera de curar su enfermedad. Mientras, los Lions, mucho tendrán que mejorar a los dos lados del balón si no quieren terminar la temporada como el equipo intrascendente que es ahora mismo.