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DALLAS COWBOYS

La catástrofe táctica de Jason Garrett y los Dallas Cowboys

Dak Prescott, QB del equipo, fue echado a los leones por una dirección estratégica que se equivocó de plano ante los New York Giants.

Madrid
ARLINGTON, TX - SEPTEMBER 01: Head coach Jason Garrett of the Dallas Cowboys during a preseason game against the Houston Texans at AT&T Stadium on September 1, 2016 in Arlington, Texas.   Ronald Martinez/Getty Images/AFP
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RONALD MARTINEZAFP

Os voy a contar la historia de un entrenador de la NFL que es el protegido del dueño de su franquicia. Es más, este mismo dueño es el general manager, de facto, del equipo, así que estamos hablando de un señor que tiene carta blanca para hacer o deshacer o, lo que viene a ser lo mismo en estos casos, es un esclavo de la voz de su amo. Que parecen cosas muy diferentes y qué va.

Este hombre, que se llama Jason Garrett y trabaja a las ordenes de Jerry Jones en los Dallas Cowboys, es un tipo inteligente y que conoce la NFL. Son dos aspectos que deduzco de su formación, ya que estudió en la muy prestigiosa universidad de Princeton, y de su pasado en la liga, con dieciséis años de servicio como quarterback entre 1989 y 2004. De pedigrí va sobrado.

Pero hay algo que no acaba de encajar. Algo que impide que acabe por triunfar de verdad y le permita ser considerado como uno de los mejores entrenadores de la NFL. Incluso que sea considerado un buen entrenador. Ese algo se puede resumir en una sencilla premisa:

Jason, de verdad, haz que corran con el maldito balón.

Sólo eso.

Asumo que esta liga es un mundo complejo y que hay muchas verdades internas que se nos escapan. Quizás alguna lesión no hecha pública, algún jugador que se merece un escarmiento, un desequilibrio en los rivales que hay que explotar... y que hacen cambiar el plan de partido aunque desde fuera parezca una aberración.

Lo que pasa es que Garrett ha gastado su comodín para usar ese tipo de excusas hace demasiado tiempo. En las malas, en las regulares, cuando se le apreta contra la espada y la pared y, salvo un año, ese ha sido su estado vital al frente de los Cowboys en las últimas seis temporadas, lo que le sale de dentro, lo que ordena, es pasar y pasar y pasar. Hasta la derrota final.

Ayer diría que fue la gota que colmó el vaso. Pero mentiría, porque sólo fue una demostración más de la catástrofe táctica que son los Dallas Cowboys de Jason Garrett.

Jason Garret puso a Dak Prescott a los pies de los caballos

Porque la lógica es aplastante. Durante años el equipo, ajeno a la tendencia natural de Jones, eligió en rondas altas del draft a hombres de la OL hasta hacer de esta unidad la mejor de la liga en ese apartado. Además, este año han usado su número cuatro del draft, que se dice pronto, en un corredor. Y han fichado en la agencia libre a Alfred Morris.

Haz que corran con el maldito balón, Jason.

Por si lo anterior no fuese suficiente para tener muy claro, pero mucho, cual es el eje pivotal de tu ataque, resulta que tienes que salir a jugar con un quarterback rookie elegido en cuarta ronda, Dak Prescott, al que sería aconsejable no poner a los pies de los caballos ni dejar que decidiese el partido.

Pues pasó el balón en 45 ocasiones. Cuatro decenas y cinco unidades. Casi medio centenar. C-u-a-r-e-n-t-a-y-c-i-n-c-o veces.

¿Sabéis que sólo un QB rookie en su primer partido pasó en más ocasiones? Fue Sam Bradford en su debut con los Rams, con 55 melonazos. Perdieron aquel partido, no me digáis por qué.

No tiene ningún sentido. El equipo sólo tuvo 28 intentos de carrera, más dos del propio QB. Ciertamente no tuvieron éxito, con 101 yardas ganadas por tierra. Pero eso no puede ser óbice para la barbaridad que es dejar que el partido descanse en el brazo de un pasador rookie, cuando tienes un ataque que destaca por su potencia y poderío físico en las trincheras. Y porque el juego de carrera es un continuo que sirve para desgastar defensas aunque los resultados no sean inmediatos.

Haz que corran con el maldito balón, Jason. Hazlo. Tienes el equipo construido para ello y tienes el contexto de la lesión de Tony Romo que te obliga. No te empecines. Resuelve el carajal táctico en el que estás metido y aplica la lógica: corred con el maldito balón.