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JUEGOS PARALÍMPICOS

Vervoort: “No quiero seguir viviendo cuando sólo tenga dolor”

La belga, de 37 años, con una grave enfermedad degenerativa, estremeció al mundo al conocerse que tras competir en Río se sometería a la eutanasia.

Vervoort: “No quiero seguir viviendo cuando sólo tenga dolor”

Era el primer día de la competición de los Juegos Paralímpicos de Río y, en el estadio Joao Havelange, Kim López acababa de ganar el primer oro para España. Apurando el tiempo para mandar las informaciones, varios periodistas perdimos el autobús. Ante la posibilidad de esperar una hora a que llegara el siguiente (en una zona poco recomendable), decidimos colarnos en el autobús de los atletas que les trasladaba a la villa, para luego volver a coger otro autobús. Cuando el conductor estaba a punto de arrancar se subió en su silla de ruedas una atleta menuda de pelo corto, rubísima y acompañada por una asistente. Lucía en el cuello una medallita de San Antonio de Padua. Era Marieke Vervoort, la atleta belga de 37 años cuyo caso ha estremecido al mundo, al conocerse la noticia de que después de Río se sometería a la eutanasia.

—¿Qué tal, Marieke? Soy española y me gustaría hablar con usted un rato. ¿Es posible?

(Por temor a ser descubierta, me dirijo a ella cuando el autobús ya ha llegado a la villa. A Marieke se le nota que le gusta hablar con la gente. La saludo y me besa como si me conociera de toda la vida. Va vestida con la equipación de paseo de Bélgica, camiseta y pantalón corto que deja entrever unas enormes cicatrices en sus frágiles piernas, fruto de unas terribles quemaduras. Ocurrió en 2014 al sufrir un ataque epiléptico y verterse sobre ella el agua hirviendo de una cacerola cuando cocinaba pasta. Al oír España y Lanzarote, la isla a la que acude cuatro veces al año a entrenarse, se le ilumina el rostro y se lanza a hablar en un español claro pero algo chapurreado). ¡Oh, Lanzarote¡ Me gusta mucho. Empecé a ir cuando practicaba triatlón. En Bélgica tengo mucho dolor porque hace mucho frío y llueve, pero en Lanzarote hay sol y puedo descansar. Porque mi enfermedad es progresiva (aclara). No estoy en la silla de ruedas por un accidente­. (Marieke relata que empezó a practicar maratón en 2012, pero cambió de prueba cuando una persona del Comité Paralímpico Belga le propuso ir a los Juegos de Londres y vio que no existía el maratón en su categoría. Allí conquistó el oro en 100 metros y la plata en 200. Hoy debuta en Río en 400 y el próximo sábado participará en el 100. En 2013 sufrió una grave lesión y los médicos le dijeron que no podría participar en el Mundial 2014. Ocho meses después batió tres récords del mundo en 400, 1.500 y 5.000. “¡Mierda! Cuando quieres, puedes”, asegura).

—Se le ve muy feliz y emocionada. ¿Seguro que no quiere llegar a Tokio 2020?

—No. Después de Río dejo de competir porque cada vez me resulta más difícil entrenarme. El año pasado, en Doha, dormía sólo tres horas y gané tres medallas. ¡Oh, es una locura! Esta noche sólo dormí una hora porque en la ceremonia inaugural estuve mucho tiempo en la silla y eso me produce mucho dolor. Muchas personas piensan que yo quiero la muerte, pero no es así. Firmé mis papeles en 2008 porque tengo muchos dolores y yo no quiero vivir cuando sólo tenga dolor. Todos los días desde las nueve de la mañana necesito ayuda externa. Y yo no quiero vivir así. Pero eso no quiere decir que pida la eutanasia inmediatamente después de Río. La culpa fue de un periódico belga que dijo que sería después de Río. Yo vivo día a día y seguro que sabré cuándo ha llegado la hora. (Al hablar de la eutanasia se pasa al inglés). ¿En España está prohibida? ¿se va a prisión por ello? Para mí la eutanasia es buena. Dejadme descansar, cuando ya no quiera seguir adelante. Es un derecho de las personas. Si todavía hubiera buenos momentos, estaría aquí, pero cuando no…”.

—¿Y qué hará tras Río?

—Daré charlas de motivación. Y les diré: “Don’t give up” (“Nunca te rindas”).

—Suerte y a por la medalla.

—Es difícil, pero lo intentaré.

—(Y se despide tarareando una canción en español) Vamos a la playa, oh, oh, oh, oh, oh, oh...