Como en Londres 2012 y Atenas 2004, el primer peaje que transitó la Selección Olímpica fue complicado. Alemania volvió a la Arena Fonte Nova, punto de partida de su camino hasta Maracaná y la Copa del Mundo de 2014. Otro equipo, cierto, pero los lugares significantes siempre acarrean la nostalgia del triunfo pretérito. La selección de "El Potro" Gutiérrez, en cambio, no comprende de nimiedades; tiene una gran factura por igualar, el pasado por detrás y el futuro nebuloso. Al contrario del impertérrito grupo de Luis Fernando Tena, el combinado que comanda 'Gutiérrez' no posee aquel aura divina, ni lleva consigo la sensación de que, no importa la tormenta, el sol siempre saldrá al final. Fuera comparaciones, Gutiérrez y su camada, hambrienta, procaz, tienen un plan. No hay colorete, ni épica, ni siquiera un dejo de simpatía. Pero hay fútbol.
¿Lección aprendida? No. El axioma anticipado por Lineker no se ha retenido en el imaginario colectivo del futbolista mexicano. El tiro de Bender curveó frente a las narices de Talavera; Gnabry despedazó a Abella, Salcedo, Montes, Márquez, Quirarte (y el que le pusiera enfrente) y "El Cubo" Torres, suplente del quejoso Oribe (alerta roja), citó a Lozano con el gol. "El Chucky" no estuvo de dulce. Quizá le perturbó la tormenta. Rondaba el epílogo, la tormenta amainaba, cuando Ginter aprobó en la asignatura suspensa de por vida por el fútbol mexicano: el balón parado en contra. La historia de siempre, pero que el empate no desvíe los juicios. Los presagios eran peores. No olvidemos. Las espadas se forjan tras haber sido sometidas al fuego.