Canelo vence a Cotto tras 12 rondas y se proclama campeón
El jaliciense venció al puertorriqueño en Las Vegas en un bonito duelo. Canelo Álvarez se convierte en el primer mexicano en ganar peso medio y superwélter.
Canelo Álvarez hizo historia anoche en el Mandalay Bay de Las Vegas venciendo a Miguel Cotto tras doce rondas de boxeo altamente táctico. El resultado de los tres jueces fue: 117-111, 119-109 y 118-110, todos para Canelo.
El mexicano se convirtió en el primero de su tierra en ganar el título de peso medio y superwélter en un combate con intercambio de golpes por igual, aunque con más eficacia del jaliciense.
Se presentaba como uno de los combates más impredecibles de la historia reciente.
Dos boxeadores altamente habilidosos, haciendo alarde de esa rivalidad histórica México-Puerto Rico en el ‘ring’ (Cochulito vs. Morel; Cotto vs. Margarito; Segura vs. Calderón, la lista parece infinita...).
Por un lado, Canelo, el pelirrojo de Guadalajara que falla sólo uno de cada dos puñetazos forzosos. Por otro, Cotto, con 10 años más de desgaste y, por contra, experiencia. El hombre camaleón que ha ganado títulos en cuatro categorías de peso diferentes.
Desde su derrota ante Mayweather, como De La Hoya dijo hace poco, “de las aburridas”, Canelo había enrachado tres triunfos consecutivos y se presentaba al combate como ligero favorito.
Canelo, en cada descanso en Las Vegas, escuchaba a su entrenador decir: “Eres más fuerte que él güey, más rápido”.
Cosa cierta, pero que Freddie Roach (el de Cotto), contrarrestaba diciéndole a su pupilo, cuya carrera tanto ha resucitado: “Tienes que mover los pies. Está enfadado, va a venir con fuerza. Haz que sea en vano, tú gana esos puntos”.
El objetivo de Cotto, conforme pasaban las rondas, era usar su IQ boxeador para ganar puntos, usar su agilidad y vencer a través de los jueces.
Cuando pasaron las doce rondas, Cotto y Canelo se abrazaron. Había llegado el momento fatídico, el minuto de suspense hasta conocer la puntuación que les concedió cada juez. Ambos se respetan mutuamente y el puertorriqueño lucía una mirada de satisfacción. Satisfacción por haber resucitado su carrera y haberle dado guerra a un luchador de una generación inferior y que, salvo catástrofe, comienza su auténtico reinado en el boxeo.