Subastan carta de pasajero del Titanic en miles de dólares
A más de un siglo del naufragio del Titanic, subastan carta de un pasajero uruguayo en miles de dólares. A continuación, te compartimos qué decía el escrito.
Ha pasado más de un siglo desde el naufragio del Titanic; no obstante, la historia e incertidumbre detrás del lamentable suceso continúa atrayendo la atención de cientos de miles de personas alrededor del globo.
De acuerdo con Univisión, hace tan sólo unos días se subastó una carta escrita por uno de los pasajeros del buque en $12,000 dólares, lo que demuestra el alto interés en torno al tema. El escrito fue subastado por la empresa Zorrilla, en Uruguay, entre el 30 de junio y el 1 de julio, y formó parte de un remate de alrededor de 800 lotes de platería criolla, militar y documentos históricos.
Según el citado medio, la pieza fue escrita por Ramón Artagaveytia Gómez, un uruguayo nacido en 1840, que relató cómo se vivía el ambiente antes de subir al barco a uno de sus hermanos.
¿Qué decía la carta que fue subastada por miles de dólares?
El Titanic paró por última vez en el puerto de Queenstown, Irlanda, en abril de 1912; fue entonces cuando Ramón Artagaveytia envió su última carta a su hermano. A través de esta, describió cómo lucía el interior del buque, señalando que era “del tamaño de una casa de cinco pisos”.
“Al acercarnos ayer en el vapor (el Titanic) estaba fresco como el Río de la Plata. Al mirar para arriba me hacía el efecto de estar al pie de una casa de cinco pisos” se lee en el escrito, mismo en el que añade que habían alrededor de 50 mozos a bordo. “Uno me toma las valijas, y por el ascensor (había tres) subimos a mi piso en la cubierta B. El comedor está en la D y más abajo hay otros (...) Los corredores están pintados de blanco y algunos salones, como este, son de madera esculpida, creo que de roble, con sofás y sillas de raso aterciopelado verde. Todo es nuevo y rico”.
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Una carta que pasó por generaciones
De acuerdo con el testimonio de Sebastián Zorrilla, de la mencionada casa de subastas, la carta de Ramón estuvo con la familia Artagaveytia durante tres generaciones; hasta que uno de los miembros decidió ponerle valor monetario y subastarla.
“Hay alguien siempre en las familias que decide congelar la historia en un remate y hacer que esta pieza que la atesoran durante un tiempo y que nosotros atesoramos momentáneamente vaya a parar a manos de un coleccionista o de un museo”, expresó Zorrilla.