La voluntad mediocre
Lo que vimos fue una danza de sombras del que fuera el club más grande del mundo y que el nombre que lleva, pesa más que cualquier losa a algunos jugadores.
Sin Messi ni Pedri, lo que se vio no era el Barça, sino una banda de alegres personas que decían que jugaban al fútbol. Decían algunos.
Lo que vimos fue una danza de sombras del que fuera el club más grande del mundo y que el nombre que lleva, pesa más que cualquier losa a algunos jugadores, que le contarán a sus nietos que militaron en el Barça y nunca más pudieron tener tanta suerte.
Toda la suerte que una persona tiene, se la gastaron cuando el FCB les preguntó: ¿jugarías para estos colores si os pagamos dinero?
Sin orden ni concierto y con la desgracia de Araujo y del gol injusto del Betis se llegó a la segunda parte a trompicones y suplicando un medio del campo algo decente.
Messi y el canario dijeron: “a nosotros, la bola la llevamos nosotros” y consiguieron empatar, adelantarse, sufrir y volver a ganar de la mano de Trincao que, aunque solo fuera por probabilidades, necesitaba y tenía que marcar un gol. Y lo consiguió.
Renqueando se ganó y se implora que el Atlético pierda mañana y que con el Sevilla se pueda suplicar ganar o empatar para preparar la final de Copa.
En cualquier caso, la primera final es contra el PSG en pocos días y será allí donde se dictamine si se sobrevive o si el barco se hunde como lo hizo el Bayern en verano.