Corazón caliente
Y al final era simplemente eso: luchar hasta el final como un equipo. Pero como equipo, no solo con Messi.
De Jong sube como nunca lo ha hecho, Araujo imperial, Griezmann el mejor del equipo y con menos suerte del planeta porque la chilena había sido antológica y el portero la paró incluso de mejor manera.
Lo de Alba ha sido genial y que Luis Enrique no lo llame no tiene perdón. Lo de Pedri es un escándalo. Como un niño de dieciocho años puede bailar entre medio de los tiburones rivales sin bajar la cabeza y con un imán en las botas.
No sé a quién me recuerda más si a Laudrup, Iniesta o De la Peña. Riqui envalentonado, Dembélé es tan bueno que ni lo sabe. Es el chico triste del bloque que es un genio y o no se lo han dicho o no se lo cree.
Es que hasta Trincao ha jugado bien.
Y como siempre, Messi ha sido el que ha movido al equipo, al suyo y al otro. El que acaricia a los chavales que lo ven como al ídolo que tuvieron pegado en los posters de las habitaciones.
El espíritu de equipo es lo que marca la diferencia y claro está que la estrategia y la elección correcta de los jugadores ayuda, pero tener un corazón de lava te gana partidos.
Unos diez minutos después del segundo del Granada el equipo iba medio KO, sin embargo la entrada del francés ex del Borussia ha cambiado de espíritu al equipo.
Y si escribo que hubiera dicho lo mismo si al final se hubiera acabado 2-0, créeme porque este es el Barça que fascina y enamora, el que lucha y es imaginativo.
Es mejor perder así que ganar dos partidos 0-1. Los hinchas del Barça y del Madrid no les importa el qué (los títulos) sino cómo se ganan. La forma en el fútbol, lo es todo. El corazón es lo que nos hace diferentes a otro seres vivos.