Lo bueno, lo malo y lo feo de la semana 1 de la NFL
El primer domingo de la campaña tuvo actuaciones memorables, que no necesariamente significa que haya sido positivas.
Cam Newton y DeAndre Hopkins tuvieron sólidos debuts con sus nuevos equipos y, más importante aún, victorias divisionales para iniciar la temporada. Los Eagles y los Bucs acusaron la ausencia de pretemporada con una alarmante falta de coordinación y bueno, los Browns fueron los Browns de siempre. La semana 1 de la NFL no decepcionó.
Pero vamos con lo bueno, lo malo y lo feo de la semana 1.
Lo bueno.
Russell Wilson y Lamar Jackson lucieron exactamente como lo que son, dos de las máximas estrellas de la NFL. Wilson completó 31 de 35 para 322 yardas y cuatro pases de touchdown y Jackson tuvo 20 completos en 25 envíos con tres a las diagonales y otras 45 yardas por tierra. Pero algo me dice que estos dos nombres serán recurrentes en la sección, démosle oportunidad a los demás.
Gardner Minshew tiene los números, pero el parámetro es muy bajo, ¿qué tal Aaron Rodgers? A-Rod envió un sutil mensaje al coach Matt LaFleur y al gerente Brian Gutekunst: Tomar a Jordan Love en la primera ronda del pasado Draft fue un error. Un gran error.
Rodgers demostró el domingo que no necesita de ayuda, aunque no le estorbaría, ni de grandes nombres a su alrededor para seguir siendo uno de los pasadores más letales de la NFL. Contra una defensiva de respeto —incluso a pesar de la enorme cantidad de cambios que sufrió Minnesota—, Rodgers brilló como en sus mejores épocas con 364 yardas, cuatro pases de touchdown y un triunfo divisional “a domicilio” que hace pensar que el viaje del año pasado a la Final de Conferencia no fue obra de la casualidad.
Rodgers operó con precisión quirúrgica sobre un perímetro de Minnesota que no tuvo respuesta alguna. Rodgers sigue siendo, por sí solo, la mayor fábrica de receptores de la NFL como lo demuestran las cuatro recepciones, 96 yardas y un touchdown de Marquez Valdes-Scantling ¿Quién? Exacto.
Lo malo
Se supone que los Jacksonville Jaguars serían el hazmerreír de la NFL y que tenían su boleto sin escalas a la primera selección global del próximo Draft. Se supone, también, que la llegada de Philip Rivers sería la solución a todos los problemas de la ofensiva de los Colts. Se supone.
En lo que se ha convertido en una tradición cuasi semanal, Rivers lanzó una intercepción en el último cuarto y con su equipo abajo por siete puntos o menos. Eso ya no sorprende a nadie, lo que sorprende es que haya sido contra unos Jaguars que se deshicieron de todo lo que pudiera tener algo de valor de cara esta temporada.
Sí, los Colts generaron 445 yardas de ofensiva total. Sí, Rivers tuvo 363 yardas y un touchdown y sí, el pateador de despeje de Indy dejó su debut de temporada para mejor ocasión, pero todo eso resulta inútil, en verdad inútil, si no ganas el juego. Un juego que deberías ganar ante un equipo a todas luces inferior.
Rivers no lanzó una, sino dos intercepciones. La primera. En el segundo cuarto, Jacksonville la convirtió en el touchdown que empató el juego a 7 apenas cuatro jugadas y 27 yardas después. La segunda es imperdonable. Abajo 24-17 y con todo el cuarto periodo por jugar, Rivers lanzó un pase que Amdrew Wingard se robó y dejó a 12 yardas de las diagonales. Matándole todo el ímpetu a los Colts y, eventualmente, sus aspiraciones.
Lo feo
Nunca nadie va a confundir a Mitch Trubisky con Dan Marino. El domingo, sin embargo, los Detroit Lions lo hicieron ver como tal. Eso no puede ser bueno por ningún lado por el que se le vea.
Se supone que Matt Patricia era un genio defensivo y que los Lions habían invertido lo suficiente de ese costado del balón como para brindarle siquiera un poco de ayuda a Matthew Stafford y una ofensiva más que capaz. Pero los genios defensivos no colapsan ante Trubisky, un quarterback reconocido dentro del mundo de la NFL casi exclusivamente como “el que tomaron antes que Mahomes” y nunca por sus habilidades atléticas, de liderazgo o su enorme corazón.
Arriba 23-6 luego de tres cuartos y 23-13 con 4:02 en el reloj, los Lions convirtieron a Trubisky en el amo del regreso. Sí, al mismo Trubisky que en un momento del juego tenía ocho completos de 20 intentos y que terminó con tres pases de touchdown en el cuarto periodo.
Por si fuera poco, con la oportunidad de ganar el juego en los segundos finales, el novato D’Andre Swift soltó un pase de Stafford en las diagonales con 16 segundos en el reloj. Es difícil imaginar un peor inicio de temporada.