El Atlético espanta las dudas
Un doblete de lujo de Koke sentenció el partido que se encarriló con los goles de Correa y Carrasco. Calleri acortó distancias, Oblak paró un penalti y Thomas hizo el quinto.
Había comenzado el partido con un aviso en la alineación que resultó decisivo. Thomas por Gabi. Sorpresa. ¿Y principio de un relevo generacional? Porque el tiempo pasa para todos. Para algunos son canas, barriga, menos pelo, para otros, cada más tiempo en el banquillo. El banco. Allí donde ayer estaban Juanfran, Gabi, Torres. Sobre la hierba, en cambio, Lucas, Thomas, Correa, el futuro. El único que superaba los 25 años del once era Godín, brazalete de capitán. La furia rodeada del hambre. Y el gol. A los cinco minutos, el Atleti ya ganaba 0-2.
Tres tardó Correa en darle la razón a Simeone. En lo del once y en aquello de que este año debe ser su año. Un toque, se fue de dos defensas. Otro, y de otros cuatro para colarle el balón a Chichizola con la punta de la bota. O de la uña. Un gol que olía a calle, a fútbol de barrio, a marcar para ganar Fantas naranja. Un gol de talento, chispa, de eso que se tiene o no, y Correa camina y lo derrama. Como Koke, principio de todo, con un pase filtrado estupendo al que siguió un gesto de Vietto, dejando pasar el balón para que le llegara al potrero argentino y bailara un tango en Canarias.
Ayudaba Las Palmas, que ni presionaba ni inquietaba, como si el verde fuese una alfombra roja tendida ante un Atleti con Thomas y Saúl doble pivote, inédito. Los rojiblancos tenían el balón, el dominio y el centro del campo como si lo del otro día, la primera parte de Girona, sólo hubiese el mal sueño de una noche de verano. En el minuto 5 el que se metía en el área para batir a Chichizola era Carrasco. El inicio fue Saúl. Que corrió y centró ante un Las Palmas que sin Roque Mesa parece su fotocopia mala. Márquez miraba a su equipo desde el banquillo y negaba. No, no, no. Eso que veía no le gustaba, como si la cortesía de sentar a Vitolo para que no se enfrentara al Atleti incluyera también el partido.
El Atleti sí era un Atleti del Cholo sostenido por esos dos portentos físicos. Thomas y Saúl, que cortaban, presionaban y repartían y, de paso, liberaban el talento de Koke. Fue un abuso. Thomas no sólo ha heredado el 5 de Tiago, también su presencia. Como la de Vietto, al fin ya aquí. Un Vietto fresco que se atrevía, incluso, con taconazos y la solidez que siempre te da mirar atrás y ver en el centro de tu defensa a Godín. Porque volvía éste y se notó, desactivando cualquier intento de Las Palmas de cogerle el pulso al partido. Sus noticias eran la falta de noticias. Sólo lo intentaba Viera, ante quien Oblak tuvo que sacar su mano milagrosa de cada partido mediada la primera parte. Sólo Viera. Y estaba demasiado solo.
Tras el descanso, en el 55’, Simeone quitó a un Vietto con amarilla y guerra creciente con Fabio y Calleri acercó a Las Palmas de cabeza en el marcador. Cuatro minutos de ilusiones le dejaría Koke, con un balón a la escuadra telemétrico. Qué guante tiene por pie. Si el gol había mejorado a Las Palmas, ya no sólo era Viera, Simeone siguió con las probetas en los cambios: fuera Vrsaljko (¿dolor en su rodilla?), dentro Savic (aunque estuviera Juanfran en el banquillo) y Giménez lateral derecho.
Cuatro minutos más tarde Koke unía a su infinito repertorio aquello que le faltaba: un gol de chilena. Lo hizo tras una jugada brutal, de líder, de Carrasco en el área y antes de otro momento Oblak: paradón a Viera. Y de penalti. El que no los paraba. Don Jan. Eso y un punto final perfecto: el gol de Thomas. No podía tener otro su partido, el final de este principio.