Sin Cristiano, presión para Bale
Si el portugués se marcha, todos los focos apuntarían al galés. Debería comenzar a tirar del carro tras costar 101M€, haberse perdido 81 de 231 partidos y marcar sólo cada 174’.
Gareth Bale fue el fichaje más caro de la historia hasta la fecha cuando llegó al Real Madrid en 2013. Pese a que el club intentó esconder su precio real, sobre todo para no molestar a Cristiano, se supo que costó 101 millones de euros. Sin embargo, el delantero jamás tuvo la presión de tener que tirar del carro porque para eso ya estaba el portugués desde 2009. Ahora, su situación podría cambiar si Cristiano cumple finalmente sus amenazas y se marcha de España molesto por una supuesta persecución, entre otros, de Hacienda. Bale ya no tendría el paraguas de su socio y se vería más expuesto con la responsabilidad que ello acarrea: estaría obligado a dejar de ser importante de vez en cuando para ser decisivo siempre, tendría que marcar en casi todos los partidos, y no como hasta la fecha cada 174 minutos, y debería estar presente en perfecto estado de revista cada día que el Madrid necesite un referente. Como tercera pata de la BBC (19% de los goles), se ha perdido 81 partidos de 231. No se le pediría, llegado el caso, que tenga que suplir a Cristiano. Eso sólo lo podría hacer Messi. Se le exigiría cumplir las expectativas y ser el líder que aún se espera.
Para ello, Bale debería cambiar muchas cosas. Una de las más importantes, adaptarse por fin tras cuatro temporadas en Valdebebas y ser un líder dentro y fuera del terreno de juego. Sin duda, eso le ayudaría a crecer. En el club sorprende el poco peso que tiene aún entre la plantilla y que no hable todavía castellano tras tantas clases de idiomas infructuosas. Para ser un jefe también es aconsejable comportarse de vez en cuando como tal. Pero lo que más tendría que cambiar Bale es su rendimiento en el campo con el objetivo de pasar de ser un gran futbolista a ser el cabecilla de un trasatlántico como el Real Madrid. Puede que la salida de Cristiano le beneficiara en ciertas cosas en ese plan. Bale podría dejar la banda derecha para dejar la contraria a la estrella y pasaría a jugar en la banda que le gusta, la izquierda. Aquella en la que hizo un surco en Mestalla para dejar a Bartra atrás y darle la Copa a su equipo ante el Barça. También podría explotar su especialidad a balón parado, con la que sólo ha hecho cuatro tantos al tener que repartirse los lanzamientos con el siete, dependiendo de la zona de disparo. También podría pasar a hacerse cargo de los lanzamientos de penalti, ya que sólo ha lanzado uno (transformado). Pero, aun así, aunque todos estos condicionantes le ayudaran a explotar y a sentirse como en el Tottenham o en su selección, Bale debería mejorar muchísimo sus estadísticas para estar a la altura de su precio y de las exigencias.
Para empezar, Bale tendría la presión de tener que explotar su faceta goleadora. Las comparaciones son odiosas, pero Cristiano marca cada 84 minutos en el Madrid y él sólo aparece de media una vez cada dos partidos. El 11 tendría que copiar el hambre y el espíritu ganador de su compañero. Sólo ha hecho una vez cuatro goles (10-1 al Rayo en 2015), un par de hat-tricks y cuatro dobletes, cuando el líder actual de esa delantera ha sido capaz de marcar en dos ocasiones cinco tantos y en otras cinco ocasiones cuatro, haciendo ya casi normales los días en los que marca de tres en tres. Da la sensación que Bale a veces se conforma con ver a su equipo ganar y con simplemente asistir (51 pases de gol), dejando las portadas para otros.
Además, debería tener más peso en los partidos y momentos clave. Sus goles, salvo noches históricas que están en el recuerdo de todos los madridistas (Mestalla, Lisboa...), suelen servir más como relleno que como abrelatas. Sus tantos en la primera campaña de blanco le dieron un solo punto decisivo al Madrid en Liga, seis en la segunda temporada, cuatro en la tercera y dos en la última. Hasta Benzema, tantas veces criticado, ha sido más decisivo que él. Y no sólo es eso. Cristiano, por ejemplo, ha marcado diez goles esta temporada en Champions desde cuartos (Bayern, Atleti y Juve). Bale, por su parte, tiene como víctima favorita en nuestro país al Rayo (nueve goles). Al Barça, al Atleti y a la Juve sólo les ha hecho un gol en todo este tiempo y al Bayern, con la de alegrías que ha dado a varios compañeros, no le ha marcado ninguno. Esta temporada se ha perdido el tramo decisivo de la Champions, no fue titular en la final de Cardiff ante la aprobación popular, la del vestuario y hasta la suya propia, se perdió la final de la Supercopa de Europa y hasta el Mundialito. Desde que viste de blanco ha faltado 53 veces por lesión, 25 por decisión técnica para dosificar sus delicados músculos y un par de ellas por sanción, cuando Cristiano faltó a 45 partidos en el doble de tiempo, ocho años. Bale debería mutar su piel de cristal por la de una roca.
El galés tiene un gran futuro y ha ganado ya de blanco tres Champions, una Liga, una Copa, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes y, sin embargo, jamás ha estado en el podio del Balón de Oro, mientras otros jugadores en sus circunstancias (Neymar), ya se han colado por ahí dando claros síntomas de poder levantar un día el galardón. Bale ha ido de más a menos (jugó 44 de 60 partidos el primer año, 48 de 59 el segundo, 31 de 52 el tercero y 27 de 60 éste) y, por eso, ha perdido tanto valor de mercado como protagonismo desde que llegó al Madrid. El año pasado, según Transfermarkt, su precio era de 90 millones y ahora es de 80. Siempre ha estado en las quinielas para salir, pero Florentino ha sido su gran defensor al verle como el líder mundial del futuro que tirará del carro y que justificará su inversión. El tiempo, con 27 años, ya se le empieza a echar encima aunque, quién sabe, puede que por fin haya llegado su hora.