El Barça moderno se fundó hace 25 años en Wembley
La final de Wembley 92 marca una frontera en el club, un antes y un después. En Londres, los culés superaron el trauma de Berna y Sevilla.
Los redactores tenemos cierta aversión a ese tópico adocenado que decreta que una imagen vale más que mil palabras. Pero en ocasiones, como es la de este artículo, es cruelmente cierto. Las tres fotografías de Jordi Cotrina que forman parte del libro Minut 111 de Editorial Base explican a la perfección como hoy hace 25 años el Barcelona se refundó y nació un club moderno, ganador y atractivo de la mano de un grupo de amigos que además de jugar estupendamente al fútbol fueron pastoreados por un genio como Cruyff .
La fotografía que encabeza este texto es seguramente una de las fotos más icónicas de la historia del Barcelona. Jordi Cotrina, fotógrafo de El Periódico de Catalunya, la tomó desde la portería que defendía Zubizarreta. A unos 80 metros del balón. “No salió publicada hasta dos días después. Antes se tenía que revelar y en Wembley lo hacíamos en un cobertizo al lado del campo. Nada de digitalización, se revelaba en el lavabo a oscuras. Yo, tras el partido, dejé los carretes y me fui a cubrir la celebración del equipo porque entonces los periodistas no éramos unos apestados. No tenía ni idea de que había hecho la foto del gol. Nos habían dicho que nos centrásemos en la imagen del equipo con la copa y esa es la que salió publicada, hasta que dos días después nos dimos cuenta de que teníamos la foto que es la portada del libro”.
El complejo. La segunda fotografía es la de un señor inglés a más no poder observando con extrañeza a dos seguidores del Barcelona en el puente de Westminster. No es para menos. El Barça tenía más prestigio y dinero que vitrinas en esa época. Pero esa tarde-noche cambió todo y se fundó el Barcelona moderno. El modelo Cruyff estaba en el alero. Las pesadillas de Berna y de Sevilla escocían y como reconoció Guardiola en el estupendo Informe Robinson en memoria de la fecha “estaba cagado”. “Tenía la certeza de que el club no se volvería a levantar si perdíamos. Yo ya lo pasé muy mal cuando lo del Steaua y no quería llegar a los penaltis. Prefería perder en la prórroga”. Exactamente lo mismo debían pensar esos dos seguidores que fotografió Cotrina camino al Big Ben y que eran observados con total extrañeza por un hombre que ahora, 25 años después, ya se debe haber acostumbrado a ver por la capital del antiguo imperio a ciudadanos de todas las razas vistiendo los colores blaugrana.
La tercera fotografía es la que retrata lo que era ese equipo. Un conjunto campeón de Europa, que ganó cuatro Ligas y que se entrenaba en un campo que estaba a unos 200 metros de su vestuario en el Camp Nou. ¡Y que recorría ese trayecto caminando por la calle entre los transeúntes! Con las botas embarradas, llevando los balones, en pantalones cortos y cruzándose con los alumnos de las facultades cercanas.
En ese 20 de mayo de hace 25 años se marcó una frontera en el relato histórico de un club que de la mano de Cruyff desterró el derrotismo atávico para convertirse en un equipo ganador. Y no fue fácil. La mochila del victimismo era tan pesada y estaba tan presente que el entonces presidente del club, José Luis Núñez, anunció una dimisión fantasma entre lágrimas tres días antes de la final en una entrevista en directo en TV3. En contraste, el técnico holandés les decía al mismo tiempo a sus pupilos que salieran y disfrutaran. Dos maneras de ver la vida y que siguen marcando una frontera en una entidad que hace 25 años tuvo un día de consenso total.
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