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En el Camp Nou vuelve a oler a magia como esa brisa de sal que te acoge cuando uno visita cualquier ciudad con mar.

La sal te avisa que el mar está cerca y en Barcelona la sal alerta que la magia está tocando el timbre del presente.

Nos dejó hace muchos años, concretamente cuando Neymar se fue. Allí comenzaron todos los males, ya que no se supo ni fichar ni gestionar.

Ya han pasado unos años desde que se come barro y derrotas. Ningún culé hace dos meses (dos!!) se hubiera creído que el polaco estaría metiendo goles como soles en el Barça.

Pero cuidado, ayer el Barça jugó contra el peor equipo de la Champions e hizo lo que le tocaba: ganar. Porque ganar es lo que se tiene que hacer en la competición más importante del mundo de clubes.

Se cargaron a Tuchel y Klopp está en caída libre. El Inter está desconocido y el Bayern aunque ha empatado los dos últimos partidos de la liga Alemana, cumplió. Y no voy a hablar del Madrid porque da igual lo que hagan ya que ganan casi siempre.

El real problema del Barça es saber aguantar dos goles en contra y no quedar en KO absoluto cuando la tempestad se apodere del Barça.

El próximo martes es la primera final para Xavi sin volverse loco, es decir, que se puede jugar bien y se puede perder, ya que no implicará más de tres puntos.

Es la hora de eliminar fantasmas bávaros que nos han metido no sé cuántos goles y bañarnos en sal, en la sal de la ilusión.