Los Buffalo Bills tienen la mejor línea ofensiva en los playoffs 2024 de la NFL

En una ciudad donde el invierno muerde con más fuerza que en otros lugares, el estadio Highmark se alza como un faro en la nieve. Los Buffalo Bills, un equipo que alguna vez fue sinónimo de tragedias y finales amargos, ahora representan algo diferente: esperanza. Sin embargo, esta transformación no es obra de la casualidad ni de un solo hombre. A pesar de lo que digan las luces que siguen a Josh Allen, el verdadero corazón de este equipo late bajo el radar, en un rincón del campo donde el sol apenas toca. Allí, donde la línea ofensiva se despliega como una muralla discreta pero impenetrable, ocurre algo mágico.

En la temporada 2024, los Bills lograron algo que parecía un sueño: 30 touchdowns por aire y 30 por tierra, un equilibrio que suena más a un mito que a una estadística. Josh Allen, con su brazo que podría haber pertenecido a un dios griego, encabezó esta ofensiva. Pero, si miras con atención, te darás cuenta de que detrás de cada pase perfecto y cada carrera decisiva, había una sombra constante: su línea ofensiva.

La línea no habla. No celebra como otros jugadores. Ellos simplemente están allí, protegiendo, creando tiempo, dejando que Allen y su ofensiva tejan historias en el aire. Dion Dawkins, el tackle izquierdo, se mueve como un bailarín que entiende cada compás de la música invisible del juego. A su lado, David Edwards y O’Cyrus Torrence son columnas de mármol que sostienen todo sin esfuerzo aparente. Connor McGovern, el centro, es un relojero en un mundo de caos, calibrando cada movimiento con precisión. Spencer Brown, el tackle derecho, es un muro que sonríe bajo su casco.

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En 2024, permitieron sólo 14 capturas en toda la temporada, la menor cantidad en la National Football League desde 2009. Torrence, McGovern y Edwards no permitieron ninguna captura, además de jugar prácticamente todo el calendario.. Y no fue solo eso: entregaron el balón solo ocho veces en todo el año, como si hubieran firmado un pacto secreto con el destino para evitar errores.

Proteger a Josh Allen siempre ha sido la clave para permitir que la ofensiva de los Bills prospere. En promedio, Allen ha sido capturado 29 veces por temporada. El hecho de que sus protectores lo mantuvieran protegido y permitieran 14 capturas es increíble.

Pero, ¿quién son estas personas realmente? En un día cualquiera, Dion Dawkins podría estar cocinando pasta en su cocina mientras una tormenta se desata afuera, el aroma llenando el aire como un hechizo. McGovern, en cambio, probablemente esté leyendo un libro sobre física cuántica, preguntándose si las partículas que componen un balón sienten el impacto del golpe. Y Spencer Brown, tal vez, esté reparando una motocicleta en un garaje polvoriento, sus manos trabajando con la misma precisión con la que bloquea a un ala defensiva.

El domingo, cuando los Bills se enfrenten a los Broncos en los playoffs, esa línea ofensiva estará allí otra vez, invisible pero omnipresente. Será la primera prueba importantepara los hombres que defienden a Allen. La defensa de Denver lidera la NFL en sacks con 63.

En Buffalo, la nieve seguirá cayendo, envolviendo el mundo en su suave silencio. Pero dentro del estadio, entre el eco de los cánticos y el crujir de los golpes, habrá un momento en que todo parecerá detenerse. Y si miras lo suficientemente cerca, quizás veas algo más: no el brillo de una estrella, sino la base sólida que permite que esa estrella brille.

Porque el arma secreta de los Bills no es Josh Allen. Es el corazón silencioso de su línea ofensiva, una constante en un mundo cambiante.

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