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JUEGOS OLÍMPICOS

¿Se ha apagado la llama olímpica alguna vez en la historia de los Juegos y cómo se mantiene encendida?

El símbolo más reconocido de las olimpiadas junto a su logo, la llama olímpica tiene su nacimiento en Olimpia, Grecia, y no puede apagarse, ¿o sí?

Japanese Tennis player Naomi Osaka lights the Olympic flame in the cauldron during the opening ceremony of the Tokyo 2020 Olympic Games at the Olympic Stadium.
DPA vía Europa Press

París se viste de gala para albergar los Juegos Olímpicos de este verano. Tras una travesía de semanas, la llama olímpica ya está en suelo francés para recorrer el país de punta a punta en su paso hasta llegar pebetero ubicado en el río Senna, emblema de la ciudad y protagonista principal durante la Ceremonia de Apertura. La llama tiene un cuidado especial, durante el viaje nunca se apaga gracias a los cuidados que la organización pone en ella.

Los Juegos Olímpicos reúnen cada cuatro años a los mejores atletas de cada disciplina en una ciudad del mundo. Con más de un siglo de historia desde su recuperación (los originales datan del año 776 a. C), poco o nada tienen que ver con su predecesor de Olimpia. Son muchas las diferencias entre uno y otro, desde disciplinas disputadas como de tiempo o espectáculo. Porque sí, ahora las olimpiadas incluyen espectáculos, algunos teatrales, para dar vida a una tradición milenaria.

Historia de la llama olímpica

La llama olímpica es uno de los símbolos más reconocidos de los Juegos Olímpicos. Nacida en Atenas, en el Estadio Panatenaico de la ciudad, el fuego es la representación del regalo hecho por Prometeo a la humanidad tras robárselo a los dioses en el monte Olimpo. En los Antiguos Juegos Olímpicos, celebrados en la península del Peloponeso, el fuego se mantenía encendido durante todo el transcurso de la competición. Sin embargo, en los Juegos Olímpicos modernos (Atenas 1896) no sería hasta los juegos de Ámsterdam 1928 que esa herramienta se volvería a reintroducir.

¿Qué pasa si la llama olímpica se apaga?

La llama puede ser de lejos el objeto inanimado con más valor en los días previos a las olimpiadas. Desde que se enciende en Atenas hasta llegar a la sede oficial, el fuego está vigilado durante las 24 horas del día para evitar que se apague. El pebetero que resguarda a la llama usa propano, un gas que sirve de alimento y evita que su calor se extinga. Sin embargo, a veces se ha dado la circunstancia que por una razón u otra la llama se ha terminado por apagar. Lejos de alarmarse, la organización dispone de llamas secundarias que acompañan a la llama primigenia y que también nacen en el Panatenaico.

En la historia reciente de los Juegos Olímpicos modernos, la llama solo se ha apagado en dos ocasiones. La primera, en Montreal 1976. Tras apagarse accidentalmente los limpiadores del lugar decidieron encender el pebetero de manera poco ortodoxa (usando un mechero). La organización decidió apagar esa ‘llama hereje’ para usar una de las de repuesto no sin antes realizar la pertinente ceremonia. La más reciente ocurrió en Atenas 2004, curiosamente antes de salir del Estadio Panatenaico, momentos antes de iniciar el recorrido para el encendido del pebetero olímpico. En esa ocasión la llama recorrería medio mundo, pasando por todas las sedes que han acogido alguna vez unas olimpiadas como muestra de respeto hacia una tradición que volvía después de casi un siglo a Grecia.

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