Los díficiles inicios Sean Strickland: el campeón de UFC marcado por la violencia familiar
El actual campeón del peso medio de UFC se crió en un hogar donde imperaban la violencia y los problemas. Esa etapa marcó notablemente el estridente carácter que muestra a día de hoy.
“Caminaba por la calle con un cuchillo o una piedra con la esperanza matar a alguien”. Esta es una de las decenas de polémicas declaraciones que acumula Sean Strickland. Nacido en medio de un entorno más que hóstil de una familia desestructurada de Anaheim (California), el peleador de UFC ha recorrido un arduo y siempre polémico camino hasta hallar la gloria tras destronar a Israel Adesanya en el peso medio.
Tras dos brillantes actuaciones que lo pusieron en consideración de los matchmakers de UFC, el peleador de 32 años se convirtió en capeón de una forma sorpresiva tras anular por completo a un Israel Adesanya muy dominante en la división. Este sábado, Strickland enfrentará a Dricus Du Plessis, el hombre que le dejó su puesto en la pelea titular a causa de una lesión.
Strickland siempre ha sido un hombre leal a UFC, nunca rehuye ningún combate que se le ofrezca. Además, su llamativa historia y su personalidad bizarra abren un nuevo capítulo mediático en una de las rivalidades más incómodas que haya visto la UFC. Su pasado neonazi y violento hacen que Strickland siempre juegue al límite con temas como el racismo o la homofobia en su ‘trash talk’ con otros peleadores, lo que le convierte en una especie de personaje que todos odian pero al que prestan atención.
En las últimas apariciones, el estadounidense ha sido atacado constantemente por su rival en UFC 297. Du Plessis ha hecho uso del pasado de Strickland para herir verbalmente a su contrincante y reabrir una herida muy difícil de curar. Strickland se ha postulado desde entonces como un firme defensor de los niños que sufren problemas intrafamiliares.
Las adicciones arrasaron su hogar
“Si era capaz de esquivar botellazos en casa soy capaz de esquivar un puñetazo”, es una de las frases más icónicas de un Sean Strickland que nunca ha tenido tapujos para contar que fue criado por padres alcohólicos y violentos. La infancia del peleador fue dura aparentemente y su personalidad así lo demuestra. Es un hombre atormentado por un pasado que marcó su vida para siempre: “Las navidades en mi casa eran felices, pero solo durante la hora que mis padres tardaban en emborracharse y empezar los golpes e insultos”.
“Creo que hay personas que necesitan que sus padres los hubieran pegado un poco más. Pero no me refiero a un tortazo, me refiero a palizas de alcohólico. Sé de lo que hablo”, es otra de las impactantes citas de Sean Strickland en una de sus muchas exposiciones mediáticas que terminaron trascendiendo más allá del mundo de las MMA.
Nazismo, odio y rehabilitación
A menudo Strickland ha asegurado que, empujado por las ideas racistas y supremacistas de su abuelo, comenzó a odiar de forma sistemática, llegando al punto según sus propias palabras, de “estar siempre enfadado”. “Pasé por una extraña fase neonazi y supremacista blanca cuando era más joven y me echaron de la escuela por crímenes de odio. Siempre estaba enfadado y tenía muchas influencias jodidas en mi vida, así que me sentía bien odiando algo. Caminaba por la calle con un cuchillo o una piedra con la esperanza matar a alguien”.
Poco a poco, el canalizar toda esa ira en gimnasios de artes marciales y el entrenar codo a codo con personas de diferentes rasgos y lugares de origen, hizo que Strickland se acabase saliendo de aquel mundo de odio de que ahora se arrepiente. “Estás en séptimo grado hablando de los nazis y ni siquiera sabes qué diablos significa eso. Pero lo escuchas de alguien a quien admiras y esa identidad me consumió. Luego te das cuenta de que cuando eres racista no avanzas en la vida”.