MUNDIAL | EDICIÓN 2023 | CUARTOS
Italia paga los platos rotos
Una exhibición demoledora de Estados Unidos despeja dudas y mete en semifinales a los de Steve Kerr, que ya mejoran el resultado obtenido en 2019.
Seguramente, era mejor pillar a Estados Unidos en perfecta armonía, a ver si caía en un ataque de complacencia que abriera una puerta. Pero ese comodín ya lo gastó Lituania, que además cayó eliminada dos días después de su triunfo contra un Team USA que se metió en semifinales (63-100), está a dos pasos de recuperar el trono mundial y ha mejorado ya el negrísimo resultado de 2019, cuando alcanzó su fondo histórico (séptima) tras perder en cuartos contra Francia. Sí, seguramente habría sido mejor no tener enfrente a una selección despierta, herida y con ganas de sacudirse los malos augurios. O tal vez Italia, sencillamente, no tenía la identidad necesaria (pívots rocosos, estabilidad en el tiro…) para hacer daño a Estados Unidos y el destino de este cruce de cuartos estaba escrito más allá de lo que había pasado dos días antes, contra esa Lituania ya eliminada.
Porque el rival era más propicio o porque había que pegar un buen puñetazo en la mesa, Estados Unidos ofreció una imagen maravillosa y desarmó a un equipo que pagó los platos rotos y se dejó todos sus sueños (medalla, plaza olímpica…) desparramados por un Mall of Asia Arena de Manila del que fue sacado a empujones por un rival que así sí, en este nivel resulta aterrador.
El partido duró medio cuarto. Italia se la jugó a tapiar la zona y depender de que Estados Unidos anotara por fuera, y todos menos un Anthony Edwards enfrentado a dobles y triples marcajes. Funcionó… cinco minutos. Italia mandaba 8-7 con un 0/3 en triples de su rival. Pero fue un espejismo, cháchara: 14-24 al final de ese primer cuarto y 22-46 ya antes del descanso. La ventaja rondó los 40 puntos en un tercer parcial (39-78) cerrado con una asistencia de fantasía de Haliburton para mate de Banchero, que no tuvo piedad del equipo con el que habría jugado (por familia paterna) si no le hubiera llamado Grant Hill en nombre del Team USA. En ese momento, y en plena tormenta de triples, robos y puntos fáciles en transición, en esa versión de Estados Unidos que sigue siendo letal por mucho que pasen los años y cambie el baloncesto, el banquillo rompió a bailar y los jugadores se abrazaron con las sonrisas más luminosas que han enseñado en todo el campeonato. Sí: se habían quitado un peso de encima y sí, este era la fecha bisagra, el día D.
Italia no metió sus triples, no ganó el rebote de ataque ni sacó puntos en segunda oportunidad; Se empeñó en anotar en uno contra uno y caminó silbando hacia las fauces de un ogro que primero se desperezó, después entró en calor y finalmente aceleró hacia el hiperespacio. Defensa asfixiante sobre las líneas de pase, transiciones vertiginosas, intimidación… y muchos triples. Del 0/3 inicial al 14/28 al cierre de un tercer cuarto (44-83) en el que la valoración era 33-114. Solo Mikal Bridges estaba en 32, casi igual que todos los jugadores de un rival desmadejado, apabullado, eliminado con demasiados minutos por delante.
Mikal Bridges (24 puntos y 7 rebotes en 18 minutos) dio una exhibición, en defensa y en ataque: empezó encontrando caminos al aro y acabó metiendo triples y finalizando contras. Jalen Brunson metió sus puntitos pero fue con Tyrese Haliburton (18, 5 asistencias, 6/8 en triples), otra vez, con el que EE UU metió el turbo. No hizo falta nada de Anthony Edwards, y Brandon Ingram al menos envió señales de vida, que ya es algo. Fue una exhibición coral, implacable, de un equipo contra el que solo vale tenerlo amarrado durante los 40 minutos, coger todos los rebotes y meter (casi) todos los triples. Si no, estás en sus manos. Y pasa lo que pasa.