EL CLÁSICO | REAL MADRID - BARCELONA
Bellingham culmina su obra
El inglés se confirma como verdugo del Barça y reencuentra la pólvora en el momento idóneo. Ya suma 21 goles. Seis partidos para ganar el Pichichi.
Y Bellingham volvió. Tal vez nunca se fue, pero sí menguó. Eso era evidente. Perdió chispa, presencia y, sobre todo, gol. Ingrediente sorpresa que, meses después, sigue sorprendiendo. Qué llegada, qué pegada. Se fichó un centrocampista, pero aterrizó un goleador... hasta 2024, cuando el agua caló la pólvora. Bellingham entró en barrena y el ‘Hey Jude’ tornó en ‘Help!’. Algo fallaba. Pero era cuestión de tiempo. Y fue en el Clásico donde se reencontró y culminó su obra. Jaque mate al Barça. Su tarta particular está servida pero, puesto a ambicionar, le quedaría bien una guinda: ser Pichichi de Primera. Seis partidos le separan de la gloria.
Su actuación en el Clásico fue una redención en toda regla, culminada con el éxtasis de un gol en el descuento. Con él, Jude se convirtió en el tercer jugador del Real Madrid que marca en sus dos primeras apariciones en un Clásico –de Liga– en el Siglo XXI, tras Ronaldo Nazário en 2003 (dos) y Van Nistelrooy en 2007 (tres). Pese a terminar absolutamente exhausto en Mánchester, fue titular y disputó todo el partido. Fue el jugador del Madrid que más remató entre los tres palos (2), el que más regateó (3), quien más entradas acertadas hizo (4) y el tercero en pases ofensivos (17). Con 60 intervenciones, superó a hombres como Kroos (50) o Vinicius (44). Todo, para culminar con un 95,6% de acierto en pases, el segundo mejor dato del equipo (sólo Kroos pudo mejorar ese espectacular registro, con un 97.6%).
Necesitaba una noche así
Bellingham, que este lunes ha recibido el premio Laureus, salió del Bernabéu pletórico, abrazo por sus compañeros, liderando la fiesta en el vestuario y disfrutando en redes sociales. “Lucas Vázquez, eres una jodida leyenda”, escribía en su cuenta de X (antes Twitter). Sus compañeros transmiten que nunca había perdido la sonrisa, pero era evidente que se le notaba la necesidad de una noche así. Volver a desatar el rugido del Bernabéu, ir nadando a la banda entre el mar de jolgorio, abrir los brazos... y regresar al círculo central mientras 80.000 personas cantan el ‘Hey Jude’. Un protocolo que ya es ceremonia en Chamartín. Y que no sucedía desde el 10 de febrero, la noche frente al Girona (4-0). Donde se lesionó. Donde todo cambió.
“Aquella lesión me frenó el ritmo (esguince de grado alto ante el Girona). Encadené muchos partidos de baja y superé unas enormes molestias. Y cuando vuelvo, en Valencia, marco un golazo y me sancionan. Pues no sé, tal vez sí me ha afectado al ritmo competitivo, porque venía de jugar siempre y, de golpe, paras”, reconoció en el Etihad. Desde entonces, Bellingham ha atravesado un sendero de algunas baldosas amarillas, pero muchas anaranjadas. Curvo y empedrado. Su sequía (sólo tres goles en 2024, hasta el Clásico) encendió las alarmas. Pero llegó el Barcelona... y volvió. Tal y como sucedió en Montjuïc, fue su verdugo. Su peor pesadilla. Es pronto para sacar conclusiones tajantes, pero parece que le tiene tomada la medida.
‘Objetivo Pichichi’
A Bellingham le quedan seis partidos de Liga y tiene un deseo: ser Pichichi. Su reciente zurdazo le ha colocado como segundo en la carrera, autor de 17 goles. Pero en esta edición del galardón, extraordinaria no sólo por lo apretado, sino por los nombres poco ortodoxos que acarician la gloria, él quiere sobresalir. Ahora mismo el líder es Dovbyk, que le saca uno (18 goles), pero tras el inglés están Budimir (16, pero se acaba de romper tres costillas, así que lo tiene difícil), Sörloth (15) y Mayoral (15). Ellos son los grandes favoritos. El inglés, con 21 en total, ambiciona con ganar el trofeo individual en su primer año. Si a Ancelotti le gusta el refranero, puede recomendarle uno: ‘Llegar y besar el santo’. Lo tiene a un palmo. Lo quiere. Bellingham, ha vuelto.