Myles Garrett, la bestia sensible que arrasará en el Draft
El defensive end de la universidad de Texas A&M es el máximo, casi único, favorito a ser el número uno en la próxima elección de rookies de la NFL.Patriots-Eagles: Super Bowl LII en vivo
Myles Garrett va a ser el número uno del draft y va a jugar para los Cleveland Browns. Aventurarse con una frase de este tipo suele ser lo mismo que mentar a la bicha, ya lo sé. Lo que sucede es que su talento es tan enorme, su capacidad para jugar al football tan especial, que sólo un cataclismo haría cambiar esa elección. Que aparecieran cadáveres en su habitación, que defendiese el uso de cocaína y LSD para curar catarros, que le diera por andar desnudo por la calle los sábados por la noche o que algún equipo (incluido los Browns) se volviese loco a última hora por alguno de los quarterbacks universitarios y se tirará a la piscina.
Nada de todo eso parece probable y, de cumplirse los pronósticos, el equipo de Cleveland tendría una estrella legítima en su plantilla sobre la que construir una defensa que les devolviese, de una vez, a playoffs y a ser relevantes en la liga.
Si las capacidades físicas de Garrett son portentosas, y lo son, no se queda atrás la personalidad que ha mostrado en sus años en la universidad de Texas A&M, y que le convierten en lo que se dice un tiro fijo, y no en un tiro al aire, esencia de todos aquellos que se presentan a un Draft. Verle jugar es ver a un pass rusher dominante que impacta en tres downs, pues también ejerce de ogro contra la carrera, y que se come los tackles ofensivos sin patatas ni nada. La velocidad a la que mueve su altura y su peso, la fuerza que desarrolla en sus primeros pasos es más de monstruo que de humano.
Un tío tímido y sensible
Y, sin embargo, ha demostrado que tiene una especial inteligencia para tratar todo lo que le rodea desde hace tiempo, pues que iba a ser una estrella de la NFL se intuía ya desde sus años en el instituto.
Para empezar, ha decidido, al menos de momento, no acudir a la ceremonia del Draft. No está en duda que será el número y, aún así, no quiere formar parte del circo. No parece atraerle el tener que estar toda la noche en la gala haciéndose fotos y convirtiéndose en el centro de atención.
Además, salió al paso de una pequeña polémica generada en torno a unas declaraciones en las que pedía que los Dallas Cowboys pujaran por él. Eso fue antes de la temporada y, en seguida, se apresuró a decir que sería muy feliz jugando para los Browns, si es que le elegían.
Para demostrarlo no sólo acudió a la Combine, donde tenía más que perder que que ganar, sino que ha realizado trabajos privados y ha participado en un Pro Day. Estos días están para que los jugadores sean medidas a título más personal que en la Combine. Cuando uno es el candidato absoluto a ser la primera elección del Draft no tiene por qué hacerlos porque, como dije antes, no tiene nada que ganar, y una lesión podría ser terrible. Él, sin embargo, no ha dicho que no a ninguna prueba.
Demostró esa misma inteligencia, o sensibilidad con la situación, cuando cerró su cuenta de twitter, en 2015. Declaró que era una red social especialmente negativa, como sabemos cualquiera que los que piamos en ella, y que no la necesitaba en su futuro, ni las opiniones extremas, ni los insultos, así que se borró.
Una familia privilegiada en los físico
No es un caso extraño en su familia. Garrett tuvo un hermano que jugó en la NBA: Sean Williams, que pasó tres años en los New Jersey Nets antes de comenzar una ya larga carrera en el baloncesto chino. Su hermana es la actual campeona de lanzamiento de peso en las competiciones atléticas de la NCAA, también defendiendo la camiseta de Texas A&M.
Un caso atípico este, el de un tipo que lo tiene todo para triunfar en la NFL, que está llamado a ser la estrella de una de las franquicias más disfuncionales de la liga y a la que le pueden venir muy bien, pero que muy bien, las habilidades sociales de Myles Garrett, una bestia física acompañada de una inteligencia y coherencia más que notable.