La 'Recepción Inmaculada' de Franco Harris cumple 49 años
Si una jugada permanece en la cabeza de los antiguos acereros y se ha impregnado en las nuevas generaciones, esa es la mítica jugada del corredor.
Los Pittsburgh Steelers habían sido siempre una franquicia perdedora; desde su inicio en 1933, bajo el nombre de Pirates, hasta 1969 sólo participaron en un juego de postemporada y lo perdieron. Durante todos esos años, los Steelers eran un equipo de tercera, de tradición perdedora y parecía que nunca lograrían hacer nada importante en la NFL.
A partir de 1969, todo comenzó a cambiar, un nuevo entrenador en Chuck Noll y selecciones colegiales que serían todo un éxito transformaron la fisonomía de este equipo.
En 1970 tienen lugar dos sucesos de vital trascendencia: primero tomaron a Terry Bradshaw como la primera selección de todo el Draft de la NFL y, en segundo lugar, inauguraban el Three River Stadium. Los dos primeros años en su nueva casa, 1970 y 1971, fueron años regulares para el equipo, pero comenzaban a reclutar grandes talentos y el equipo parecía que podía alcanzar grandes niveles.
El tercer año, 1972, fue el más importante en la historia de la franquicia, por fin una temporada ganadora y partidos de postemporada. El 23 de diciembre tuvo lugar el partido y la jugada que cambió para siempre a los Steelers. En el Three River Stadium jugaban los Steelers contra Oakland Raiders, uno de los equipos más importantes de la época con tradición ganadora, eran el reverso de la medalla, ya que desde su debut, tuvieron grandes años.
El partido fue tremendamente cerrado, un feroz duelo de defensivas. En el último cuarto, el marcador indicaba Steelers 6-0 Raiders. El coach de los Raiders, John Madden, desesperado por la ineficacia de su ofensiva, cambió a su veterano quarterback Lamonica por el joven Stabler; cuando faltaban menos de 2 minutos, una escapada de Stabler de 31 yardas daba la voltereta al partido. Los aficionados acereros pensaban que la historia de siempre se repetiría: los Raiders ganando y los Steelers perdiendo. Un profundo silencio se apoderó del estadio, varios aficionados comenzaron a abandonar el estadio con la cabeza baja, con lágrimas en los ojos y con un enorme sentimiento de tristeza, de coraje, de frustración, de dolor; nadie sabía lo que vendría.
La historia de la Inmaculada Recepción
Los Steelers tienen el balón en su propia yarda 40, es cuarta oportunidad y 10 yardas por avanzar, quedan 22 segundos en el reloj, el partido agoniza. Terry Bradshaw recibe el balón, es -obviamente- una jugada de pase, necesitan el primero y diez para continuar su ofensiva. Hay tiempo para máximo tres jugadas, busca wide receiver, no lo encuentra, comienza a ser presionado por los defensivos de Oakland, está a punto de ser derribado y logra mantenerse en pie. Finalmente, Bradshaw sale hacia su lado derecho buscando desesperadamente un receptor, el reloj avanza implacablemente y logra encontrar a John Fuqua en el centro del campo; le manda el pase justo antes de ser golpeado, la pelota sale hacia el WR.
Jack Tatum, un cornerback salvajemente golpeador, le pega a Fuqua justo en el momento en que el balón está llegando. El ovoide sale de regreso hacia donde fue lanzado y Fuqua queda en el suelo. Todo parecía terminar, los jugadores de los Raiders empiezan a festejar, el balón va irremediablemente hacia el suelo hasta que, milagrosamente, Franco Harris, running back novato de los Steelers, lo logra agarrar a 2 centímetros de la superficie y comienza a correr, los defensivos de Oakland tardan en reaccionar, lo persiguen, Harris se va hacia la lateral izquierda, se enfila hacia a la zona de anotación y en la yarda 7 es empujado por un defensivo que lo deja en un alarde de equilibrio. Todo lucía llegar a su fin, pero Harris se mantuvo dentro del campo y logró la anotación.
En ese momento, todo es confusión, quedan cinco segundos en el reloj y se acaban de vivir los 17 segundos más fantásticos en la historia de la NFL. Los Steelers celebran, los Raiders protestan, los aficionados están incrédulos con lo que acaba de suceder, John Madden sale disparado hacia los árbitros gritando “no good”, “no good” (cabe mencionar que en esos años las reglas indicaban que en una jugada de pase el balón podía ser tocado por un solo jugador ofensivo y los Raiders reclamaban que Fuqua había hecho contacto con el ovoide, por lo que Harris no era elegible para tomarlo) y nadie sabe realmente lo que ha pasado.
El árbitro principal va a la banca de los Steelers a hablar por teléfono con el comisionado de árbitros para pedirle su opinión, se viven segundos tensos, el árbitro regresa al campo de juego y marca: “¡Touchdown!”. El estadio ruge de felicidad, los Steelers están locos de contentos y los Raiders no lo pueden creer.
La famosísima jugada de la “Recepción Inmaculada” ha tenido lugar. La jugada más increíble, espectacular y fantástica en la historia de la NFL. Los Steelers han ganado su primer partido de postemporada en 40 años de historia. El primero de muchísimos triunfos más.