La Selección de fútbol de Cascadia representa al noroeste americano (Washington, Oregon y Columbia Británica) en el escenario internacional. AS habló con su presidente, Aaron Johnsen, sobre el proyecto que data de 2012.
US Soccer no es la única federación de fútbol con sede en Estados Unidos. Si bien está afiliada al sistema FIFA y reglamenta oficialmente la práctica profesional del balompié en la Unión Americana bajo los estándares de la Federación Internacional, hay otro ente en territorio estadounidense que cumple funciones similares, comisionado de una región particular, aunque se encuentra excluida del statu-quo.
Se trata de la Federación de Fútbol de la Asociación de Cascadia (CAFF, por sus siglas en inglés), organismo que ampara a la Selección de Cascadia, que carece de reconocimiento de FIFA (y, por ende, de cualquier confederación suscrita, como Concacaf), pero está asociada a CONIFA (Confederación de Asociaciones Independientes de Fútbol), organización que brinda aval internacional a selecciones provenientes de naciones y regiones no reconocidas, independientes de facto, soberanías discutidas, minorías, etcétera. La CAFF encarna, a través de sus futbolistas, las inquietudes representativas y regionalistas de la sociedad que radica en Cascadia (casi 16 millones de personas), una región ubicada al noroeste de Estados Unidos y que comprende a los estados de Oregon, Washington y la provincia canadiense de Columbia Británica.
Cascadia, más que el nombre de una región, es una postura socio-cultural. De acuerdo a la CAFF, el término fue acuñado en 1970 por David McCloskey, profesor de la Universidad de Seattle, en referencia a la majestuosa Cordillera de las Cascadas, que inicia su recorrido en California y termina en Canadá. Según el ideario más ortodoxo de la identidad cascadiana, el área que separa a la Cordillera del Océano Pacífico es la única apta para recibir el mote. Otras interpretaciones menos minuciosas extienden los límites de Cascadia a Idaho; a Yukon, provincia canadiense vecina de Columbia Británica; e, incluso, hasta Alaska. La razón para incluir a estos territorios en Cascadia obedece al núcleo de su concepto: el ecologismo. Cascadia es una ‘bioregión’, una extensa y verdísima comarca, un pulmón de la Tierra. A Cascadia la atraviesa uno de los bosques más extensos del planeta al que adornan cantidades de cascadas, montes y montañas. Dicho ecosistema conecta a California, Oregon, Washington, Idaho, Yukón, Columbia Británica y Alaska en un valle bañado por las aguas de los ríos Columbia, Fraser y Snake. Por ende, Cascadia niega la frontera entre Estados Unidos y Canadá. “Tenemos la idea de que la cultura surge del lugar y que, al compartir el lugar, tendremos valores y preocupaciones comunes”, reza el manifiesto de la CAFF.
La identidad cascadiana es ‘conciencia’ y ‘autosuficiencia’. Más que un manifiesto político o secesionista, (que hay quienes lo abrazan, no obstante minoritarios), Cascadia es una filosofía de vida. Sus principios rectores son fomentar la autonomía local, cooperación mutua, la responsabilidad ambiental y económica, la transparencia y la democracia. “El movimiento de Cascadia invita a la gente a reengancharse con sus comunidades locales, desarrollar resiliencia personal (jardines comunitarios, preparación para desastres naturales, entrar en sintonía con su entorno natural, etcétera) y crear alternativas en términos de comunicación, política e interdependencia regionales que representen de mejor manera los límites sociales, culturales y políticos que definen a nuestra región”, añade CAFF en su estatuto. Dicha sinergia está personificada por la Pacific Northwest Economic Region (PWNER, por sus siglas en inglés), una estructura ‘de-facto’ para-diplomática que aglutina a entidades privadas, públicas y sociedades no-gubernamentales desde el norte de California hasta Alaska que comparten un proyecto en común: el desarrollo sustentable del corredor bioregional de Cascadia.
Los primeros esbozos de una representación futbolística de Cascadia fueron trazados en 2012. La discusión, común en foros de Internet y redes sociales, evolucionó hasta que Kelly Dews, un cascadiano ferviente, diseñó y comercializó una playera con sello de Adidas, basada en los colores y símbolos de la Doug Flag, estandarte no-oficial de la región. La bandera está protagonizada por un abeto de Oregon y franjas en azul (el Océano Pacífico y los ríos), blanco (nieve) y verde (los campos y bosques). El jersey fue un éxito de ventas y se volvió una suerte de ‘segundo uniforme’ para los seguidores de los tres clubes de la MLS afincados en Cascadia: Vancouver Whitecaps, Portland Timbers y Seattle Sounders. La indumentaria desató los deseos de la afición futbolera del Noroeste estadounidense.
En enero de 2013, la CAFF convocó su primera asamblea general en Seattle y acordó unirse a la NF Board, precursor de CONIFA. Como nuevo miembro del entramado no-FIFA, Cascadia pronto recibió peticiones para sostener encuentros amistosos ante equipos como Chipre del Norte, Occitania y Quebec, la región francófona de Canadá, cuya asociación de fútbol sí enarbola los racionales de un proyecto nacionalista-independentista. No obstante, impedimentos logísticos y la crisis de la NF Board, que desapareció al año entrante envuelta en sospechas de malversación de fondos, pausaron las aspiraciones de la CAFF y los fans cascadianos. No fue sino hasta 2018 cuando Cascadia hizo realidad su quimera: la selección norteamericana debutó, ataviada de azul, blanco y verde, en el Mundial de la CONIFA, celebrado en Inglaterra, con derrota de 4-1 frente a Ellan Vannin (Isla de Man, dependencia de la corona británica ubicada entre Gran Bretaña e Irlanda).
El propósito de la selección de fútbol de Cascadia es cultural y deportivo: representar a la región como una entidad social distintiva del resto de Norteamérica, a nivel internacional. Ni la CAFF ni su equipo están asociados con el movimiento independentista de Cascadia, cuyas voces no son menores. La selección tampoco ostenta una oposición al statu-quo FIFA; en cambio, se define como una organización complementaria al sistema que domina actualmente el fútbol mundial. El primer presidente de la CAFF, Lenny Laymon, estaba consciente de que la naturaleza de su institución podía llamar la atención de proyectos políticos, pero siempre intentó acotar la misión a términos estrictamente futbolísticos. “Si bien damos la bienvenida al apoyo de cualquier organización de Cascadia, esto no significa que avalemos sus plataformas. Esto es sobre deporte, principalmente, y sobre el orgullo que sentimos por esta región y su diversidad”, sentenció citado por el periodista Dan Roberts en 2013. Aaron Johnsen, actual mandatario de la CAFF y director de CONIFA en Norteamérica, refrenda los postulados en entrevista con AS: “Existimos solamente para representar a una región, a nuestra gente. No representamos a ningún movimiento político”.
Cascadia fue la primera federación americana afiliada a CONIFA que instauró a un seleccionado femenil. El equipo participará en el primer Mundial CONIFA para mujeres, que se llevará a cabo a finales de junio de 2021 en el País Sículo (en Rumania, región habitada, principalmente, por la minoría húngara). El sorteo, realizado en febrero, colocó a Cascadia en el grupo B, junto a Sapmi (el pueblo lapón) y Corwall (condado suroccidental británico); el otro sector está integrado por Cameria (zona al norte de Grecia, de mayoría albana), Chipre del Norte y el anfitrión, País Sículo. El entrenador de las jugadoras cascadianas aún no ha sido anunciado. “Estamos muy contentos por haber dado el paso. El plan es participar en Rumania en verano, pero aún depende de cómo vaya el año respecto a la pandemia. Desvelamos, además, un nuevo uniforme para ambos equipos (varonil y femenil)”, enumeró Johnsen.
Además del Mundial femenil, CONIFA planea engrosar su oferta de torneos en aras de su objetivo primordial: facilitar que pueblos y naciones excluidas de FIFA tengan la oportunidad de participar a nivel internacional. CONIFA, a través de su oficina en Norteamérica, comandada por Johnsen, ya prepara un campeonato intercontinental en el que se espera la asistencia de todas las asociaciones adscritas a CONIFA en América (Quebec, Cascadia, ANBM, Kuskatán, Rapa Nui y Mapuche) y un par de invitados europeos. El certamen aún no tiene sede ni fecha fija, pero 2022 es el año predilecto. “Aún estamos analizando locaciones, patrocinadores, y demás aspectos. Este año lo utilizaremos para encontrar ‘sponsors’ y financiamiento. Definitivamente haremos el torneo. Estamos viendo hacia 2022”, reveló Johnsen.
CONIFA y Cascadia están saludables y saldrán adelante mejor que nunca
Aaron Johnsen, presidente de la CAFF
CONIFA y la CAFF ya otean al mundo post-pandemia. La prioridad para Johnsen es reactivar la actividad, garantizar que su selección vuelva al escenario. Es la única forma en la que podrán seguir captando atención, patrocinios y jugadores: “Nuestro objetivo es volver a jugar. Tanto como sea posible, como locales o visitantes, no importa. Así podremos crecer el interés en nosotros y en CONIFA. Mejorar nuestra visibilidad en Norteamérica y en el mundo”, desarrolló el presidente de la CAFF. “Nuestro margen de maniobra es muy bajo, pero CONIFA y Cascadia están saludables y saldrán adelante mejor que nunca”, añadió. Por ahora, Cascadia no tiene partidos confirmados para el año en curso, pero sí tiene la intención de presentarse al Mundial CONIFA de 2022. No obstante, tendrán competencia por el cupo correspondiente a Norteamérica: “Quebec ya presentó su solicitud, así que ellos tendrán prioridad para ello. Si continúan por ese camino, ellos serán quienes representen a la región”, apuntó Johnsen.
Atrás ha quedado la única aparición de la bioregión en el escenario global: el Mundial CONIFA de 2018. Cascadia finalizó en la sexta posición el campeonato, eliminada en cuartos de final por Kárpátalja (minoría húngara en Ucrania), equipo que, a la poste, conquistaría el cetro al derrotar en tanda de penaltis a Chipre del Norte en la final; Padania, la zona norte de Italia, cerró el podio. Aquel combinado cascadiano estaba integrado por jugadores como Calum Ferguson, quien milita en el Canterbury United FC de la primera división neozelandesa, y Joel Nouble, egresado de las academias del Chelsea y el Milwall, con pasado en la quinta categoría del balompié inglés. Quizá el sueño de Johnsen y la enardecida afición futbolera en Cascadia se haya detenido, pero la promesa permanece: “Volveremos”.