Estados Unidos '94: El Mundial que hizo terrenal al Diego
Estados Unidos '94: El Mundial que hizo terrenal al Diego

MUERE MARADONA

Estados Unidos '94: El Mundial que hizo terrenal al Diego

La de 1994 fue la última Copa del Mundo de Maradona. Anotó un gol a Grecia, pero salió del torneo por un doping positivo por cinco sustancias prohibidas. Inició la decadencia.

El camino del héroe. Ascenso y caída. Gloria e infierno. Ícaro en clave deportiva. El ciclo mitológico lo completó Diego Armando Maradona. No hay ni habrá un personaje más literario, poético y trágico que él. Salpicado a mansalva de defectos y virtudes. Maradona es hipérbole. Un género literario en sí mismo. El hombre que fue reverenciado como Dios y que jugó al fútbol como el mejor de los ángeles. El que cayó a las aguas, las profundas y oscuras aguas, con las alas quemadas, como Ícaro. Maradona es el epítome del mito melodramático. Uno de sus episodios más desgarradores ocurrió en Estados Unidos. En el verano de 1994. En Foxborough, Massachusetts. En plena Copa del Mundo. Día encapotado, grisáceo, fantasmagórico. Ninguna leyenda está exenta de lágrimas. De fuego. De demonios.

El 21 de junio de 1994, Maradona reencontró el idilio con el fútbol después de tres años aciagos. Un gol alivió dolores acumulados de las farras sevillanas, las tenebrosas noches bonaerenses (como la de abril de 1991, cuando fue arrestado en el barrio de Caballito, por posesión de drogas), y el deambular por los campos rosarinos (solo jugó cinco partidos oficiales en Newell's). Nueve meses antes, 'Pelusa' estaba retirado de la Selección Argentina, pero la estruendosa derrota endosada por Colombia en el Monumental de Núñez generó un maremoto que lo trajo de vuelta. Alfio Basile, el técnico de la 'Albiceleste', lo convocó para disputar el repechaje internacional, frente a Australia. Con global de 2-1, serie a ida y vuelta en Sídney y Buenos Aires, Argentina obtuvo in-extremis su visado para el Mundial en Estados Unidos.

El último tango

El primer partido de la fase de grupos encuadró a los pamperos contra los debutantes griegos. Mediado el segundo tiempo, los pupilos de Basile ya habían encaminado el cotejo (2-0), cuando Maradona magreó la pelota, como siempre lo había hecho, en el pórtico del área grande. Para llegar a ello, el preámbulo fue una fantasía. Maradona, Redondo y Caniggia desplegaron escuadras, un móvil perpetuo de azul cobalto. Diego la mimó, la durmió, la besó con su zurda tocada por los ángeles, y la mandó a guardar en el ángulo superior derecho de Minou. Gol geométrico. Catártico. 'El Diez' lo gritó a la cámara y Víctor Hugo Morales anunció la resurrección: ¡Está vivo! ¡Está vivo!", resonó por los transistores de toda la Argentina. 

Cuatro días después, la Selección de Basile tenía una nueva cita. Nadie advertía que sería terrorífica. Y menos cuando el cielo pintaba celeste. Celeste por la victoria. Y por Diego, su último tango. Siasia había adelantado a 'Las Águilas Verdes' al 8'; 13 minutos después, Caniggia recogió el misil de Batistuta que Rufai había repelido. El marcador en Boston era 1-1. Y entonces, con 27' en el tiempo corrido de la primera mitad, el juego se libraba por la parcela izquierda y el árbitro Bo Karlsson detuvo las acciones. Maradona congeló la pelota. Pidió calma. Alzó las palmas de ambas manos, las movió hacia adelante suavemente, y clavó la mirada en la pelota. Como si todo, de repente, hiciese clic. Un segundo. Ya sabía dónde estaba Caniggia. Desmarcado, Claudio Paul le gritaba, le rogaba: '¡Diego!'. Tenía acceso abierto hacia la meta de Rufai. Maradona puso la pelota en juego, echó el cuerpo hacia atrás para dotar de elegencia, fineza y precisión su toque de zurda. Caniggia recibió el balón envuelto en terciopelo albiceleste y lo colgó en la esquina más lejana del meta nigeriano. Nadie lo sabía entonces, quizá ni siquiera Sue Carpenter, la voluntaria que escoltó a Diego fuera de la cancha una vez concluido el encuentro, pero aquel fue el coda de Maradona en las Copas del Mundo. Y el punto de no-retorno. El declive no dejó de ser continuo desde entonces.

"Me cortaron las piernas"

Al finalizar el cotejo, 'El Barrilete Cósmico' debía pasar por un examen anti-doping. En el fútbol, los reglamentos también aplican a los 'dioses'. La imagen, una vez conocido el resultado de las pruebas, obtuvo un cariz dramático. Como el soldado que guía a su prisionero al paredón. A nadie que sea tomado del brazo por un enfermero (o un militar, aprovechando la analogía) le espera un destino placentero. Maradona abandonó la cancha del Foxboro Stadium en compases apesadumbrados de piano, en cámara lenta, y fundido a negro. "Andá a buscar a Maradona. Así salís en la tapa de todos los diarios", le dijo Roberto Maximino Peidró a Carpenter, quien no era enfermera, sino una asistente de FIFA. Carpenter, 'la viuda blanca', como la llamó la prensa argentina, y Maradona, en silenciosa marcha hacia el pasillo. Hoy en día, los futbolistas dejan en incógnito sus pruebas de orina; aquella tarde bostoniana, el mundo entero contempló la (última) procesión del rey hacia el salón de probetas, como cualquier terrenal. Como vislumbrar al monarca más poderoso del orbe someterse y sufrir ante un chequeo médico de rutina. El 'D10S' que había conquistado los imposibles fue derrotado en el laboratorio.

Maradona y Sue Carpenter, una postal icónica

Maradona y Sue Carpenter, una postal icónica

El martes 28 de junio de 1994, a las 10:30, la muestra con código 220 marcó positivo. Efedrina, norefedrina, seudoefedrina, norseudoefedrina y metaefedrina, sustancias que todo argentino que haya vivido la época puede recitar de memoria. FIFA prohibía expresamente las primeras dos. Joseph Blatter, entonces secretario general de la FIFA, se comunicó con Julio Grondona, presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA). Grondona se reunió con David Pintado, miembro de la delegación oficial de la selección; Peidró; Daniel Bolotnicoff, abogado de Maradona; y Agriol de Bianchetti, apoderado legal de la AFA. Todos serían testigos del segundo análisis, que arrojó los mismos resultados. Entre tanto, relataron entonces Clarín y Olé y rescata Infobae, Carlos Menem, presidente de Argentina, mantenía un constante diálogo con Fernando Miele, jefe de la delegación en Estados Unidos. El 29 de junio, la noticia se filtró a los medios de comunicación y, al día posterior, Blatter declaró en conferencia de prensa: "Los análisis efectuados al señor Diego Armando Maradona han resultado positivos. La AFA nos comunicó la separación de su lista del mencionado jugador, por lo que FIFA se abocará recién después de la finalización de la Copa a los aspectos meramente disciplinarios (...) Como solo un jugador de Argentina dio positivo, no procede ninguna modificación en el resultado del partido contra Nigeria". El equipo seguía vivo. Herido de muerte, pero vivo. Aquella fue una más de las tantas 'muertes' de Diego.

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"Me cortaron las piernas", sentenció 'El Pibe de Oro', ya expulsado de la concentración del equipo, presto a tomar el vuelo a casa, a la mortalidad. Sobre el episodio, Galeano plasmó en su célebre El fútbol a sol y sombra: "La máquina del poder se la tenía jurada. Él le cantaba las cuarenta, eso tiene su precio, el precio se cobra al contado y sin descuentos. Y el propio Maradona regaló la justificación, por su tendencia suicida a servirse en bandeja en boca de sus muchos enemigos y esa irresponsabilidad infantil que lo empuja a precipitarse en cuanta trampa se abre en su camino". Maradona no tuvo oportunidad de apelar la decisión y se marchó del Mundial por la puerta de atrás. Roto. Descorazonado. "Juro por mis hijas que no me drogué para jugar, porque si me entreno como me entrené no necesito nada para jugar (...) No quiero dramatizar, pero creeme que me cortaron las piernas. A mí, a mi familia. A los que están a lado mío. Nos sacaron la ilusión. Y creo que me sacaron del fútbol definitivamente. Tengo los brazos caídos, el alma destrozada. Quiero que les quede claro a todos los argentinos que no corrí por la droga, corrí por la camiseta", lloró ante las cámaras en una legendaria comparecencia en el Sheraton Park Plaza hotel, en Dallas.

Maradona en el Mundial de USA 1994
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"Cuando Maradona fue, por fin, expulsado del Mundial del 94, las canchas de fútbol perdieron a su rebelde más clamoroso. Y también perdieron a un jugador fantástico", abonó Galeano. "Cuando Dios dispara contra sí mismo tiene el pulso firme de los seres sobrenaturales, pero sus balas son de salva", aleccionó Juan Villoro en Balón Dividido, fascinado por el aura literaria-autodestructiva del 'Diez'. El episodio abrió una brecha irresoluble entre Diego y Estados Unidos, escenificada en las oficinas migratorias y detrás de los micrófonos: llamó 'asesino' a George Bush y 'chirolita' (títere) a Donald Trump mientras ambos eran presidentes de la Unión Americana. Extra-oficialmente, y como bien explicó Galeano, 'El Pibe' se volvió un personaje non-grato en EEUU.

Tengo los brazos caídos, el alma destrozada. Quiero que les quede claro a todos los argentinos que no corrí por la droga, corrí por la camiseta

Diego Armando Maradona

Maradona siempre esgrimió que las drogas encontradas en su cuerpo obedecían a la ingesta de un medicamento contra la gripe (llamado Ripped) recetado por Daniel Cerrini, uno de sus colaboradores, culturista y nutricionista quien ejercía como una suerte de 'médico'. Un inocente 'coctel casero', como lo calificó Michel D'Hooghe, jefe de la comisión de Medicina de FIFA. De hecho, 26 años después, la AMA (Agencia Mundial Anti-dopaje), de acuerdo a su lista actualizada en 2020, aún prohíbe la efedrina y la pseudoefedrina 'en competencia' en concentraciones menores a 10 microgramos por militro y 150 microgramos por mililitro, respectivamente. Lo cierto es que las alarmas saltaron aquel junio de 1994. Que FIFA envió a 'D10S' de vuelta a Argentina; que le impidió jugar fútbol por 15 meses, lo que lo condenaba prácticamente al retiro; que jamás volvió a jugar para la 'Albiceleste'; que Estados Unidos no volvió a dejarlo entrar (en 2018 le negó el visado para visitar Miami y acudir al juicio civil contra su exesposa, Claudia Villafañe). Y que, huelga decirlo, era terrenal. Su talento no, pero él sí. Estados Unidos '94 lo demostró.

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