Empate a nada
Y al final de todo, un empate sin goles, un desprecio al espectáculo más grande del mundo. Si estos son los mejores de España, no me imagino el resto.
En un día y una noche rara para el fútbol, se jugó el peor clásico de los últimos 40 años.
Llovió débilmente, primero gotitas de agua y luego ceniza de contenedores quemados, mientras los jugadores de los dos equipos hacían un ridículo histórico.
El nihilismo del fútbol, la pérdida de la vida y del tiempo durante 90 minutos más el descuento, la tontería de la vergüenza y la timidez. De todo, menos de fútbol.
Messi no funciona desde hace unos partidos, Suárez es un dramón fuera del área (Mané en el Liverpool sube y marca goles) y don Luis todo lo que hace fuera del área lo hace mal. Es un rematador. Por eso es tan necesario que sigua marcando goles.
Mientras ardían los contenedores en la segunda parte y el Madrid controlaba el balón, salió Vidal y otorgó más solidez al centro del campo. Solo solidez, nada de creatividad.
No me ha interesado un partido que ni los jugadores estaban interesados. Una pena. Un escaparate a millones de personas que a ellos les da igual. A otros, los de los contenedores lo que querían era herir el fútbol.
Y al final de todo, un empate sin goles, un desprecio al espectáculo más grande del mundo y una risa pesada gratuita que acompaña y poco más.
Si estos son los mejores de España, no me imagino el resto. Menuda tela.