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NFL

Lo bueno, lo malo y lo feo de la semana 7 de la NFL

Aaron Rodgers demostró que son los buenos quarterbacks los que hacen buenos receptores, y no al revés.

Estados UnidosActualizado a
Aaron Rodgers demostró que son los buenos quarterbacks los que hacen buenos receptores, y no al revés.
Quinn HarrisAFP

Lo bueno

Dentro de todo el ruido (justificado) que genera el actual MVP Patrick Mahomes, la excelsa temporada de Russell Wilson, la marca invicta de Tom Brady y el dinamismo de Deshaun Watson, es fácil olvidarse de lo increíble que puede llegar a ser Aaron Rodgers. El domingo, A-Rod dictó un magistral recordatorio.

Sí, tal vez el perímetro de los Raiders es apenas ordinario. Pero lo que hizo Rodgers fue extraordinario.

Ya con control absoluto del sistema del nuevo coach Matt LaFleur, Rodgers concluyó con el primer rating perfecto de su brillante carrera al completar 26 de 31 envíos para 429 yardas y cinco pases de touchdown, además de otras anotación por la vía terrestre. Todo esto sin su mejor receptor en el campo, Davante Adams, quien se encuentra fuera por indeterminado debido a una lesión.

Rodgers se puso pijama, tapabocas y tomó el bisturí para brindar una exhibición de precisión quirúrgica, sin importar quien estuviera del otro lado del balón. Completó pases con ocho receptores diferentes, cada uno de sus cinco envíos anotadores fue con un jugador distinto y, en cada una de las series que culminó en las diagonales Green Bay recorrió al menos 75 yardas. Los Raiders no tuvieron una oportunidad.

Bueno, si la tuvieron, pero Derek Carr soltó un balón que salió en la línea de gol que le permitió a Green Bay ampliar el margen y enfilarse a un cómodo, y esta vez indiscutible, triunfo 42-24 que tiene a los Packers en control de la división más disputada de la NFL, a LaFleur como sólido candidato a Coach del Año y a Rodgers –nuevamente– en la conversación a MVP.

Lo malo

Mitchell Trubisky corre verdadero peligro de ser linchado por sus compañeros de la defensiva de los Bears en la regadera después del encuentro contra los Saints. Sí, la defensiva de Chicago es elite, pero no tiene el apoyo de un ataque que le dé contrapeso. Y buena parte de esa responsabilidad recae en Trubisky.

El quarterback de tercer año continúa con una temporada 2019 para el olvido. Después de ausentarse un juego y medio por lesión, la segunda selección global del Draft de 2017 permitió el domingo que fueran los Saints los que se mostraran como la defensiva dominante.

No es que la defensiva de New Orleans sea mala. Pero tampoco es una unidad capaz de limitar a un quarterback a 13 de 25 para 84 yardas luego de tres cuartos. El domingo lo hicieron.

Trubisky continúa buscando únicamente trayectorias cortas o pases de escape, titubea al momento de deshacerse del balón y simplemente no es capaz de jalar el gatillo sobre un receptor que no tenga separación suficiente que le permita sentirse cómodo. Como resultado, unos Bears que iniciaron con etiqueta de campeonato, ahora están atorados con marca de 3-3 en la parte inferior de la división más competitiva del football.

Seguramente, más de uno se estará diciendo que las defensivas elite como la de Chicago no permiten 36 puntos a Teddy Bridgewater y, generalmente, estarían en lo correcto. Pero llega a suceder cuando permanecen 37 minutos en el terreno de juego luego de que el inerte ataque tuvo dos intercambios de balón, acumuló apenas 16 primeros y 10, y tuvo ocho ofensivas de tres jugadas o menos. Eso sin incluir los puntos que entregaron los Bears en equipos especiales.

La actuación de Trubisky fue atroz, y toma una dimensión aún mayor al considerarse que Patrick Mahomes fue seleccionado ocho lugares DESPUÉS.

Lo feo

Los equipos grandes, encuentran la manera de ganar. Los chicos, la manera de perder. No se necesita un doctorado en ciencias para saber de qué lado están los Chargers esta temporada.

Las cinco derrotas de Los Ángeles en la actual temporada han sido todas por siete puntos o menos, ninguna más desgarradora que la del domingo en casa de los Titans. Un revés que podría significar el tiro de gracia a lo que inició como una campaña de grandes aspiraciones.

Abajo 23-20 y con el balón en la yarda 1 a 19 segundos del final, el running back Melvin Gordon soltó el ovoide justo antes de cruzar la línea de gol y Jurrell Casey recuperó para preservar un triunfo que Tennessee parecía empeñado en entregar luego de cometer dos castigos dentro de su propia yarda cinco en la secuencia previa al fumble de Gordon.

La derrota, la tercera en fila para los Chargers, vino una semana después de que cayeran en casa contra unos Steelers con su tercer quarterback en el mando y dos semanas luego de no poder salir de un hueco –también en casa– de 17-0 en la primera mitad ante unos igualmente ineptos Broncos.

El revés del domingo resulta particularmente doloroso al tomar en cuenta que, de todos los jugadores, fue Gordon el que soltó el balón a milímetros del touchdown de la victoria. Sí, el mismo Gordon que se ausentó toda la pretemporada y los primeros cuatro juegos por una disputa contractual que continúa sin resolverse.

Tal vez Gordon deba aprender a sujetar el balón durante dos malditas yardas antes de ponerse a exigir un salario reservado únicamente para los mejores de su posición.