Pasa que en el fútbol como en la vida, el tiempo pone todo en su lugar. Hace casi 60 años, Ricardo Gareca aprendió a marcar goles en la cancha de Tapiales, la localidad de la provincia de Buenos Aires en la que creció. De niño sólo pensaba en la pelota. Como muchos argentinos llevaba el fútbol en la sangre, como pocos tuvo la oportunidad. Le decían Tigre y tenía el destino marcado.
A las pruebas en Boca Juniors lo llevó Alberto, su papá. Se quedó en las inferiores xeneizes hasta el día de su debut. Marcó sesenta y cuatro goles en 130 partidos. Hizo de La Bombonera su casa. Ese mismo estadio del que Perú salió con la posibilidad de regresar a un Mundial después de 36 años rebelándose al talento del gran Messi, a las estadísticas y a la historia. Después de 37 partidos al frente de la Selección de Perú, Gareca festejó lo imposible ante un estadio que se rindió ante su obra. Fue una noche con mística en el Nacional de Lima. Los goles de Farfán y Ramos, la dedicatoria para Guerrero , un continente unido alentando. Perú se quedó con el último lugar disponible para Rusia 2018… Y el Tigre corroboró su condición de ídolo Mundial.
No todas fueron buenas La noche del 30 de junio de 1985 el Monumental también fue su casa. Tenía puesta la celeste y blanca. Perú era el rival y Argentina necesitaba ganar. En el minuto 81 convirtió en gol un remate que había pegado en el palo. Se cubrió de gloria como ya lo había hecho en Boca y América de Cali. Extrañamente después de una noche de fantasía, vivió el momento más duro de su carrera: los tiquetes para viajar a México nunca llegaron. Carlos Salvador Bilardo lo sacó de la lista del Mundial. Nunca le dio ninguna explicación y él tampoco la pidió –o al menos eso afirma-. Seguir un Mundial por televisión es insoportable para alguien que podría estar en la cancha, por eso le costó disfrutar de su gol favorito: el segundo de Diego Maradona a los ingleses. El Tigre reconoce que fue un momento muy difícil, pero absolvió al entrenador. Cuando se cansó de hacer goles, pasó a jugar detrás de la línea. Independiente, Colón, Argentinos Juniors, Quilmes, Talleres, América de Cali, Santa Fe, Universitario, Vélez y Palmeiras tuvieron al Tigre como entrenador antes su aterrizaje en Perú. Con el paso de los años, Gareca entendió a Bilardo porque muchas veces tuvo que decirles "no" a jugadores con talento y voluntad. Sin duda los técnicos no pueden cumplir el sueño de todos los que quieren dedicarse a patear un balón, debutar en primera o jugar una Copa del Mundo, pero en el fútbol como en la vida, el tiempo pone todo en su lugar. Lo sabe Gareca y su historia lo corrobora.