Miedo. Otra vez... Los Golden State Warriors consiguieron ayer su décimo triunfo de la temporada, nueve en los últimos 10 partidos. Y lo hicieron a bombo y platilla, como viene siendo habitual. En los últimos seis encuentros, +28, +20, +19, +17, +24 y +21. Sin sudar.
La sensación de superioridad es absoluta, incluso cuando aún no han roto el partido y el rival está por delante. El arreón va a llegar, lo sabemos todos, y cuando llegue se acabará el partido. Así está siendo esta racha terrorífica en la que los locales juegan, prueban, entrenan durante gran parte del choque para romper cuando el rival comente un par de errores. Ayer, contra unos Sixers peleones que llegaban con seis triunfos en los últimos ocho encuentros y nada que perder, intercambio de golpes hasta que un mal tiro de Robert Covington (mala decisión) regala una transición y una pérdida de Ben Simmons propicia la siguiente. Game Over.
Sixth straight blowout win by the Warriors
— Anthony Slater (@anthonyVslater) 12 de noviembre de 2017
Clippers by 28
Spurs by 20
Nuggets by 19
Heat by 17
Wolves by 24
Sixers by 21
Total: +129
Los Warriors juegan andando, sobrados. Esa es la sensación. Y aun así exigen el máximo a un rival que sabe que tiene que aguantar 48 minutos en el filo de la navaja. Prácticamente imposible, claro.
El partido nos dejó el retorno de Durant (29 puntos, máximo anotador del partido), que se había perdido el último partido por una contusión y cruzó alguna palabra de más con Joel Embiid (igual era pronto para calentar el partido, Joel), el nuevo peinado de Stephen Curry (sí, es noticia...), más triples de Klay Thompson (4/6), la habitual línea multiusos de Draymond Green (10+10+7+2+5) y grandes minutos de McGee en la primera mitad y Looney en la segunda (Kerr los mueve, cambia la rotación y cada uno aporta lo que tiene).
Ben Simmons (13+5+8) y Joel Embiid (12+7+2) cerraron su primer partido en el Oracle Arena con actuaciones discretas, fallones en el tiro y algo superados por las circunstancias (11 pérdidas entre los dos), pero dejando detalles por el camino: el primero con los pases y un mate tras robo midiéndose con Durant, y el segundo con un tapón salvaje y un putback no menos demoledor. Están lejos. Muy, muy lejos. Pero están.