Ivan Rakitic, el chico que creció soñando ser Prosinecki, jugó 117 partidos oficiales en el Sevilla, llevó el brazalete de capitán y levantó una Europa League en Turín. Para Emery, era el profesional perfecto. Croata nacido en Suiza (sus padres huyeron de la guerra de Bosnia), sus lazos con Sevilla son más que obvios.
Ha declarado que vivirá allí cuando se retire y es conocida su historia de amor con su mujer Raquel que contó con todo tipo de detalles hace un par de meses en The Players’ Tribune bajo un título sugerente: “Un tío croata entra en un bar”. Rakitic recuerda cómo, víctima del estrés porque no se cerraba su fichaje, pidió a su hermano (y agente) ir a tomarse una copa a un bar donde la conoció. Tardó siete meses en concertar su primera cita. El resto es historia. Su familia política es sevillista hasta la médula.
El abuelo de su mujer quiso morir con el reloj del equipo puesto: “Si me voy, me voy con mi club”. Su suegro, además, le advirtió que no cambiaría de bufanda. Nada más cerrarse su fichaje con elBarça en 2014, le aclaró: “Vale, buena suerte. Pero cuando juguéis contra el Sevilla... Pues lo siento”.