El ‘soccer’ se transforma en ‘football’ lentamente
AS recorrió las tres ciudades en las que Estados Unidos se presentó en la Copa América 2024 para palpar qué tanto la sociedad ‘americana’ ha comenzado a abrazar un deporte del que aún rehuye.
- Te diré, yo no solía seguir nada de ‘soccer’. Bueno, ‘football’, como dicen ustedes. Más que como dicen, como en realidad es. ‘Football’. Debemos empezar a llamarle como debe ser.
- Sí, ‘football’ es en todo el mundo. Sólo aquí y en Canadá le dicen ‘soccer’.
- Sí, y no sé por qué. Pero, te digo, el ‘football’ era algo muy ajeno a mí. Yo soy más de la NFL. Go Chiefs. Pero desde hace dos años me ha interesado mucho el ‘football’. Disculpa, me cuesta no decirle ‘soccer’, pero me estoy acostumbrando. Me gusta ver los partidos de otros países. Me gusta ver torneos como la Copa (América), ver cómo cada país juega de forma distinta. Eso te muestra mucho sobre la cultura de cada nación.
Michael, a sus casi 60 años, es un aficionado primerizo al fútbol, pero ya lo ha entendido todo.
- Me gustaría entenderlo con la pasión que le tienen ustedes, los latinoamericanos, y los europeos. Es algo muy especial y muy diferente a lo que tenemos aquí.
- Bienvenido al mundo del ‘football’.
- Ojalá Kansas sea una buena sede. Me gustaría ir a ver algunos partidos. A los Mahomes les gusta mucho el ‘football’. La esposa de Pat, Brittany, jugó profesionalmente y tiene acciones en un equipo de aquí.
Eso sí, una de sus referencias inmediatas al fútbol está ligada a la NFL. No todo es perfecto.
La Copa América es aquello que pasa en Estados Unidos sin que Estados Unidos esté enterado. Por las calles de Dallas, Atlanta, Kansas City, apenas se respira ambiente de Copa, color netamente ‘futbolero’, sólo cuando el día de partido ha llegado. En cualquier otra tarde, noche, aquel que camine por estas ciudades no notaría que el torneo más importante del continente se celebra aquí mismo, si no lo supiera. No hay afiches en los aeropuertos ni en las calles. No hay indicativos, o anuncios espectaculares, que indiquen que acá ‘Vibra el Continente’. Acaso vibran los estadios. Y a veces. Conmebol reveló que el promedio de asistencia en los 28 partidos previos a las semifinales del campeonato es de 47.551 aficionados; algunos rozan récords históricos de la competición, como el Argentina vs. Canadá (81,106); otros llenan de rubor a la Confederación, como los poco más de 11,622 fans que atestiguaron el empate a 0 entre Perú y Chile. El rating muestra signos alentadores, pese a todo: la derrota del USMNT ante Uruguay, en Kansas, alcanzó un máximo de 4.87 televidentes a nivel nacional a través de FS1, el mejor registro histórico en la cadena para un partido no-mundialista.
Vibran los estadios. Sí, con calor latino. El fútbol aún no ha conquistado al gran público americano, el que vive el deporte como un lifestyle, el culto al cuerpo, un motivo de patriotismo sustentado en la supremacía geopolítica y militar, el orgullo de la pertenencia al sistema universitario, el tecnisismo del rendimiento. El que ha vivido prendado, desde esa óptica, del fútbol americano, el béisbol, el basquetbol. En ese gran terreno inexplorado reside el racional de Conmebol y FIFA para exportar un deporte que todavía un segmento notorio de la población encuentra exótico, extraño, diferente, ajeno, ‘europeo’. Eso, y el impulso económico, por supuesto. ESPN informó que la Copa América Centenario generó 75 millones de dólares en ganancias... sólo para US Soccer.
El terreno, sin embargo, parece fértil. Alguna semilla quedará tras la Copa América. El cometido es que germine dos años después. “Ojalá que sí. Ojalá que con el Mundial de 2026 mucha gente empiece a ver ‘soccer’. Que sea más popular que la NFL, la NBA, será duro. Honestamente, sí creo que tenemos potencial para convertirlo un deporte top en Estados Unidos”, dijo Rowen, aficionado estadounidense que asistió al partido entre USA y Bolivia en Arlington. Chris, un entusiasta del USMNT, ilusionado con una victoria improbable frente a Uruguay en Kansas City, comparte la ilusión: “Crecí jugando soccer en los 90, en la secundaria. Los programas han crecido exponencialmente desde entonces. En el 94, cuando tuvimos el Mundial, el efecto de eso fue enorme. Tenerlo aquí, en 2026, creo que va a explotar la cultura del fútbol en Estados Unidos. Veremos muchos más efectos. La MLS llegó poco después del Mundial, fue un efecto directo del 94. Nos vamos a divertir mucho”.
Otras voces son menos optimistas. Christopher, quien presenció in situ el tropiezo de Estados Unidos con Panamá en Atlanta, declaró: “¿Se convertirá EEUU en un país de fútbol en el futuro? Ojalá que sí. Quizá en la siguiente generación. He visto que ha crecido mucho, pero no será pronto. Con Messi aquí, el Mundial también, tendremos más gente involucrada. Con esto, nos volveremos una nación que apoye más al fútbol”. Marcos, guatemalteco, ha abrazado a Estados Unidos como segunda nación; aficionado al fútbol, un nexo con la tierra de origen, percibe que hay un incremento en la afición general en USA, pero aún está lejos de las cuotas que se acostumbran en otras partes del globo: “Estados Unidos ha ganado mucho territorio. Ha generado el fútbol más popularidad, la MLS. Sin ofender a los paisanos mexicanos, lo están nivelando. Pienso que no le ponen tanta atención, porque hay fútbol americano, béisbol, pero siempre hay gente a la que también le gusta el fútbol, por la sangre latina”. Franz, uruguayo con nacionalidad estadounidense, toma la misma distinción de Marcos para sentenciar: “Yo no creo (que el estadounidense, en global, entienda al fútbol), porque eso está arraigado en la cultura. No sé lo que es, es un sentimiento. Es algo que está en los genes nuestros, por ejemplo. Cada país tiene su forma”.
Hay infraestructura, dinero, un amplio sector al cual seducir, presencia mediática (la Copa América y la Eurocopa ocupan extensas franjas horarios en el canal prime de Fox, televisión abierta nacional). “Creo que las academias aquí.... tienes que pagar para jugar. Tienes que pagar para jugar ‘soccer’. Comparado con el fútbol americano, la NBA, el basquetbol, ahí no tienes que pagar. Todos aquí en Estados Unidos crecieron viendo esos deportes. Eso juega una parte importante”, inicia Rowen. Mejorar los accesos universales a una disciplina que, también, puede ser elitista en la Unión Americana. Quizá también despojar al fútbol del enfoque tecnicista con el que los estadounidenses se aproximan al deporte: dejar espacio para la inspiración, la invención, la libre expresión de la pelota sobre el césped. O, quizá, el camino sea más simple, tal como lo dijo Giorgio Chiellini, el mítico defensor italiano, en una de las últimas transmisiones veraniegas de Fox: “Por favor, continúen viendo fútbol todos los días. Continúen jugando fútbol. Continúen viviendo fútbol todos los días”.
Dejar de llamarle ‘soccer’ no sería mal comienzo, como Michael ya ha hecho.