Por qué mi carro no prende en tiempos de frío

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Es el sonido más temido en invierno. No es solo mala suerte; es una batalla de química, física y fluidos. Te explicamos la verdadera razón por que tu auto te abandona con el frío.

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El descenso significativo de las temperaturas invernales presenta un desafío recurrente para los conductores en Estados Unidos: la falla del vehículo para arrancar el motor. 

Este fenómeno, manifestado comúnmente como un chasquido repetitivo del encendido o un arranque débil e infructuoso, genera una considerable frustración. Dicha situación suscita una pregunta técnica fundamental: por qué mi carro no prende en tiempos de frío.

Instintivamente, culpamos a la batería (battery). Y aunque a menudo es la principal sospechosa, la realidad es mucho más compleja y fascinante. El frío no ataca a un solo componente; lanza una ofensiva coordinada contra la física y la química de la máquina. Es una cascada de fallos, donde una debilidad arrastra a la siguiente.

Batería

Inevitablemente, el primer punto de análisis debe ser la fuente de poder. Lo que debemos entender es que una batería de automóvil no es una caja mágica de electricidad; es un reactor químico portátil. Funciona mediante una reacción electroquímica entre placas de plomo y un electrolito, generalmente ácido sulfúrico.

Aquí está el detalle crucial: el frío extremo ralentiza drásticamente las reacciones químicas.

En resumen, el frío provoca que la batería:

No es que la batería esté «muerta» en el sentido tradicional; está «lenta». Está en un estado de hibernación química. A 32°F (0°C), una batería de plomo-ácido ya ha perdido cerca del 35% de su potencia efectiva. Si la temperatura baja a 0°F (-18°C), esa pérdida puede llegar al 60%.

Por consiguiente, la batería tiene menos «fuerza» para ofrecer, justo en el momento en que el resto del auto le exige el doble de esfuerzo. Es el equivalente a pedirle a alguien que corra un maratón inmediatamente después de despertar de un sueño pesado.

Aceite

Mientras la batería lucha por entregar energía, el motor presenta su propia resistencia. El componente clave aquí es el aceite de motor (motor oil). La función del aceite es lubricar las partes móviles, como pistones y cojinetes, pero su comportamiento cambia radicalmente con la temperatura.

A esto se le llama viscosidad (viscosity). Cuando hace frío, el aceite se espesa. Mucho. El impacto directo es:

Pasa de tener la consistencia de un jarabe ligero a parecerse más a la miel o incluso a la melaza.

Ahora, imaginemos el desafío: el motor de arranque (starter), alimentado por una batería ya debilitada por el frío, tiene que hacer girar el cigüeñal. Dicho cigüeñal, junto con todos los pistones, está sumergido en este lodo espeso y frío. El esfuerzo requerido es monumental. El motor está, literalmente, pegado por su propio lubricante.

Esta combinación de una batería débil y un aceite espeso es, en la gran mayoría de los casos, la respuesta directa a por qué mi carro no prende en tiempos de frío. Es una lucha de poder que el frío casi siempre gana.

Combustible 

Supongamos que la batería tiene suficiente energía y el motor de arranque logra mover el motor. Aún no estamos fuera de peligro. El frío también afecta al combustible y al sistema de ignición.

En climas muy fríos, la gasolina tiene dificultades para vaporizarse. Para que ocurra la combustión en el cilindro, el combustible debe ser un rocío fino (vaporizado) que se mezcla con el aire para ser encendido por la bujía (spark plug). La gasolina fría es perezosa; prefiere mantenerse líquida.

Asimismo, puede existir condensación. Los problemas con el combustible se resumen en:

Pequeñas cantidades de agua en el tanque de gasolina o en las líneas de combustible (fuel lines) pueden congelarse. Un minúsculo cristal de hielo es suficiente para bloquear el flujo de combustible, actuando como un tapón en una arteria. El motor gira, la chispa salta, pero el combustible nunca llega a la fiesta.

Por qué mi carro no prende en tiempos de frío: No es el auto, es la física (y la falta de mantenimiento)

Aquí es donde entra el análisis crítico. A menudo escuchamos a la gente decir «mi auto es malo en invierno». En realidad, la mayoría de los autos modernos están diseñados para soportar el frío, pero la física es implacable. El problema rara vez es un defecto de diseño; el problema es una falla en la preparación.

La verdadera razón por qué mi carro no prende en tiempos de frío suele ser el mantenimiento preventivo que no se hizo en otoño.

Vivimos en una era de vehículos increíblemente fiables, tanto que hemos olvidado que son máquinas sujetas a las leyes de la termodinámica. Damos por sentado que la batería de cuatro años, que funcionaba bien en verano, aguantará otro invierno. 

Ignoramos la recomendación de usar un aceite sintético de menor viscosidad (como un 5W-30 en lugar de un 10W-30), que fluiría mucho mejor en frío. Dejamos que el tanque de gasolina esté casi vacío, invitando a la condensación a formarse.

El auto no falla por malicia. Falla porque la química de su batería se ralentizó, la física de su aceite se espesó y la termodinámica de su combustible se alteró, todo al mismo tiempo. Y nosotros, como propietarios, no le dimos las herramientas para combatir esa batalla.

Para evitar esta situación, la preparación es clave:

La próxima vez que el pronóstico anuncie una ola de frío ártico, la pregunta no debería ser si el auto arrancará. La pregunta debería ser: ¿He hecho lo necesario para darle a mi auto la oportunidad de ganar su inevitable pelea contra el frío? Porque en esta batalla, la preparación no es solo recomendable; es la única estrategia ganadora.

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