Cada año, el Pebble Beach Concours d’Elegance celebra la historia del automóvil, congregando a los más hermosos y legendarios autos clásicos del mundo.
En la edición de 2024, que es la número 73, la atención se centró en un automóvil que ha marcado un hito en la historia del evento: el Bugatti Type 59 Sports de 1934, perteneciente a The Pearl Collection de Fritz Burkard, de Zug, Suiza.
Para quienes no están familiarizados con este modelo, el Bugatti Type 59 es un vestigio vivo de una era donde la velocidad, el lujo y la ingeniería avanzada se unían en una sola máquina.
Este Bugatti, en particular, tiene una historia rica que abarca victorias en Grand Prix y conexiones con la realeza europea. Sin embargo, lo que lo hace verdaderamente especial no es solo su pasado glorioso, sino el hecho de que ha sido preservado en su estado original, algo que rara vez se ve en un auto de carreras de su calibre.
A diferencia de muchos vehículos que han sido restaurados meticulosamente para devolverles su antiguo esplendor, este Bugatti ha sido conservado tal y como fue dejado por su último propietario real, el Rey Leopoldo de Bélgica. Esa autenticidad, esa capacidad de contar su historia a través de cada rasguño y cada cicatriz, es lo que lo hizo destacar entre los 214 autos que participaron en el concurso este año.
Es fácil admirar un auto restaurado a la perfección, pero hay algo en la autenticidad, en la preservación de la historia tal como es, que resuena más profundamente. Quizás es por eso que, por primera vez en la historia del Pebble Beach Concours d’Elegance, un auto en estado de preservación ganó el codiciado premio al Best of Show.
Este reconocimiento no solo celebra al Bugatti, sino que también marca un cambio en la forma en que apreciamos los autos clásicos, pues ya no se trata solo de cómo se ve el auto, sino de lo que representa y las historias que lleva consigo.
Fritz Burkard, el orgulloso propietario del Bugatti, expresó su emoción al recibir el premio. Para él, no solo fue un triunfo personal, sino también un momento importante para la comunidad automovilística. Esta victoria de un auto en estado de preservación en un evento tan prestigioso es un recordatorio de que la historia no siempre necesita ser pulida y perfeccionada, a veces, es más valiosa cuando se deja intacta.
De igual manera, esta victoria también resalta la importancia de la preservación en el mundo del automovilismo. Y es que, los autos solo pueden ser originales una vez, y mantener esa originalidad es cada vez más apreciado. En un mundo donde la restauración a menudo busca borrar las huellas del pasado, preservar un auto en su estado original es una forma de honrar su historia completa, con todos sus altibajos.
Este año, el Bugatti Type 59 compartió el escenario con otros contendientes notables, como el Talbot-Lago T26 Grand Sport Saoutchik Fastback Coupé de 1948 y el Packard 1108 Twelve LeBaron Sport Phaeton de 1934. Sin embargo, lo que hizo destacar al Bugatti no fue solo su historia, sino la manera en que esa historia fue presentada. Mientras que otros autos brillaban con la perfección de la restauración, el Bugatti resplandecía con la autenticidad de lo real, de lo vivido.
Así pues, el Bugatti Type 59 Sports de 1934 no solo ganó un premio, sino la admiración de una audiencia que, quizás por primera vez, vio el valor en lo imperfecto, en lo preservado, en lo auténtico.
Así, este Bugatti no solo se lleva el título de Best of Show, sino que también se asegura un lugar en la historia, no solo como un ganador, sino como un símbolo de la belleza que reside en la preservación de lo auténtico. En un mundo que a menudo busca la perfección, este Bugatti nos recuerda que la verdadera historia, con todas sus imperfecciones, es lo que realmente vale la pena celebrar.
