La pregunta sobre cada cuánto se cambian las llantas de un carro resuena constantemente en la mente de muchos conductores. Es una duda legítima, puesto que la respuesta no es un número mágico, sino más bien una conversación continua entre el vehículo, los hábitos y el asfalto.
Más allá de ser un simple componente, los neumáticos son el único punto de contacto con el camino, y entender su ciclo de vida es fundamental para la seguridad.
Y es que a diferencia de otros componentes, el verdadero indicador no aparece en un manual con una fecha exacta, sino que se revela a través de la observación y el conocimiento.

Desgaste
Es muy común escuchar que un juego de llantas debería durar 50,000 o 60,000 millas. Los fabricantes nos dan estas cifras como una referencia de durabilidad, un estándar de treadwear (desgaste de la banda de rodadura) que sirve como una excelente guía inicial.
Sin embargo, aferrarse ciegamente a ese número puede ser un error. La vida útil real de un neumático está dictada, en primer lugar, por el desgaste físico de su superficie. Es por esto que la inspección visual es tu mejor y más honesta herramienta.
Una técnica increíblemente sencilla y efectiva, muy popular en Estados Unidos, es la «prueba del centavo» o penny test. Consiste en tomar una moneda de un centavo y colocarla con la cabeza de Abraham Lincoln hacia abajo, dentro de las ranuras principales de la llanta.
Si se puede ver la totalidad de la cabeza de Lincoln, la profundidad de la banda de rodadura es inferior a 2/32 de pulgada, el mínimo legal en la mayoría de los estados. En consecuencia, ha llegado el momento inaplazable de reemplazarlas. Esta simple acción da un diagnóstico más certero que cualquier estimación de kilometraje, ya que refleja la condición actual y real del neumático.

Factor tiempo
Aquí es donde muchos conductores pasan por alto un detalle crucial. Un carro que se usa poco, quizás solo los fines de semana, podría tener llantas con una banda de rodadura casi intacta después de varios años.
Uno podría pensar que están en perfectas condiciones, pero el caucho, como material, tiene fecha de caducidad. El tiempo y la exposición a los elementos, como los rayos UV y los cambios de temperatura, provocan que el compuesto se seque, se endurezca y se vuelva quebradizo.
Para conocer la edad de los neumáticos, debes buscar el código DOT (Department of Transportation) en la pared lateral o sidewall. Los últimos cuatro dígitos de este código alfanumérico te indican la semana y el año de fabricación. Por ejemplo, un código que termina en «3221» significa que la llanta fue fabricada en la semana 32 del año 2021.
Aquí la recomendación general de la industria es contundente: una llanta con más de seis años de fabricación requiere una inspección profesional anual, y la mayoría de los fabricantes de vehículos y neumáticos aconsejan reemplazar cualquier llanta que supere los diez años, sin importar qué tan bien luzca su dibujo.
Este envejecimiento puede causar grietas finas, casi imperceptibles, que comprometen la integridad estructural y aumentan peligrosamente el riesgo de un reventón (blowout).

Conducción y entorno
Finalmente, el rompecabezas se completa con factores que son únicos para cada conductor. El cómo y dónde se maneja tiene un impacto directo y profundo. Un estilo de conducción agresivo, con aceleraciones bruscas y frenadas repentinas, devora la vida de los neumáticos a un ritmo mucho más rápido que una conducción suave y previsora.
Del mismo modo, no es lo mismo circular por las carreteras perfectamente pavimentadas de una ciudad que transitar por caminos rurales o en áreas con baches (potholes) frecuentes.
El clima también juega un papel protagónico. El calor extremo acelera la degradación del caucho de forma significativa. Por el contrario, en climas más fríos, el compuesto puede volverse más rígido y menos eficiente. De ahí que un mantenimiento proactivo sea tan vital.
Prácticas como la rotación de llantas (tire rotation) cada 5,000 a 7,000 millas, mantener una correcta alineación (alignment) y verificar mensualmente la presión de inflado (inflation pressure) no son gastos, sino inversiones directas en la seguridad y en la longevidad de los neumáticos.
Así pues, la próxima vez que surja la pregunta cada cuánto se cambian las llantas de un carro, hay que recordar que la respuesta se encuentra en la profundidad de sus surcos, en su fecha de nacimiento grabada en el costado y en el eco de cada viaje que se ha realizado.