Cuando se trata del mantenimiento automotriz, existen temas que, a pesar de su importancia capital, a menudo quedan relegados a un segundo plano. Uno de ellos, sin duda, es el líquido para baterías de carro.
Para muchísimos conductores en Estados Unidos, esta cuestión genera una serie de preguntas lógicas, puesto que el corazón eléctrico de su vehículo depende directamente de este fluido.
Abordar este tema es fundamental, ya que una decisión incorrecta puede acortar drásticamente la vida útil de un componente esencial y, en consecuencia, dejarnos varados en el momento menos esperado.
La conversación sobre este fluido nos lleva a entender que no todas las baterías son iguales. Nos centraremos en las tradicionales baterías de plomo-ácido no selladas (unsealed lead-acid batteries), aquellas que permiten acceder a través de tapones removibles.
En el caso de las baterías modernas, selladas o de tipo AGM (Absorbent Glass Mat), son un mundo aparte, pues no requieren ni permiten este tipo de servicio. Así pues, para quienes tienen un auto con una batería como esta,, este conocimiento no es obsoleto, es una herramienta de ahorro y fiabilidad.
Por qué las baterías necesitan líquido
Para comprender qué líquido añadir, primero hay que entender qué contiene la batería. Ese líquido, conocido como electrolito (electrolyte), es una solución precisa de ácido sulfúrico y agua.
Funciona como el medio conductor donde ocurre la magia: la reacción química que libera los electrones y genera la electricidad que el auto necesita para arrancar y funcionar.
Durante el ciclo de carga y descarga del vehículo, y debido al calor del motor, es natural que parte de este líquido se evapore. Aquí reside el meollo del asunto, porque no todo se evapora por igual.
El componente que se pierde por evaporación es casi exclusivamente el agua. El ácido sulfúrico, por su parte, permanece dentro de las celdas. De ahí que la concentración de la solución cambie con el tiempo, volviéndose más ácida. Esta es la razón principal por la que el mantenimiento preventivo es tan crucial.
¿Qué líquido para batería de carro usar?
Ante la pregunta directa, la respuesta es simple y categórica. Cuando una batería necesita líquido, la única sustancia que se debe agregar es agua destilada (distilled water). Ni más ni menos. La razón es puramente química: al reponer únicamente el agua que se ha evaporado, se restablece la concentración original y óptima del electrolito.
Aquí es donde el análisis crítico entra en juego. Es muy común escuchar o leer la sugerencia de usar agua del grifo (tap water). Esto es un error garrafal. El agua corriente contiene minerales y sales disueltas, como calcio y magnesio.
Estos minerales, al entrar en contacto con las placas de plomo internas, se adhieren a ellas en un proceso llamado sulfatación. Dicha capa de minerales aísla las placas, impidiendo que reaccionen correctamente y reduce permanentemente la capacidad de la batería para mantener una carga. Por consiguiente, usar agua del grifo es, en la práctica, envenenar lentamente la batería.
¿Cuándo una batería necesita líquido?
Identificar el momento adecuado para rellenar es bastante sencillo. La mayoría de estas baterías tienen marcas de nivel mínimo y máximo en su carcasa traslúcida. Si no es visible, se deben retirar los tapones con cuidado (usando guantes y gafas de protección) y observar el interior. Las placas de plomo deben estar siempre sumergidas.
Si el nivel del líquido ha bajado y las placas están expuestas al aire, es el momento de actuar. Se debe añadir agua destilada hasta cubrir las placas, idealmente llegando hasta el indicador de nivel máximo sin sobrepasarlo. Es una de esas revisiones sencillas que te ahorran un mal rato y una factura considerable.
¿Qué pasa si la batería se queda sin líquido?
Ignorar un nivel bajo de electrolito tiene consecuencias nefastas. En primer lugar, las partes de las placas de plomo que quedan expuestas al aire se sulfatan a una velocidad alarmante. Este proceso de cristalización es, en gran medida, irreversible y daña la capacidad de la batería para generar y almacenar energía.
En segundo lugar, el electrolito restante se vuelve excesivamente ácido, lo que acelera la corrosión de los componentes internos.
Finalmente, la falta de agua impide que la batería disipe el calor de manera eficiente, lo que puede provocar un sobrecalentamiento, deformar la carcasa y, en el peor de los casos, causar una falla catastrófica. Cuidar el nivel del electrolito es, en esencia, cuidar la fiabilidad de tu compañero de camino. La negligencia en este aspecto es una invitación directa a problemas mayores.
