Cuando se produce un choque, los airbags se inflan tan rápido que, a simple vista, parece magia. Sin embargo, detrás de este despliegue hay una combinación precisa de física, química y tecnología.
Toda la magia comienza con un sensor ubicado en el vehículo que detecta una desaceleración brusca, indicativa de un choque. Este sensor envía una señal a la unidad de control electrónico, que decide si la fuerza del impacto es suficiente para activar los airbags. Si lo es, se inicia un proceso químico en el inflador del airbag, generando gas nitrógeno que infla la bolsa en menos de 1/20 de segundo.
Para ponerlo en perspectiva, el despliegue de un airbag es casi 100 veces más rápido que un parpadeo humano. Esta velocidad es crucial, ya que el objetivo es que la bolsa esté completamente inflada antes de que el cuerpo del conductor o del pasajero tenga la oportunidad de moverse significativamente debido al impacto.
¿Por qué son tan importantes?
Cabe decir que las bolsas de aire no están diseñadas para funcionar solas, sino en conjunto con los cinturones de seguridad. Esta combinación ha demostrado ser sumamente efectiva, se dice que desde su introducción a finales de los años noventa, los airbags frontales han salvado más de 50,000 vidas en los Estados Unidos.
Pero su eficacia no se limita solo a las bolsas de aire frontales; las bolsas de aire laterales, que se despliegan incluso más rápido, también juegan un papel crucial en la protección de los ocupantes en caso de un impacto lateral.
Aunque los airbags son una maravilla tecnológica, su eficacia también depende de cómo los ocupantes del vehículo se posicionen y usen los cinturones de seguridad. Es esencial que los conductores y pasajeros se sienten lo más atrás posible del volante o el tablero de instrumentos, y que lleven abrochados los cinturones de seguridad en todo momento.
Esto es especialmente importante para evitar estar «demasiado cerca» del airbag cuando se despliega, lo que podría causar lesiones graves debido a la fuerza del impacto.
De igual manera, nunca se debe colocar un asiento de seguridad para niños que mire hacia atrás frente a un airbag activo. Por ello, los niños menores de 13 años también deben sentarse siempre en el asiento trasero, lejos de los airbags frontales, para reducir el riesgo de lesiones.
Datos y cifras relevantes de los airbags
Aunque muchas personas conocen la existencia de los airbags, pocos están al tanto de ciertos datos importantes:
- Velocidad de Despliegue: Como mencionamos antes, los airbags se inflan en menos de 1/20 de segundo. Para que te hagas una idea, eso es aproximadamente a 200 mph (320 km/h).
- Infladores Químicos: Los airbags se inflan gracias a una reacción química que genera gas nitrógeno. Este gas es inofensivo y se disipa rápidamente después de que la bolsa de aire ha cumplido su función.
- Áreas de Impacto: Las bolsas de aire laterales se inflan más rápido que las frontales debido a la proximidad del ocupante con el punto de impacto. Esto es vital en choques laterales, donde hay menos “espacio de supervivencia” entre el ocupante y la estructura del vehículo.
- Reemplazo después de un choque: Una vez que un airbag se ha desplegado, no puede ser reutilizado. Es crucial reemplazar los airbags lo antes posible después de un choque para mantener el nivel de protección en caso de otro accidente.
Por su nivel de protección, los airbags son uno de los mayores avances en la seguridad automotriz, funcionando como una red de seguridad que se despliega en el momento preciso para proteger a los ocupantes del vehículo.
Sin embargo, es crucial recordar que los airbags son una medida de protección suplementaria y que deben usarse en conjunto con los cinturones de seguridad para ser verdaderamente efectivos.
Así que, la próxima vez que se esté en el auto hay que recordar que detrás de estos paneles hay un sistema complejo y preciso, diseñado para proteger en el momento en que más se necesita.
