Un nuevo capítulo en la tensión comercial entre Estados Unidos y China se escribe con la decisión de la Casa Blanca de cuadruplicar los aranceles a las importaciones de autos eléctricos procedentes del gigante asiático.
De esta manera, esta medida, que eleva los aranceles del 25% al 100%, se enmarca en una estrategia más amplia para “proteger a los estadounidenses de las prácticas comerciales desleales de China”, según la Casa Blanca.
Naturalmente, las repercusiones de esta decisión son multifacéticas y de gran alcance. Por un lado, busca proteger a la incipiente industria estadounidense del vehículo eléctrico, que está a punto de recibir un importante impulso gracias a las subvenciones federales destinadas a fomentar su desarrollo.
Por consiguiente, se pretende evitar que la competencia china, con sus precios artificialmente bajos, inunde el mercado estadounidense y ahogue las posibilidades de crecimiento de las empresas nacionales.
Estados Unidos vs autos chinos eléctricos: Una guerra comercial
Queda claro que la medida tendrá un impacto significativo en los precios de los vehículos eléctricos importados desde China, pues aumentarán considerablemente, lo que podría desalentar la compra de este tipo de autos.
Más allá de los autos chinos, la Casa Blanca también ha aumentado los aranceles a las placas fotovoltaicas, las baterías de iones de litio, los semiconductores y las grúas portuarias procedentes de China.
Estas medidas se basan en la acusación de que China se ha beneficiado de “prácticas desleales”, como el robo de propiedad intelectual y el control de una parte significativa de la producción mundial de componentes críticos para la industria tecnológica, de infraestructura y médica.
Estados Unidos argumenta que estas prácticas han creado riesgos inaceptables para sus cadenas de suministro y la seguridad económica. Adicionalmente, consideran que la sobreproducción china y las exportaciones a precios bajos amenazan con dañar significativamente a la industria estadounidense.
La respuesta de China ante los aranceles
Obviamente, la respuesta de China no se ha hecho esperar. De inicio, el gobierno chino ha criticado duramente la postura de Washington, negando la existencia de un problema de exceso de capacidad y asegurando que las medidas proteccionistas estadounidenses solo perjudicarán a los consumidores de ambos países.
Esta escalada de la tensión comercial entre ambas potencias es preocupante, pues las medidas arancelarias podrían tener un efecto dominó en la economía global, ya que ambos países son actores clave en el comercio internacional.
Es importante destacar que la decisión de aumentar los aranceles a los autos chinos no está exenta de críticas dentro de Estados Unidos. Algunos expertos advierten que estas medidas podrían tener un impacto negativo en la economía estadounidense, ya que podrían encarecer los productos y aumentar la inflación.
En este contexto de guerra comercial, el futuro de la industria tecnológica y automotriz mundial se encuentra incierto. Todas las decisiones que tomen Estados Unidos y China en los próximos meses tendrán un impacto significativo en el desarrollo de estas industrias y en la economía global en su conjunto.
En definitiva, la guerra comercial entre Estados Unidos y China es un capítulo más en la lucha por la hegemonía tecnológica y económica global. Queda claro que el resultado de este conflicto tendrá un impacto significativo en el futuro de la economía mundial y en el desarrollo de las industrias tecnológicas y automotrices.
