A lo largo de la historia, el mundo de los autos ha traído consigo modelos que trascienden la mera función de transporte. Son máquinas que se convierten en iconos, en leyendas. Y, precisamente, el Nissan GT-R, conocido como “Godzilla”, es uno de esos casos.
Pero, como todo en esta vida, su ciclo llega a su fin. En 2025, este deportivo japonés dejará de rugir en las líneas de producción, cerrando un capítulo glorioso en la historia del automovilismo.
Cuando el GT-R R35 irrumpió en escena en 2007, el panorama de los deportivos estaba dominado por los fabricantes alemanes e italianos. Porsche, Ferrari, Lamborghini… nombres que evocaban potencia, lujo y tradición. Sin embargo, Nissan, con una audacia admirable, lanzó un contendiente que no sólo desafiaba a estos gigantes, sino que, en muchos aspectos, los superaba.
Este GT-R no es solo un auto rápido. Es un alarde de ingeniería japonesa que demostraba que se podía construir un superdeportivo con un rendimiento estratosférico a un precio, comparativamente, asequible.
Su motor V6 biturbo, ensamblado a mano por artesanos Takumi, era una obra maestra de la mecánica. Asimismo, su sistema de tracción integral ATTESA E-TS y su chasis afinado en el mítico circuito de Nürburgring, le otorgaban un comportamiento dinámico excepcional.
Nissan GT-R: Rendimiento que quita el aliento
De igual manera, las cifras hablan por sí solas. En su debut, el GT-R entregaba 485 hp, una cifra que, con el tiempo, fue aumentando hasta los 600 hp en la versión NISMO. Acelera en tiempos que avergonzaban a muchos superdeportivos de renombre.
De igual forma, su paso por curva es sencillamente asombroso, gracias a una aerodinámica muy estudiada y a una suspensión que parecía leer la mente del conductor.
Conducir un GT-R es una experiencia visceral. Desde el rugido del motor, pasando por la precisión de la dirección y la contundencia de los frenos… todo estaba diseñado para transmitir sensaciones puras.
Aparte, su diseño, aunque controvertido para algunos, es inconfundible. Una mezcla de agresividad y elegancia, con líneas musculosas y un alerón trasero que deja en claro que no es un auto cualquiera.
A lo largo de sus casi dos décadas de vida, el GT-R ha recibido numerosas actualizaciones y ediciones especiales. Por otra parte, ha cosechado éxitos en competición, consolidando su estatus de leyenda. Ha sido un coche que ha sabido mantenerse relevante en un mercado en constante evolución, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder su esencia.
El fin de una era, el comienzo de otra
Ahora bien, el anuncio del cese de producción del GT-R R35 marca el fin de una era. Es el adiós a un auto que ha desafiado las convenciones y ha demostrado que Japón podía competir, e incluso superar, a los mejores fabricantes de deportivos del mundo. No obstante, como suele suceder en la industria automotriz, el final de un ciclo suele ser el preludio de algo nuevo.
Mientras tanto, el GT-R deja un vacío, se ha especulado mucho sobre su posible sucesor. Se habla de un modelo electrificado, con tecnología híbrida. Eso sí, manteniendo el espíritu indomable del GT-R original.