Vaya que nos hemos acostumbrado a escuchar sobre la fibra de carbono. Durante años, este material se ha convertido casi en sinónimo de velocidad, lujo y alta tecnología en el mundo de los autos.
Si se piensa en un deportivo o en un súper auto, es muy probable que la fibra de carbono esté presente en su chasis, carrocería o múltiples componentes. Principalmente, su popularidad se disparó porque ofrece una combinación ganadora: es increíblemente resistente, bastante más que el acero, y al mismo tiempo, sorprendentemente ligera, superando incluso al aluminio.
Esto se traduce en autos más rápidos, más ágiles y, en teoría, hasta más eficientes. Así pues, parecía que su reinado apenas comenzaba, sobre todo con la llegada de los autos eléctricos, donde cada gramo cuenta.
Pero, sorpresa. Resulta que desde la Unión Europea llega un murmullo que podría convertirse en tormenta. Se está cocinando una revisión importante a la legislación sobre vehículos, concretamente a la Directiva sobre Vehículos al Final de su Vida Útil (VFU), y esta trae consigo una idea que traerá mucha controversia: una prohibición casi total del uso de fibra de carbono en los automóviles.
Por supuesto: la intención detrás de esta directiva es loable: buscan que el proceso de desmontar y reciclar los autos cuando ya no sirven sea mucho más amigable con el planeta y con la salud.
¿Cuál es el motivo de esta medida contra la fibra de carbono?
Y aquí es donde la fibra de carbono entra en escena, pero no por sus virtudes, sino porque ahora se le está clasificando como un material potencialmente nocivo. ¿La razón? Pues bien, la preocupación gira en torno a lo que sucede con este material cuando el auto llega al final de su camino.
La fibra de carbono, que usualmente va unida con resinas, podría descomponerse al desecharse. El problema es que se fragmenta en pequeñísimos hilos, casi como un polvillo, que son conductores de electricidad y pueden quedar flotando en el aire.
Estas microfibras podrían causar cortocircuitos en maquinaria diversa o, peor aún, si se respiran o entran en contacto con la piel o los ojos, podrían provocar irritación y molestias. Francamente, es un ángulo que pocos habíamos considerado al admirar esos paneles brillantes en un auto deportivo.
Para ponerlo en perspectiva, hasta ahora, la lista de «materiales malos» de esta directiva europea incluía elementos como el plomo, el mercurio, el cadmio y el cromo hexavalente. Aunque existen ciertas excepciones que permiten usar cantidades mínimas de estas sustancias en algunas piezas, la realidad es que los grandes fabricantes de autos y componentes tienden a evitarlas, más que nada para cuidar su imagen de marca responsable.
Por lo tanto, si la fibra de carbono se suma a esta lista negra, lo más lógico es pensar que su uso en la industria automotriz se vería drásticamente limitado, casi hasta desaparecer, porque ninguna marca querrá asociarse con un material oficialmente catalogado como “problemático”.
¿Qué significa esto en términos económicos?
El impacto podría ser gigantesco. Actualmente, el mercado global de la fibra de carbono está valorado en unos 5,500 millones de dólares en 2024, y las proyecciones apuntaban a un crecimiento espectacular, alcanzando los 17,000 millones para 2035.
En gran medida, este optimismo se basaba en el auge de los autos eléctricos, que necesitan materiales ligeros. Se calcula que los automóviles representan actualmente entre un 10% y un 20% de todo el consumo mundial de fibra de carbono.
Y aquí es donde la cosa se pone especialmente delicada para ciertos actores. Resulta que Japón es el rey Midas de la fibra de carbono. Empresas como Toray Industries, Teijin y Mitsubishi Chemical controlan juntas más de la mitad del mercado mundial (un 52%, para ser exactos, aunque llegaron a tener más del 70% antes de que entraran competidores de Taiwán y Corea del Sur).
Fibra de carbono: ¿Cuándo podríamos ver este cambio y qué tan seguro es?
Bueno, todavía falta camino por recorrer. La propuesta de revisión de la Directiva VFU tiene que pasar por el debate y la negociación entre el Parlamento Europeo, la Comisión Europea y el Consejo de la UE.
Si finalmente le dan luz verde, la prohibición podría entrar en vigor alrededor de 2029. Con todo y eso, no hay que darlo por hecho. La reacción de la industria está siendo fuerte, como era de esperar. Por su puesto, los fabricantes de autos y los productores de fibra de carbono, están moviendo sus fichas y presionando. Debido a esto, es posible que la medida se modifique, se suavice o, quién sabe, incluso que se retire por completo.