Se podría decir que todos conocen a alguien, o han sido ellos mismos, quienes han experimentado un susto en la carretera. Un frenazo repentino, un conductor distraído, un cruce peligroso… La seguridad vial es un tema que toca a todos de cerca. Y, lamentablemente, las cifras son claras: las muertes por accidentes de tráfico en Estados Unidos han experimentado un aumento alarmante en los últimos años.
Pero, cabe la posibilidad de preguntarse ¿qué pasaría si existiera un plan, una hoja de ruta, para revertir esta tendencia? El Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras (IIHS) ha presentado una iniciativa ambiciosa: se busca reducir las muertes en carretera en un 30% para 2030. Podría sonar como un objetivo elevado, ¿no es cierto? Y, efectivamente, lo es. Aunque, también se considera alcanzable.
Más allá de los autos
Es común pensar que la seguridad vial se limita a tener autos más seguros. Y, por supuesto, el IIHS ha jugado un papel clave en este aspecto. Sus reconocidas pruebas de choque han motivado a los fabricantes a mejorar la protección que brindan sus vehículos. Resulta impresionante observar cómo, en cuestión de décadas, los coches han evolucionado de ser simples cajas de metal a verdaderas fortalezas rodantes.
Sin embargo, y aquí radica un punto crucial, la seguridad vial abarca mucho más que eso. Se podría visualizar como un rompecabezas: los autos seguros representan una pieza, pero existen muchas otras. ¿Qué sucede con las carreteras en sí mismas? ¿Y qué hay de las leyes de tráfico? ¿Y, por supuesto, el comportamiento de quienes conducen?
La urgencia del ahora
Aquí se encuentra el meollo del asunto: los autos nuevos, con todas sus innovaciones tecnológicas, tardan años en llegar a la mayoría de las personas. Por lo tanto, si se busca obtener resultados ya, se requieren soluciones que puedan implementarse a corto plazo.
El IIHS lo tiene muy presente. Por esta razón, se están impulsando medidas que tienen el potencial de marcar una diferencia de manera casi inmediata. Se podría considerar:
Cámaras de seguridad vial: Es interesante notar que, en ciertos lugares, la mera instalación de cámaras ha logrado una reducción drástica del exceso de velocidad. Funciona como tener un agente de tránsito vigilando, pero eliminando el factor de error humano.
Infraestructura “rápida”: No, no se refiere a la construcción de autopistas en tiempo récord. Se trata de pequeñas adaptaciones, como la instalación de bolardos o reductores de velocidad, que pueden generar un impacto significativo en la seguridad de peatones y ciclistas.
Leyes más rigurosas: En ocasiones, la solución más efectiva puede ser tan simple como ajustar las normativas en relación con el consumo de alcohol al volante, el uso obligatorio del cinturón de seguridad o las distracciones al conducir.
Menos muertes en carretera: Todos forman parte de la solución
Este plan 30×30 no se limita a ser un asunto de expertos y legisladores. En esencia, representa un llamado a la acción para la sociedad en su conjunto. ¿De qué manera se puede contribuir?
Informándose: Adquirir conocimiento sobre los riesgos y las posibles soluciones constituye el primer paso.
Actuar con responsabilidad al volante: Aunque parezca evidente, en ocasiones se tiende a olvidar.
Respaldando iniciativas: Ya sea a través de la firma de una petición, la participación en una consulta pública o simplemente difundiendo el tema, cada acción suma.
Exigiendo cambios con mayor prontitud. La lentitud mata, de la misma forma, la falta de acción oportuna tiene un impacto mortal.
Desafíos y oportunidades al reducir las muertes en carretera
Ciertamente, el camino no estará exento de dificultades. Se presentan desafíos que deben ser superados:
Resistencia al cambio: Es natural que a las personas no les agrade que les impongan normas, y las medidas de seguridad vial, en ocasiones, pueden ser percibidas como una intromisión.
Intereses contrapuestos: El aumento de los límites de velocidad o la flexibilización de las leyes sobre el uso del casco en motocicletas pueden resultar atractivos para algunos sectores, pero las consecuencias pueden ser fatales.
No obstante, también se vislumbran grandes oportunidades:
La tecnología como aliada: Los sistemas de asistencia al conductor, como el frenado automático de emergencia o la detección de peatones, poseen un potencial considerable.
Un enfoque centrado en las personas: El diseño de carreteras y vehículos que tenga en cuenta a las personas, y no únicamente a los coches, puede marcar una diferencia sustancial.
Colaboración: El IIHS no puede llevar a cabo esta tarea en solitario. Se requiere el respaldo de gobiernos, fabricantes, organizaciones y, por supuesto, de cada individuo.
Este plan 30×30 se presenta como una propuesta ambiciosa, sí, pero también realista. No estamos hablando de un sueño imposible, sino de una meta que se puede alcanzar si todos ponen de su parte. La seguridad al conducir no es solo cosa de los que saben mucho o de los que mandan, es cosa de todos y cada uno.