Conducir en la ciudad puede ser una merma económica debido al consumo de gasolina. Si bien existen los típicos consejos que todos conocemos, también hay estrategias poco comunes que pueden marcar una gran diferencia.
Primero que nada, hay que olvidar la idea de que se necesita calentar el motor durante varios minutos antes de arrancar. Los vehículos modernos no requieren de este ritual. De hecho, esta práctica solo desperdicia combustible y aumenta las emisiones contaminantes.
Por otro lado, considerar seriamente la posibilidad de compartir el vehículo con amigos, familiares o colegas que se dirijan a destinos similares. Así, no solo se estará reduciendo el consumo de gasolina, sino que también estarás contribuyendo a disminuir la congestión vehicular y la contaminación ambiental.
Igualmente importante es la forma en cómo se maneja. Acelerar bruscamente y frenar de golpe son hábitos que disparan el consumo de combustible. Por lo tanto, conducir de forma suave y anticipa las situaciones del tráfico para evitar frenazos y acelerones innecesarios. De esta manera, no solo se ahorrará gasolina, sino que también se prolonga la vida útil de los frenos y neumáticos.
Luego, pensar en las cuestas. Por ejemplo, cuando se enfrenta a una subida, en lugar de pisar a fondo el acelerador, mantener una velocidad constante y aprovechar la inercia en las bajadas. En consecuencia, se notará un ahorro significativo a largo plazo.
Asimismo, revisar la presión de los neumáticos regularmente. Unas llantas desinfladas aumentan la resistencia al rodamiento y, en consecuencia, el consumo de gasolina. Por lo tanto, asegurar que estén infladas a la presión recomendada por el fabricante.
Ahora bien, ¿el aire acondicionado puede ser un gran enemigo del bolsillo? Pues sí, utilizarlo indiscriminadamente incrementa el consumo de combustible. Entonces, hay que usarlo solo cuando sea estrictamente necesario y considerar otras alternativas, como abrir las ventanas en velocidades bajas. No obstante, a altas velocidades, es mejor mantener las ventanas cerradas para evitar la resistencia aerodinámica, que también afecta el consumo.
Otro punto a considerar es el peso de tu vehículo. Cada carga extra implica un mayor esfuerzo para el motor y, por ende, un mayor consumo de gasolina. Así que, hay que deshacerse de todo aquello que no se necesite llevar en el auto. Revisar el maletero y eliminar objetos innecesarios.
A continuación, hablemos de la planificación de las rutas. Aunque parezca obvio, planificar los trayectos con anticipación puede ayudar a evitar atascos y rutas congestionadas. Utilizar aplicaciones de navegación que ofrezcan la ruta más eficiente en tiempo real. De este modo, se reducirá el tiempo en el tráfico y, en consecuencia, el consumo de gasolina.
También, considerar apagar el motor en paradas prolongadas. Si hay que estar detenido por más de un minuto, apagar el motor puede ser más eficiente que dejarlo en ralentí. Los sistemas de arranque y parada automáticos son útiles, pero si el vehículo no los tiene, hacerlo manualmente.
Por si fuera poco, muchos no lo saben, pero el tipo de combustible que se utiliza también influye. De modo que, utilizar el octanaje recomendado por el fabricante. Usar un combustible de mayor octanaje del necesario no dará más potencia ni eficiencia, solo gastará más dinero.
En cambio, el mantenimiento del vehículo sí que es crucial. Un motor bien afinado y con un mantenimiento adecuado consume menos combustible. Por tanto, realizar los servicios de mantenimiento según el calendario recomendado por el fabricante. Cambiar el aceite, los filtros y las bujías cuando sea necesario.
A su vez, considerar la aerodinámica del vehículo. Los accesorios como portaequipajes aumentan la resistencia al aire y, consecuentemente, el consumo de gasolina. Por consiguiente, si no se están utilizando, retirarlos.